Killer Contract

Imagen de Destripacuentos

Reseña del cómic de Blood Bowl realizado por Matt Forbeck y Lads Hellowen

Supongo que muchos aficionados al Blood Bowl se habrán hecho la pregunta del millón frente a este cómic editado por Boom! Studios: ¿merece la pena comprarlo? La respuesta depende de lo que busques, claro, pero siempre se pueden dar algunas claves con el sesgo propio de los gustos personales. Vamos a ello.

Para empezar, está el apartado estético, que ha corrido a cargo de Lads Hellowen con el coloreado —en función del capítulo— de Sumi Pak, Andrew Dalhouse, Zac Atkinson o él mismo. Con la portada y alguna imagen por Internet es fácil hacerse una idea: mucho colorido, composiciones expresionistas, proporciones elásticas para subrayar la bestialidad de los encuentros y armaduras desproporcionadas que terminarían por limitar la movilidad pero que parecen no importar demasiado y que, en cualquier caso, no restan dinamismo a las ilustraciones. Porque, eso hay que reconocerlo, se plasma bien ese frenesí de los encuentros de Blood Bowl.

Personalmente, como fan de la segunda edición, no son santo de mi devoción —como tampoco lo son las del manual de la tercera edición—, pero tienen su carácter propio y su calidad, es innegable. Sí que algunas razas, como los ogros o los engendros del caos, no me han parecido muy bien plasmadas. A gustos, supongo.

Luego está el apartado trasfondo. Matt Forbeck ha tirado de dos elementos base: nombres muy conocidos —el equipo protagonista, los Bad Bay Hackers (¿Aficionados de Bad Bay?), se enfrenta a todas las viejas glorias: Invasores Orcos, Alas Nocturnas de Naggaroth, Enanos Gigantes, Estrellas del Caos, Campeones de la Muerte...— y exceso de revoluciones. Sí, el Blood Bowl es un deporte violento y con salidas ilegales cada dos por tres, pero tampoco se trata de que siempre sea una batalla campal. En el cómic se muere la gente a patadas y parece más una guerra que una competición, quizás por dar más emoción. Personalmente, creo que se pasa hasta tornar repetitivo el planteamiento y hacer que baje la tensión. Demasiado exceso, por perogrullada que suene.

Al mismo tiempo, este exceso viene ligado al apartado trama: Killer Contract (Contrato asesino) va de un asesino infiltrado en un equipo de Blood Bowl que tiene que acabar con determinado jugador. Así, lo de las muertes frecuentes —muy frecuentes— sirve a exigencias argumentales y termina ayudando a cerrar bien la trama. En ese sentido se salvan los platos y se crea cierta conexión —muy somera— con el escenario fuera del campo.

Por otro lado, no es que la historia sea de una gran complejidad: tenemos cierto lío amoroso, personajes que aparecen para cumplir sus cometidos y un cierre satisfactorio. De sota, caballo y rey, pero solvente. Eso sí, todo transcurre en el terreno de juego, lo cual tiene algo de paradójico, y sin demasiadas explicaciones.

¿En conjunto? Killer Contract es un cómic entretenido, con una estética muy peculiar, algo pasado de vueltas en cuanto a planteamiento general y con puñado de puntazos muy conseguidos. A equipo adversario por capítulo, paso a paso hacia la gran final de la Blood Bowl, no es una obra que aporte gran cosa al universo de este juego pero tampoco un patinazo. Una obra correcta y entretenida.

Comixininos

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