OcioCiencia 0.4

Imagen de Luc Hamill

¡He retrocedido en el tiempo a la época en la que había dinosaurios no sólo en el zoo!” (H. Simpson).  

En un principio, yo iba para paleontólogo, y os hablo de antes del boom de los Dino-Riders, que si no, no tiene mérito. Tenía esa idea mucho antes de aquellos tenebrosos tiempos, antes de Jurassic Park. Fue así hasta que la cosa se torció. Ahora que volvemos a las extinciones veo que me estoy quitando la espinita clavada, y me alegro. No obstante, si la cosa sigue así tendremos que llamar al Dr. David Norman, que mis días correteando por el campo en busca de fósiles, libreta en mano, quedaron muy atrás.

 

La pregunta es de Akhul, que repite la experiencia afrodisíaca que casi todos los ociojóvenes se están perdiendo: Un tema recurrente en la CiFi o la fantasía es la aparición de una criatura que se creía extinta en tiempos más modernos. Leyendo en tus artículos que las extinciones acababan con "sólo" el 80-90% de las especies, ¿hasta qué punto sería esto posible? ¿Tendría la criatura que reunir algunos requisitos especiales? ¿Existirían algunos lugares más adecuados que otros?

 

Está recopilando material para un relato CiFi, ¿eh, jefe? Se te ve el plumero, bucanero. Bueno, la pregunta parte del improbable hecho de que nos encontremos con un ceratópsido en el Zaire inexplorado. Más Allá de la Ciencia lo anuncia de un mes para otro y el del medio también, pero luego la portada queda en un rinoceronte desenfocado.

 

Se puede decir que sólo ha habido una extinción tan catastrófica como la que mencionas, y ésa fue la Extinción Masiva del Pérmico-Triásico (o La Gran Mortandad, si ya se tiene confianza). Y en respuesta ya a la pregunta, la probabilidad que quieres saber está ahí, entre el 10 y 20% a favor de que la especie del bicho que supusimos muerto haya sobrevivido. Claro que esta cifra hay que refinarla condicionándola al ecosistema en que viva la especie, si está muy lejos de la civilización y/o si se trata de un bicho más difícil de ver que Los Diminutos.

 

¿Tendría la criatura que reunir algunos requisitos especiales? Indudablemente, y con eso ya tenemos más variables estadísticas. Cualquier criatura que sobreviva a una extinción tiene que poseer algo que la diferencie del resto que la palma (hablamos siempre de extinciones no provocadas por el hombre). ¿Qué requisitos? Depende de lo que esté pasando. Generalmente, en la naturaleza los cambios no son de la noche a la mañana, con lo que las especies disponen de un tiempo de adaptación y por ello la mayoría no caen a las primeras de cambio. En el caso de que fuera algo tan repentino como una erupción volcánica, podrían desaparecer los individuos de esa zona, pero no toda la especie. Si pensamos en algo más dramático como que todo se ponga patas arriba y se acabe el oxígeno, las criaturas anaerobias (que no necesitan oxígeno alguno) serían las candidatas a apoderarse del planeta. ¿Pero por qué iba a pasar eso? No hay motivo. Para que se acabase el oxígeno algo debería destruir todas las plantas, y casi nueve décimas partes de la biomasa total de la Tierra (que son unas 75.000 millones de toneladas) es vida vegetal, y encima está distribuida en diversos entornos. Luego no sólo tenemos motivos para pensar que la vida está diversificada en nuestro planeta, sino que además está bien asentada. Prueba de ello es que las especies desaparecen a un ritmo de entre dos y cinco familias cada millón de años, que es un ritmo bastante lento. Claro, nuevamente insisto: esto en condiciones normales. Si mañana cae una docena de cabezas nucleares por un hemisferio pues a tomar por saco el equilibrio. ¡Pero eso es trampa, ya no es una extinción natural! (sin hablar estrictamente, claro).

 

¿Existirían algunos lugares más adecuados que otros? Te lo respondo con un pareado: nuevamente, es indudablemente. Ante ciertos efectos, hay zonas de la Tierra más afectadas que otras. Una subida del nivel del mar sería una ruina para las especies que viven cerca de la costa, y el deshielo mandaría a paseo lo que haya por las regiones polares. Aun así, el lagarto Gila en su desierto no notaría los efectos (hasta que pasase muchísimo tiempo, si acaso) y podría seguir haciendo monólogos con un teléfono.

 

En concreto el término extinción se refiere al momento en que muere el último individuo de una especie. Como no podemos salir por el campo cada día a pasar lista para ver si todos los animalitos están vivos, en el momento en que a un animal se le deja de ver por su ecosistema durante al menos 30 años, se le da por extinto. Eso pasó con Bobby Fisher.

 

Si sólo tenemos individuos del mismo sexo, entonces la especie no podrá reproducirse (salvo que lo haga asexualmente, como algunas esponjas, bacterias y gusanitos) y acabará por desaparecer. Pero las extinciones en condiciones, esas que nos gustan ver mientras comemos palomitas, son las extinciones masivas (abreviadas en inglés como ELE, mucha gente lo lleva puesto atrás en el coche). Esas extinciones son las que se cargan un gran número de especies casi asfixiando a la misma vida... pero al final siempre tiramos el Anillo al bárbaro abismo del que procede y todo vuelve a la normalidad.

En total se cuentan seis extinciones masivas, pero no preocuparse que hay tarta para todos: la mayoría de los biólogos piensan que estamos a las puertas de la extinción holocena, causada principalmente por... adivinen. Sí, el hombre. Ya hay uno que ha dicho por ahí que con el ritmo de destrucción que tenemos la mitad de las formas de vida se extinguirán en un siglo. Bueno, bueno, un siglo... La mayoría considera que se ha colao. Pero en fin, mientras que en las pastelerías queden dulces de la Pantera Rosa por lo que a mí respecta no debe pandir el cúnico. Vamos a repasar las que por ahora sí llevamos que son las que sin duda han sucedido.

 

La primera ELE más o menos fue la suma de cuatro extinciones (la formulita os la puedo facilitar: extinción x 4 = ELE) y tuvo lugar hace 488 millones de años, allá por finales del Cámbrico y principios del Ordovícico. En aquellos días la vida se hallaba en el mar, con lo que un período glacial que redujo el oxígeno en las aguas no fue acogido con mucho entusiasmo por parte de las especies.

 

Mucho se perdió aquel día, pero aún se recuerda: los braquiópodos (primos de los moluscos) y trilobites sucumbieron, pero estos últimos casi ni lo notaron porque luego se les vería en nuevas especies por todo el Paleozoico.

 

Tendrían que pasar unos 40 millones de años hasta que llegase la siguiente ELE, nuevamente en la transición entre dos periodos: el Ordovícico y el Silúrico. Todo empezó cuando el supercontinente Gondwana se desplazó hacia el polo sur dando lugar a otro período glaciar que hizo descender el nivel del mar afectando otra vez la oxigenación de las aguas (pero qué originales somos). Este desbarajuste en la biosfera se vería compensado cuando pasase cerca de un millón de años y Gondwana volviese nuevamente hacia el sur... y con dicho retorno se fundieron los glaciales y así se perdieron más especies. Ea...

 

Ésta además de ser la segunda en orden cronológico es la segunda más catastrófica de todas las ELE, sólo superada por la del Pérmico-Triásico (La Gran Mortandad, si ya se tiene confianza). Cerca del 85% de las especies desapareció, y otra vez los braquiópodos salieron mal parados: ¡se les tiene manía!

 

La tercera fue hace 360 millones de años y tuvo lugar en el Devónico, en el cual se perdieron el 70% de las especies. Este fue un evento que probablemente duró unos tres millones de años. Lo bueno, si breve... y lo malo, si extenso...

 

Para variar, la crisis afectó más a los mares que a los continentes. Los corales que habían estado dominando el panorama nos dijeron adiós, y algunas especies de ellos ya no tendrían más auge hasta que se vieran los primeros dinosaurios. Los animales marinos de aguas cálidas habrían sido los peor parados. En general, el 77% de las especies se extinguieron. Aunque se sospecha del enfriamiento global como causa principal, no se excluye la influencia de un impacto extraterrestre o que alguien se dejara puesto un CD de Bustamante. Existen también evidencias de una era glacial: la horrorosa cantidad de plantas del Devónico chupó dióxido de carbono de carbono de más para contribuir a que el efecto invernadero se resintiese y todo se enfriase.

 

La cuarta ELE fue hace 251 millones de años y fue la dichosa Extinción Masiva del Pérmico-Triásico (o Gran Mortandad, ya sabemos). Ésta la comenté en Cuando la vida pudo morir, pero la repito ahora brevemente. Señores, nunca hemos estado tan cerca del desastre total como aquel día: cerca del 95% de las especies marinas y terrestres se irían extinguiendo a lo largo de unos 80.000 años. ¿Y qué pasó? Mira, Harry, cuando hablamos de algo así casi todo vale: volcanes en erupción por Siberia, un efecto invernadero aumentando la temperatura, un gigantesco asteroide que se nos tira de cabeza, océanos que se caldean, supernovas vecinas reventando, gases tóxicos por la atmósfera y Superman pidiendo auxilio. El resultado fue que durante muchísimo tiempo la Tierra fue un silencioso desierto dominado con tiranía y autoridad por... los hongos.

 

Al poco tiempo, unos 50 millones de años después, la ELE del Triásico-Jurásico eliminó cerca del 20% de las familias marinas, la mayoría de los terápsidos (bisabuelos de los mamíferos) y los últimos grandes anfibios, salvo Gustavo de Barrio Sésamo.

 

Se han propuesto varias explicaciones, pero ninguna convence. Ni cambios climáticos, ni impactos de asteroides ni nada. Fue todo como un show de Anthony Blake: muy misterioso, pero en serio. Lo que pasó nadie lo sabe, y el que diga que lo sabe miente y hay que darle una colleja. Pudo ser un suicidio en masa, o una huida a Marte para dejar el camino libre a los siguientes dominadores del planeta: los dinosaurios.

 

Y aquí tenemos la última ELE, tan sólo a 65 millones de años atrás, en el Cretácico-Terciario, donde se perdió cerca de la mitad de las especies. En esa mitad estaban los dinos, para pena de los paleontólogos y alegría de Spielberg.

 

Qué fue lo que pasó tampoco se sabe. Para mi tío (os lo digo en serio) la causa fue un desajuste hormonal de órdago: un diplodocus era más grande que un autobús y tenía el cerebro de una castaña. Hay que reconocer que un poco de desajuste sí que hay. Pero lo más aceptado es que algo proveniente del espacio vino a caer sobre la Tierra. ¡Jolín, con tantos impactos somos una diana rotante!

 

Llevo escuchando esta historia desde que era niño. En 1980 un grupo de investigadores halló en muestras tomadas por todo el mundo una concentración de iridio mucho más alta de lo normal. El iridio es raro, raro, raro en la Tierra, pero abundante en meteoritos. Oye, blanco y en botella. ¿Pero no sería que, a la vez, varios camiones llenos de iridio volcaron en distintas carreteras de distintos países y luego unos tíos con chaqueta...? Da igual. No es esa la pega que se puso a esta teoría. Lo que se dijo fue que no se conocía ningún cráter de dimensiones semejantes a las que debía haber producido tal impacto. Esta excusa se acabó cuando en la década de los 60 se descubrió un enorme cráter en la península de Yucatán que sólo pudo haber sido producido por un peñasco colosal llegado más allá de Plutón.

 

Este es el resumen, más o menos. Leyendo algo parecido, un genio llegó a la conclusión de que casi todas (precavidamente no quiso sentenciar) las grandes extinciones se debieron a impactos de asteroides. Bueno, estadísticamente cada 4 años es una Eurocopa y cada 100 millones cae algo gordo en la Tierra. No, no podremos enviar a Bruce Willis para cuando venga el próximo meteorito. Ni, lo que es peor, a Chuck Norris. Pero ésa es la menor de nuestras preocupaciones: cada 25 millones de años nuestro planeta entra en una zona densa de la galaxia y eso nos puede hacer pupa porque estamos bajo un mayor riesgo de explosiones de supernovas, por no mencionar que la Tierra queda asediada por el azote de vientos estelares intensos. Y, eh, eso no es un satélite, es una estación espacial. Chewie, conecta la energía auxiliar.

 

Ahora miremos al futuro y volvamos a la ciencia ficción. A ver, se abren las apuestas: ¿cuál será la próxima especie dominante? ¿Ratas, delfines, drows...? Los insectos están entre los favoritos, una impresionante capacidad de adaptación así lo avala. Si estás comiendo un sandwich, suéltalo, voy a decir una cosa. ¿Ya? Ahí va: las cucarachas pueden vivir tres días desde que se las haya decapitado. ¿Qué? ¿Más hambre? Bueno, quien esté interesado puede buscar por ahí el documental Futuro Salvaje. Es pura fauna de ficción con secuencias estilo Caminando con Dinosaurios y Caminando con Monstruos. En ellos aparecían cosas muy raras, empezando por aquel científico que, os juro por lo que me pongáis, es el siguiente paso en la escala evolutiva del hombre (para desgracia nuestra), así que no todo lo que sale es de mentirijilla.

 

Está curioso, salen pájaros con cuatro alas, tortugas sin caparazón y otros bichos muy majos como las carabelusas. Es tanto lo que sale que los que hicieron el bestiario del Dungeons & Dragons se quedaron con los dientes largos, en especial cuando se vieron esos pulpos trepando por los árboles y saltando de rama en rama cual Tarzán. Y para la pregunta sobre la siguiente especie dominante aquí va mi apuesta personal y la de muchos expertos (influenciados por mí): los cefalópodos. En efecto, los pulpos, calamares y seres de la competencia son de las criaturas más inteligentes que hay, capaces de resolver problemas complejos además de, gracias a sus diversas extremidades, ser capaces de tocar el bongo mientras hacen un crucigrama. Únicamente se les pone en contra su tiempo de vida, que no da lo bastante como para que desarrollen su raciocinio al completo.

 

La insurrección de los pulpos, ahí tienes una buena idea Akhul. Te dejo que me pises el tema CiFi, y por si te es de ayuda ahí te paso la sinopsis que llevaba escrita: “Mike Hoffman es un policía de los Ángeles separado que continuamente les dice a sus hijos que a los peces del acuario hay que cambiarles el agua. Un día, en el centro de L.A. aparece un pulpo vestido con gabardina que habla perfectamente portugués. A esta irrupción le siguen millones de cefalópodos en todo el mundo: París, Roma, Benidorm... Los freidores y marisquerías del planeta han caído. Nadie está a salvo, y Mike tendrá que emprender una carrera contrarreloj para salvar la humanidad y cambiar el agua de su acuario”. Eso se suponía que aparecería detrás del libro, yendo delante alguna cita escueta tipo “Hamill reinventa el thriller de calamares”, firmada por ejemplo por Pérez-Reverte u otro que diese caché a la obra.

 

Tengo mis momentos, lo reconozco.

 

Bueno, eso ha sido todo. Si veis por estos lares un OcioCiencia 5.0 habría que plantearse quién esta peor, si yo o los que me publican. En cualquier caso, por si me absuelven, dejadme preguntas. Sin miedo, sin compasión. Todo vale, todas valen (pero que sean de ciencia, porfa). Y cuidado con esos chocos fritos del chiringuito, que pronto seremos sus esclavos.

 

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