¿Quién puede matar a un chico del maíz?

Imagen de Jack Culebra

Comparación odiosa entre las adaptaciones de las historias de King y Plans

 

Los chicos del maíz vs ¿Quién puede matar a un niño?

Dentro del subgénero de terror de niños cabrónidos, hay dos películas que son insoslayables: Los chicos del maíz, de Fritz Kiersch, adaptación de 1984 de una historia de Stephen King publicada en 1978, y su contrapartida española, ¿Quién puede matar a un niño?, adaptación de 1976 realizada por Narciso Ibáñez Serrador de la novela El juego de los niños de Juan José Plans, publicada aquel mismo año.

Los chicos del maiz - ¿Quién puede matar a un niño?Si no las conoces y te gustan las historias de miedo, lo mejor es que dejes el artículo aquí y veas, sobre todo, la segunda, porque voy a destriparlas, y no por odio, sino por las similitudes entre las mismas y, al final, las grandes diferencias, que revelan, también, formas muy distintas de entender el terror.

Ambas historias comparten el meollo, el mismo motor del terror: una sociedad aislada (una isla y un pueblo perdido en mitad de un mar de maíz) en la que los adultos han sido asesinados y los niños han tomado el control. En ambos casos, no se trata de niños convencionales, sino que hay algo torcido en ellos. Y en ambos casos una pareja joven, de las que todavía pueden tener hijos y no los ha tenido (es decir, padres en potencia), cae en medio, sin comerlo ni beberlo. A partir de ahí, un desarrollo de survival horror con la peculiaridad de que no hay terribles monstruos más allá de los propios niños... contra los cuales es difícil enfrentarse si eres una persona normal y equilibrada porque ¿quién puede matar a un niño?

El elemento clave de ambas historias es evidente. Hay algo visceral que nos impide ver a los niños como enemigos, es algo instintivo e innato, la protección de los cachorros, lo que hace que la situación sea aún más perturbadora y que el grado de desesperación aumente. Los puntos de referencia se dislocan y el espectador comparte la confusión y el horror de los protagonistas. A partir de aquí, las historias divergen considerablemente.

Los chicos del maiz - ¿Quién puede matar a un niño?En Los chicos del maíz hay una justificación al comportamiento de los niños. A la sombra del horror de los niños asesinos se erige otro horror, uno sobrenatural que explica sus actos. Esta decisión permite, por un lado, abordar una estética más llamativa y simbólica, con sus crucifixiones en los campos de maíz y sus plantas devoradoras de civilización, que también ha envejecido peor pero que no deja de tener su encanto. Por otro lado, es quizás más realista, paradójicamente, en su planteamiento: los niños rara vez se vuelven en monstruos en grupo sin un motor externo, como pudiera ser una guerra, una educación traumática o algo similar. Al mismo tiempo, reduce el horror del leit motiv principal, puesto que los niños ya no son, per se, lo horrendo de la historia. Así, queda abierta la vía para un final feliz e incluso para una cierta redención.

Por el contrario, en ¿Quién puede matar a un niño? no se hacen estas concesiones. No hay una explicación de ningún tipo, ni narrativa, ni conceptual, ni nada. El horror es crudo, como la cuestión. El escenario es plenamente realista para que los espectadores, como reflejo de los protagonistas, se hagan la pregunta que da título a la película. De esta manera, el poso es más profundo, el horror más insondable y el planteamiento menos estético y más perdurable. Quizás esta aproximación sacrifique el giro sorpresa o se arriesgue a dejar frustrado al espectador, que quiere respuestas, dejando que todo repose en el propio desarrollo de la tensión por la supervivencia y la cuestión de fondo. Es un horror más nihilista, casi filosófico, que perturba los cimientos de la identidad humana.

Al final, resulta llamativo ver cómo se pueden hacer dos obras tan dispares con tantos elementos en común. A cada uno queda ver cuál es más de su gusto, cuál le parece más arriesgada y cuál más conseguida. Yo, personalmente, me quedo con ese Verano azul quebrado de Ibáñez Serrador, y eso que me suele gustar más la fantasía oscura.

¿Quién puede matar a un niño? vs Los chicos del maíz

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