Hércules Poirot

Imagen de Jack Culebra

Hablemos de la serie de David Suchet sobre el personaje de Agatha Christie

Dentro del subgénero policíaco de los personajes inofensivos —esos investigadores que brillan por su ingenio pero que vemos incapaces de matar una mosca, lo que hace que sus aventuras se centren, por lo general, en el aspecto intelectual de los crímenes—, hay un personaje que, sin duda, es toda una institución: Hercule Poirot, creación de Agatha Christie que protagonizó nada menos que treinta y tres novelas y cincuenta relatos. Todo un hito que, por una vez, ha encontrado su traslación a otro lenguaje artístico —esta vez el televisivo— con igual acierto.

En efecto, la serie realizada para la ITV1, originalmente producida por Brian Eastman bajo el título Agatha Christie's Poirot y que todavía sigue en marcha, ha conseguido superar los escollos que toda adaptación conlleva y no solo homenajear al personaje, sino mantenerlo en una forma envidiable, hasta el punto de contar con una legión de fans incondicionales.

Una de las claves, evidente a todas luces, es la encomiable interpretación de David Suchet: el actor ha conseguido el delicado equilibrio que requería el detective belga para mantener su carisma. Sí, con su atildado mostacho encerado, su acento, sus manías y sus prejuicios y susceptibilidades, su físico de amante de la buena cocina y sus andares impostados, el Poirot recreado no cae en el ridículo, sino que se mantiene en un estadio estrafalario del que él mismo es consciente y que crea una simpática identidad con su ingenio aguzado, su sentido del humor y su deje teatral. La química que consigue establecer con el resto del reparto, tanto de secundarios como de habituales —como el capitán Hastings, interpretado por Hugh Fraser, o el sufrido inspector Japp, Philip Jackson—, hace que, aunque su protagonismo sea indiscutible, no eclipse al resto de los personajes ni, sobre todo —lo que es indispensable—, la trama de las historias.

Estas beben de la fuente original hasta tal punto que tan solo cinco de las historias de la amplia producción de Agatha Christie quedan pendientes de ser adaptadas. Además, no se trata de una simple inspiración, sino que el equipo de producción ha mostrado un particular cuidado a la hora de sumergirnos en la época. Desde luego, la calidad de los escenarios, que nos llevan de vuelta a la primera mitad del siglo XX, es indiscutible y un gran gancho. Estemos en un apartamento de art decó o en el misterioso Egipto de los años 30, la sensación de inmersión es total tanto por los decorados como por las interpretaciones de los personajes y los detalles de las tramas.

A estas bazas se une una gran estabilidad en el desarrollo de la serie. En ocasiones, solo por la edad aparente de Poirot es posible adivinar a qué temporada pertenece un episodio: la calidad de filmación, el ritmo, las interpretaciones, la banda sonora... todo lo demás permanece brindando una formidable sensación de continuidad en el espectador que sin duda es muy de agradecer.

Así, no es difícil explicarse la longevidad de la serie —que empezó a emitirse en 1989— ni su éxito. Desde luego, para los amantes del género es una magnífica noticia que siga en producción. Toda una ventana abierta a ese misterio elegante y pausado que ya nos resulta casi “de época”.

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