Las crónicas de Conan 20: La noche del lobo

Imagen de Anne Bonny

John Buscema sujeta las riendas con Michael Fleisher en esta nueva etapa

Siempre se ha considerado a John Buscema uno de los pilares del Conan en formato cómic, y si esto era algo bastante evidente en cuanto a ilustraciones —su cimerio, más robusto que el de Barry Windsor-Smith, marcó una época de madurez en la colección original, en este volumen recopilatorio se pone de manifiesto también en lo que a narrativa, a historia pura y dura, se refiere.

En los últimos volúmenes de Las crónicas de Conan, denominación con la que Planeta DeAgostini está recopilando en una edición muy agradable la colección original de Conan el bárbaro, constatábamos algunos traspiés en los guionistas que daban vida al cimerio. Si bien el tono de espada y brujería se mantenía en un equilibrio peculiar con otros modos de fantasía, faltaba limar algunos detalles para que el sabor de la Era Hiboria reluciera, al menos, con el brillo al que nos había acostumbrado Roy Thomas. Este volumen, que empieza con guiones de Michael Fleisher en los que el personaje todavía tiene ramalazos más propios de un caballero andante que de un mercenario errante, recupera en su segunda mitad ese sabor tan peculiar del bárbaro.

No lo hace, en cualquier caso, apoyándose en recursos fáciles, por mucho que domine el sota, caballo y rey, sino gracias a la comodidad que, sin duda, le ha otorgado el haber trabajado tantos años con el personaje. Buscema no se limita a la mera aventura, sino que juega con los conceptos clásicos del género y empuja sus fronteras preconcebidas para sacarles más jugo. El humor, por ejemplo, asoma en sus tramas y en una de ellas es claramente el protagonista —amén de una excusa perfecta para reírse un poco del personaje—. Después de todo, Conan es un vividor y se ve enfrentado a problemas más bien peculiares. ¿Cómo no van a salir sonrisas, aun incluso cuando se transitan mazmorras infestadas de monstruos o tenemos la sombra de un asesino a la espalda?

A esta recuperación en cuanto a historia propiamente dicha, se une el trabajo gráfico habitual de John Buscema —quizás incluso más suelto al trabajar sobre sus propias ideas—, quien cuenta, además, con los entintados de Ernie Chan en buena parte de las historietas —al cual, además, se entrevista en este número—. La única sustitución, realizada por Gary Kwapisz y Bob Camp, va en la misma línea y resulta muy solvente.

Así, Las crónicas de Conan 20: La noche del lobo y otras historias se configura como un tomo de historias cortas —solo una se desarrolla en dos números y tampoco es de una gran complejidad— con ese sabor al mundo creado por Robert E. Howard que se había echado en parte a faltar. El punto algo zascandil del que lo dota Buscema lo convierte en un tomo particularmente curioso.

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