Un nuevo fin para los Nuevos Mutantes

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Un punto y aparte en su andadura en Lucha por el futuro

Se apagan las luces y se cierra el telón (hasta que vuelva a alzarse) para una de mis series favoritas de ahora y siempre.

El primer número de los Nuevos Mutantes que llegó a mis manos (el primero o el tercero de su colección original) fue en una librería especializada en cómics de segunda mano y de coleccionista, por la friolera (en esos tiempos) de quinientas pelas. Lo consideré bien pagado en cuanto comencé a sumergirme en esas páginas escritas por Chris Claremont y Bob McLeod. Era como tener lo mejor de los tebeos de la Patrulla-X original, los de Lee y Kirby, pero con el estilo y el colorido de la segunda génesis del equipo de mutantes. Había una chica que se convertía en lobo, un granjero que salía disparado como un cohete y tenía muchos problemas para maniobrar y hasta un chaval que jugaba al fútbol y se convertía en una sombra completamente negra y superfuerte. ¿Cómo no quedarse prendado de eso?

Con el tiempo fui haciéndome con más números, e incluso con la miniserie Ángeles Caídos que surgió como spin of y que no puedo recomendar más. De hecho, aprovecho para dejar caer a los editores de Panini que es una serie que quedaría muy bien recopilada en un tomito de Marvel Gold. Parte en papel y parte no, conseguí leerme toda la serie, hasta ese funesto momento en que los Nuevos Mutantes cayeron en manos de Rob Liefeld y pasaron a llamarse X-Force, perdiendo en el camino toda su esencia.

Pasaron así años y más años hasta que Marvel decidió recuperar el título, primero en una miniserie con versiones pasadas y presentes de los personajes originales, y después para albergar a los nuevos alumnos de la escuela de Xavier durante la etapa Morrison. La serie estaba suficientemente lograda y contaba con algunos de los Nuevos Mutantes originales como profesores, pero al poco se canceló y fue rebautizada como New X-Men: X-Academy. Así el título volvía a quedar libre, y seguiría estándolo hasta que la Patrulla-X se mudara a San Francisco. Allí, con tantos mutantes y tantos equipos de los mismos, Sam Guthrie pudo escoger los integrantes del suyo propio, y se decidió rápidamente por sus viejos amigos.

Bala de Cañón, Mancha Solar, Magma, Karma, Magik y una Dani Moonstar sin poderes pero con munición y mala leche de sobras integraban la formación al final de la primera aventura del nuevo/viejo grupo, pero eso no era suficiente para recuperar la esencia de la colección original. Necrosha, una saga bastante mediocre por lo demás, les dio una oportunidad de oro para recuperar a Warlock, el entrañable alienígena tecnoorgánico que hacía las veces de compañero y mascota del grupo, y a Doug Ramsey, Cifra, que fue abatido de un disparo muchos años atrás, en la serie original, en una historia que marcó la pérdida de la inocencia del grupo.

Aunque personalmente siempre me gustó el personaje de Doug, hay que reconocer que sus poderes idiomáticos siempre fueron un poco inútiles en situaciones de batalla. Bueno, pues un viaje de ida y vuelta al Infierno parece haber arreglado esto sobradamente. El nuevo Doug no solo puede hablar cualquier idioma, incluyendo el binario y el de muchos animales, si no que percibe pautas de lenguaje en todo: desde una melodía a un estilo de lucha, cosa que lo convierte de golpe en un aliado a tener en cuenta. O en un enemigo a temer.

De esto trata el último tomo de esta andadura de los Nuevos Mutantes. Una visita del Doctor Extraño y los Defensores les advierte de ciertas anomalías cronales que se están produciendo, todas centradas en su equipo. Los responsables de estas no son otros que bala de Cañón y Karma o, más bien, una versión futura de ellos, que viajan al pasado tratando de cambiar la historia para evitar que el mundo sea dominado y reconstruido según la visión contrautópica de su compañero Doug Ramsey.

La serie termina en el número cincuenta (la mitad que la colección original), sin disolver el equipo y con la promesa de volver algún día. Ahora mismo, solo podemos disfrutar de las historias que nos ha brindado esta nueva encarnación del grupo y esperar que, algún día, cumplan con su palabra.

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