El olor del aserrín

Imagen de Akhul

Hablamos del espectáculo circense de la compañía de Les P'tits Bras

 

 

L'Odeur de la Sciure

Este verano tuve la oportunidad de asistir a un pase de L'Odeur de la Sciure (lo que vendría a ser El olor del aserrín), el segundo espectáculo de la Cie Les P'tits Bras (Compañía de los Pequeños Brazos), y la impresión que me causó no podría haber sido más positiva.

Se trata de un espectáculo circense de acrobacias. Transcurre en una pequeña pista que cuenta con dos mástiles entre los cuales se montan distintos juegos de trapecios y equilibrio. Lo primero que llama la atención es la estética. A pesar de que hacía un calor monstruoso, los artistas salieron ataviados como damas y caballeros del siglo XIX dejando ya claros sus roles: la señora, la señorita, un capitán a lo Corto Maltés, el jefe de pista y el comparsa desgarbado. Como tramoya adicional, un carrito de bebé también de época a los que se sumarían otros elementos: una maleta, botellas, cosas así.

El olor del aserrínA partir de aquí, todo el espectáculo reposaba sobre ellos y la asistencia de un técnico de sonido y apoyo: nada más. La base del mismo eran las acrobacias: números de funambulismo, trapecios y levantamientos de peso en equilibrio. Y quizás no las más espectaculares del mundo. Al menos, de un mundo en el que nos hemos acostumbrado a verlo todo por Internet. Pero en cualquier caso funcionaban e impresionaban y, sobre todo, se combinaban con mucho acierto y a muy buen ritmo.

No obstante, la fuerza del espectáculo residía en su narrativa. Todo se articulaba en torno a esos personajes presentados con sus atavíos arquetípicos y su supuesta historia vestía los propios números de habilidad. Poco a poco, a medida que se establecía la complicidad con el público, este aspecto tomaba más protagonismo y los acróbatas se revelaban, al mismo tiempo, auténticos clowns. La combinación de tensión y exhibición con vis cómica y tonterías fue perfecta y permitía abrir los horizontes del espectáculo en direcciones insospechadas.

Números musicales, números cómicos, números románticos que terminaban de cachondeo... y siempre con una buena interacción con el público que amenizaba todavía más las cosas. En cierta manera, era como llevar el circo un paso más adelante con mucho respeto y referencias al circo antiguo, una combinación elegante y desenfadada que funcionó a la perfección.

En definitiva, por su puesta en escena, su estilo y su originalidad, El olor del aserrín se mostró como un proyecto de gran calidad y acierto que se nos metió en el bolsillo a todos los asistentes.

Cie Les P'tits Bras - L'odeur de la sciure

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