Agentes de N.A.D.A.

Imagen de Kaplan

Tres instalaciones y una filmografía para tiempos volátiles

Instalación 1. Nos gustan los cómics, así que llamémosles Agentes de N.A.D.A.. O Hermandad Dadá, como queráis. Vibran en frecuencias diferentes a la nuestra, Kenneth, haciendo imperceptible su presencia salvo por los desechos que tiran a la cuneta. El perfume de nicho, la revista de tendencias, el escote masculino, Instagram. Llevan tiempo entre nosotros y no es que ahora veamos sus consecuencias porque se hayan vuelto perezosos, sino porque ya no importa que los detectemos.

El sueño americano nació para ser pervertido. Yes, we can no es un lema nuevo. Yes, we can no es un mensaje de ánimo; es una exhortación, una aserción, es lo que vosotros queráis que sea. Que no lo entonéis adecuadamente al leerlo es vuestro problema, panda de católicos culturales. Yes, we can, no: yes, wiccan. No puedo creer que nadie hiciera ese chiste antes que yo. Un mantra, eso es. Moved la cabeza al repetirlo, como una paloma al andar. El ritmo es importante, que os posea la cadencia, así. Volveremos sobre este tema más adelante. Ellos, en Wall Street, comenzaron la rapiña. Devorando la codicia del débil, que es lo único que le quedaba. El trilero, de repente, esnifaba cocaína y caminaba sobre tu cabeza. Vendo tu compra te ofrezco te doy. No estamos ante males ancestrales de la humanidad: no hay credo, ni familia, ni voluntad, ni venganza. Hablamos de leyes de grandes números, de vaginas en proporción áurea, de teoría del caos aplicada a inversiones cortoplacistas, de tierra quemada ad nauseam, de orgasmos randianos. Un camino de la nada a la nada, sin recurso a Maquiavelo o Sun Tzu.

La riqueza sin hedonismo, el asentamiento de lo cuantitativo. En la búsqueda de nuevos valores bursátiles que depredar, agotados ya el Nasdaq y el eros, Dadá recurre al thanatos. Especular con el dolor propio es algo que les resulta ajeno, incomprensible por las sinapsis olvidadas. Tras la perplejidad hay que elegir: zambullirse en la sobredosis o virar hacia otros valores. De amigo a amigo, deja que te diga una cosa: no abandones todavía, es buen momento para invertir en envolturas de colágeno para productos cárnicos.


 

Instalación 2. Cayendo. Desde donde descansan los líderes invisibles que no quieren llevar el mando, sino tenerlo, hacia abajo. Las escuelas de N.A.D.A. reptan a lo largo del tiempo, entre las aspiraciones de la ingenua clase media: liderazgo creativo, cursillos en salones de techos bajos con sillas plegables, Slideshare. Quita el crucifijo de la pared y pon una pantalla para proyectar las presentaciones de PowerPoint. Mereces esa dieta proteica y, joder, puedes obtenerla. Quizás no puedas consumir tanta farla, pero, amigo auditor, siempre podrás inscribirte en la media maratón. La industria cultural te sigue el ritmo, constituida en, sorpresa, la envoltura de colágeno para productos cárnicos. La rutina ha quedado establecida con un inevitable y creciente margen de degeneración de la siguiente manera:

donde:

X= artista

Md= Margen de degeneración (años de vida pasados los 20 + horas de gimnasio + intervenciones de cirugía estética + intentos de suicidio)

Y= sucesor de X

En concreto, la cadena de producción musical maneja unos mínimos de softcore indispensables para adquirir la notoriedad deseada. No es la búsqueda de la excitación, sino el dresscode de las listas de éxito, la burocratización de lo procaz, el peaje de la R2 (carril de pago con tarjeta). El ritmo, la cadencia: hacer un trámite de la provocación carnal supone dar un paso decidido hacia el declive de Occidente, pero, ante todo, hacia su propia inmolación artística. La cadena acelera su ritmo, las provocaciones de ayer nos son hoy indiferentes, el listón sube, tus músculos bajan, que pase la siguiente, quítate la ropa, pasa a sala 3, la que pone “Demolición”. Sí: Wrecking ball, el título, el vídeo, no es casualidad.

 

Instalación 3. Concluimos. Conquistado el poder, fagocitado el entretenimiento, N.A.D.A. puede propagarse libremente. En la base se crea un remedo de la cúspide. No hay nada que lo evite: son las mismas gentes, los mismos gustos, los mismos objetivos. Sólo una decisión, ir hacia delante deprisa. La dirección escogida del vector es pura suerte y, además, poco importa. Dos resultados posibles. Uno. Dos. El ritmo, la cadencia, ahí siguen. La existencia resumida en un código binario que tiene como objetivo una mayor simplificación. Eliminar el contrario de la ecuación. Desaparece el menos, sólo queda el más. Más. Más.

The wheel is spinning.

 

Una filmografía.

The social network, de David Fincher (2010).

Cosmopolis, de David Cronenberg (2012).

Spring Breakers, de Harmony Korine (2012).

Pain & Gain, de Michael Bay (2013).

The wolf of Wall Street, de Martin Scorsese (2013).

Wrecking Ball (videoclip) y We can’t stop (actuación en los MTV Video Music Awards junto a Robin Thicke), de Miley Cyrus (2013).

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