El legado

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Relato participante del I Concurso Warhammer 4OZ

 

MONOK

OR01618

Dist. Orb. 1,43 – 1,72UA

1,38G/temperatura 24´C

Mundo minero

Grado de diezmos: Adeptus Non

Estimado: A750

Población: 8,000,000,000

 

Notas: colonizado en el 837.M41

Monok es un planeta minero cuya superficie esta parcialmente perforada y erosionada por la industria minera. La mayoría de los habitantes son especialistas en todo lo relacionado con la industria de la perforación y la minería. El 85% de los recursos extraídos del planeta están destinados a aplicaciones militares. El planeta cuenta con un pequeño sistema de defensa planetaria y de 10,000 soldados de la Guardia Imperial encargados de mantener la seguridad en los dos únicos continentes.

 

 

EL LEGADO

 

El crucero de ataque Muerte Rauda, destructor clase Cobra de los Marines conocidos como los Señores de la Muerte, recibe un mensaje de un planeta cercano, confuso y cargado de estática, en el que se indica que al parecer están siendo atacados por un enemigo no identificado. La 3ª compañía de los Señores de la Muerte a bordo del destructor decide poner rumbo al planeta para defender a la población y erradicar la amenaza.

 

-Señor, llegada prevista al planeta Monok en tres horas y treinta minutos -grita uno de los pilotos con voz firme mientras observa un panel de navegación.

 

-Que los servidores despierten a nuestros hermanos de hierro, y sitúa a la nave en alerta uno -dice el señor de la 3ª compañía de los Señores de la Muerte mientras se ajusta su servoarnés a la armadura.

 

-Así se hará, señor -grita el navegante mientras se cuadra ante su señor.

 

Unos segundos más tarde, un grupo de quince servidores avanzan a paso acelerado en dirección a una puerta con una serie de gravados en oro que dice así: Para aquéllos que descansan eternamente pero que no mueren con el paso del tiempo. Tras desactivar una serie de cerraduras abren la puerta para entrar en una enorme cámara donde tres imponentes figuras descansan al amparo de la oscuridad ataviadas con unas finas ropas que cubren todo el cuerpo de metal. Los servidores se dividen en tres grupos y uno de cada grupo se conecta a la imponente figura mediante unos cables que salen de su cuerpo al tiempo que recita unos salmos casi imperceptibles para el oído humano mientras el resto retira con sumo cuidado las ropas del dread. Treinta minutos después concluyen el rito del despertar arrojando sobre el dread unas gotas de agua purificada al tiempo que el servidor que está conectado termina el salmo diciendo: despertad hermano -Ira sangrienta-: vuestro señor os reclama para el campo de batalla.

 

-Por... mis... hermanos -dice el poderoso dread mientras activa sus sistemas motrices al tiempo que hace rugir el motor.

 

El segundo en despertar es el -Cólera sagrada-, que alza su martillo mientras grita: Haré sentir mi cólera a mis enemigos.

 

-Que la furia del Emperador purifique las almas de los condenados -grita el dread -Furia devastadora- mientras activa su cañón láser y el lanzamisiles.

 

-Mi señor, los hermanos de hierro ya han sido despertados -dice uno de los oficiales mientras se aproxima a su señor.

 

-Bien, que formen todos en el hangar numero cuatro -ordena el tecnomarine mientras verifica el funcionamiento de su servoarnés.

 

Seis minutos más tarde la 3ª compañía está formada al completo esperando nuevas instrucciones.

 

-Atención, firmes -grita uno de los sargentos al ver entrar a su señor en el hangar, haciendo que todos los presentes se cuadren al tiempo.

 

-Descansen -dice el tecnoseñor mientras se aproxima a una pantalla de información táctica-. Hace aproximadamente unas cinco horas recibimos un mensaje del planeta Monok donde se nos informaba de un ataque a la población por parte de un enemigo no identificado. Todos nuestros intentos de establecer una línea de comunicaciones con las defensas han sido en vano, por lo que he tomado la decisión de poner rumbo al planeta para erradicar e identificar al enemigo. Nos consta que cuenta con un sistema de defensa planetaria estándar y de unos diez mil hombres de armas. La población total del planeta es de ocho mil millones. Monok es un planeta minero por lo que a parte de los diez mil guardias imperiales, el resto de la gente carece de formación militar. En cuanto estemos situados en posición, iniciaremos el descenso al planeta en dos oleadas divididas por escuadras. En la primera estará la escuadra táctica Raudos acompañados de la escuadra de veteranos Martillo estelar. Para asegurar la zona de forma rápida, contaran con la escuadra de asalto Escorpio. Como apoyo pesado tendrán a los hermanos de hierro Ira sangrienta y Cólera sagrada.

 

>>En la segunda oleada estará la escuadra táctica Argon junto con la escuadra de veteranos Garra de las estrellas. Como apoyo pesado estarán acompañados del hermano de hierro Furia devastadora. Y en caso de que el enemigo se atrinchere la escuadra de exterminadores de asalto Titán se encargara de ellos. El lanzamiento de la segunda oleada se iniciará en cuanto el sargento Paimos de la escuadra Martillo estelar dé luz verde. Yo encabezaré la segunda oleada. En caso de encontrar civiles se extremarán las precauciones y se mantendrán en cuarentena hasta nuevo aviso.

 

>>Bien, señores, ya conocen el procedimiento. En marcha -grita el tecnoseñor mientras se aleja de la pantalla táctica.

 

Todos los marines se apresuran a entrar en sus respectivas cápsulas mientras la escuadra Titán comprueba la señal de su baliza. La primera oleada desciende a gran velocidad sin mayores incidencias mientras el personal del crucero Muerte rauda escanea las defensas del planeta en busca de alguna señal de agresión, pero éstas permanecen desactivadas.

 

-Al habla el sargento Paimos. Iniciamos el descenso sin problemas. No hemos recibido ningún dato de que el enemigo nos esté disparando. En breve tomaremos tierra, cierro.

 

Las cápsulas se aproximan a un parque situado en el centro de la capital del continente Asfor llamado así por su mina principal. De hecho sólo es una mina pero debido a su tamaño tiene múltiples entradas dando la sensación de que el continente está plagado de ellas. El tamaño exacto de dicha explotación es incalculable debido a la cantidad de túneles y cámaras que lo componen. De hecho, lo único que se sabe con exactitud de la mina es que se extiende a una profundidad de treinta y siete kilómetros.

 

Paimos mira a los hombres que tiene a su alrededor. Todos permanecen tranquilos y callados, inmersos en sus pensamientos mientras descienden al planeta, y no puede evitar recordar tiempos pasados. "Vaya, de todos mis viajes en cápsula éste es sin lugar a dudas el más tranquilo a pesar del rechine del metal por el calor de la reentrada y las sacudidas por el aire." Y de pronto otro pensamiento embarga su mente sobre la clase de enemigos que le esperan a él y a sus hombres en el planeta.

 

"Me pregunto qué clase de enemigos nos esperan. ¿Serán los renegados que han agotado sus recursos en sus planetas en el ojo, esos traidores que buscan la gloria personal que anteponen sus necesidades por encima de todo y de todos? ¿O serán los Eldars oscuros que buscan más víctimas para sus juegos macabros y sádicos? Yo les enseñaré lo que es ser un sádico, yo les enseñaré lo que es el dolor... O puede que en una de las galerías de la mina desenterraran un artefacto ancestral y los Eldars hayan atacado el planeta para ocultarlo. Cómo odio a esos seres. Vanidosos y caprichosos siempre con esos aires de superioridad y de sabiduría infinita y son incapaces de dar explicaciones. Ojalá sean Eldars: hace ya largo tiempo que no tengo el placer de machacar a esos pedantes."

 

De pronto un golpe le interrumpe sus pensamientos. Es la señal de que la cápsula ha tomado tierra y no tardan las puertas en abrirse.

 

-Muy bien, chicos, quiero un perímetro de defensa -grita el sargento por el intercomunicador-. Escuadra Raudos, tomen posiciones al Este: quiero esa línea de árboles bien vigilada. Hermanos Ira sangrienta y Cólera sagrada, tomad posiciones tras ese muro de roca y cubrid el flanco Norte. Escuadra Escorpio, sobrevuelen el flanco Sur y tomen posiciones detrás de esa loma.

 

Mientras Paimos da las últimas órdenes a sus hombres no puede evitar preguntarse dónde están los enemigos y a qué esperan para atacar. Los minutos pasan y sólo hay silencio. Ni pájaros ni gente, nada de nada. Sólo un silencio sepulcral.

 

-Señor, esto no es normal -dice el sargento de la escuadra Raudos con un tono de voz preocupante.

 

-Sí, estás en lo cierto. Llevamos aquí en esta posición diez minutos y no hemos tenido contacto con el enemigo -afirma Paimos-. Aquí sargento Paimos a centro de mando, ¿me reciben?

 

-Aquí centro de mando: adelante, sargento -responde el tecnoseñor.

 

-No hemos tenido contacto con el enemigo. Solicito permiso para avanzar hacia el Norte y tomar posiciones en la ciudad.

 

-Recibido, sargento, procedan con precaución. Cierro.

 

-Bien, ya es hora de salir de aquí. Escuadra Raudos, encabezaran la marcha. El hermano Ira sangrienta os proporcionará apoyo pesado.

 

-Recibido, señor. Muy bien, hermanos, en marcha -grita el sargento de la escuadra por el intercomunicador.

 

-Ya tengo ganas de matar -dice el dread mientras abre y cierra su garra modificada.

 

La primera oleada avanza por el parque extremando las precauciones hasta llegar a una de las calles de la ciudad. El sargento de la escuadra Raudos mira en todas las direcciones en busca de un enemigo que se muestra esquivo a darse a conocer.

 

-Sargento Paimos, hemos llegado a una de las calles pero todo está en calma -dice Fader, sargento de la escuadra Raudos.

 

-Recibido, sargento. Aseguren un perímetro defensivo, en unos minutos estaré en su posición.

 

-Señor, mire -alerta uno de los marines a Fader al ver charcos de sangre en el suelo repartidos por casi toda la calle.

 

-¿Qué demonios pasó aquí? -se pregunta el sargento.

 

Minutos más tarde Paimos, llega al lugar. Fader informa.

 

-Señor, nos hemos topado con un sinfín de charcos de sangre pero pese a nuestra búsqueda no hemos hallado ningún resto de carne. Al parecer, después de matarlos debieron arrastrarlos.

 

-Si eso fuera así habría un rastro de sangre que mostraría la dirección en la que fueron arrastrados los cuerpos, sargento, y no veo rastro alguno -afirma Paimos mientras estudia con detenimiento los charcos de sangre-. Sargento Paimos a centro de mando, solicito un equipo científico para que tomen muestras de sangre a fin de determinar el tipo de atacante. Y doy luz verde a la segunda oleada.

 

-Negativo, sargento. Hemos interceptado una señal de socorro en el congreso y he ordenado a la segunda oleada iniciar el aterrizaje en esa posición. En cuanto a lo del equipo de científico, ya está de camino. Cierro. -Responde el tecnoseñor.

 

Muy bien, escuadra Raudos: tomen posiciones en la esquina Norte junto con el hermano Ira sangrienta. Escuadra de asalto Escorpio, suban al tejado del edificio y controlen las proximidades. Escuadra Martillo estelar, controlen las inmediaciones del parque. Hermano Cólera sagrada, tome posición en la entrada de ese aparcamiento -ordena a sus hombres mientras observa el cielo en busca de la cápsula que transporta al equipo científico.

 

Minutos más tarde, la cápsula toma tierra cerca de la posición de Paimos. De su interior sale un servidor destinado a operaciones de identificación de material biológico, y se aproxima al lugar de los charcos de sangre

 

-Sargento, ¿qué es lo que tengo que analizar?

 

-Estos restos de sangre -dice Paimos mientras señala uno de los charcos.

 

El servidor toma unas muestras y comienza su análisis.

 

-En unos minutos tendrá los resultados -afirma mientras pone una muestra a analizar bajo el microscopio. Un par de minutos más tarde, ha terminado-. Señor, ya tengo los resultados.

 

-¿Y bien? -Pregunta el marine mostrándose algo ansioso.

 

-Se trata de sangre humana en su totalidad y de una sustancia no identificada en mi banco de datos sobre especies conocidas.

 

-Mmm... ¿Un enemigo nuevo para el Imperio? -Se dice a sí mismo el sargento mientras pone su mano derecha en la barbilla en una postura pensativa-. Bien, servidor, quiero que continúes tomando muestras de todas las manchas de sangre y las analices una por una, y avísame si encuentras algo distinto -le ordena mientras lo señala con la mano derecha.

 

-Recibido señor.

 

-Aquí el sargento Paimos a centro de mando, ¿me reciben? -Un pausa-. Aquí el sargento Paimos a centro de mando, ¿me reciben? -repite con una voz más severa-. Sargento Paimos a centro espacial, ¿me reciben?

 

-Adelante, sargento -responde uno de los oficiales de la nave.

 

-Mis comunicaciones con el tecnoseñor Agradio me son imposibles de realizar por motivos desconocidos. Quiero que traten de ponerse en contacto con él de inmediato y me informen de su estado.

 

-Recibido -responde el oficial de la nave Muerte rauda.

 

-Sargento, esto no me gusta nada -dice Fader mientras mira a su alrededor como esperando un ataque en un momento a otro.

 

-Coincido con usted, sargento, pero esperemos que se trate de un fallo en las comunicaciones.

 

-Centro espacial a sargento Paimos, ¿nos recibe?

 

-Afirmativo -responde con un tono que denota preocupación.

 

-Nuestros intentos de establecer una comunicación con el centro de mando han sido infructuosos: la señal está sobrecargada de estática.

 

-Mmm… ¿Ha dicho estática, centro espacial?

 

-Afirmativo, sargento, pero continuaremos intentando establecer una vía de comunicaciones, cambio.

 

-Centro espacial, quiero que comparen esas señales anómalas con las recibidas hace seis horas y me informen cuanto antes.

 

-A la orden, señor -responde el oficial.

 

-Sargento Paimos, ¿qué ocurre? -pregunta uno de los veteranos mirando a su señor sin abandonar su posición.

 

-Nada, solo es mera rutina -le dice al marine mientras tantea uno de sus cargadores de munición especial.

 

De pronto comienzan a oírse unos extraños silbidos por todas las calles de la ciudad y a cada segundo que pasa aumentan en fuerza y en número, dejando claro a los marines que, sea lo que sea, se aproxima a sus posiciones.

 

-Hermanos, ha llegado nuestra hora -grita el sargento empuñando el bolter con la mano derecha mientras le quita la funda al machete de su pierna izquierda.

 

Pero a los pocos segundos los silbidos cesan al unísono y se hace el silencio.

 

-¿Qué mierda pasa en este jodido planeta, sargento? -Pregunta uno de los marines de la escuadra Raudos mirando a todas partes.

 

-Silencio, marine, y mantén la calma -le replica su sargento.

 

-Mantened las posiciones -grita Paimos por el intercomunicador.

 

De pronto una tapa de alcantarilla situada a unos veinte metros sale volando hacia el aire atrayendo la mirada del sargento.

 

-¿Qué ha sido eso? -Se pregunta Paimos observando con suma atención el agujero de la alcantarilla.

 

De pronto una voz salida del intercomunicador rompe el silencio:

 

-Centro espacial a sargento Paimos, ¿nos recibe?

 

-Afirmativo -contesta el sargento sin quitar la vista del agujero.

 

-Las señales recibidas hace seis horas coinciden con las captadas hace unos minutos.

 

-Recibido, centro espacial -Paimos permanece pensativo tratando de calcular las diferentes opciones que tiene hasta tomar una decisión-. Sargento Paimos a centro espacial.

 

-Adelante -responde el oficial de la nave.

 

-Manden varias unidades de transporte para evacuar a mis hombres. Nos dirigiremos a la zona de despliegue de nuestro señor.

 

-Recibido, sargento.

 

A los pocos segundos de terminar con las comunicaciones, una criatura enorme sale por el agujero de la alcantarilla haciendo éste más grande, y encarándose al sargento. La criatura tiene una altura de tres metros y se sostiene sobre seis patas que terminan en forma de punta, su cuerpo es alargado de unos cuatro metros y termina con una cola en forma de arpón de unos tres metros más. Su cuerpo está plagado de placas óseas muy parecidas a las de un armadillo. Su cabeza está compuesta de dos grandes ojos de color negro y cuatro pinzas formadas en X conforman su mandíbula superior e inferior. La boca está plagada de hileras de dientes en forma de sierra. El color de esta criatura es de un tono verdoso con algunas manchas negras que curiosamente se mueven por todo su cuerpo.

 

-Tiránidos -grita Paimos por el intercomunicador al tiempo que dispara su bolter.

 

Pero a la criatura no parecen afectarle los disparos y permanece inmóvil como si estuviera calculando o esperando algo. El resto de marines toman nuevas posiciones en una formación más cerrada y de esta manera concentran el fuego. Sólo cuando el hermano Ira sangrienta tiene en el punto de mira a la criatura, ésta se oculta en el interior de la alcantarilla. Paimos es consciente de que los Señores de la muerte no se han enfrentado a la amenaza tiránida y lo que conocen de estos seres es la información que otros capítulos han dado a conocer, y nunca se mostró muy confiado a lo referente a otros capítulos. Varias alcantarillas más salen despedidas por los aires y del interior emergen docenas de estas criaturas.

 

-Fuego, hermanos, matadlos a todos -grita el sargento Fader a sus hombres.

 

-Escuadra Escorpio, proporcionen apoyo a la escuadra Raudos de inmediato -grita Paimos.

 

-Recibido, sargento -responde Caudon, sargento de la escuadra de asalto-. Hermanos Escorpio, os ata un juramento, dadle ahora cumplimiento -grit a sus hombres mientras éstos lanzan un grito de aprobación al tiempo que la escuadra hace un picado para prestar ayuda a sus hermanos de la Raudos.

 

Los hermanos de hierro Ira sangrienta y Cólera sagrada salen al paso de varias docenas de estas criaturas cortándoles el paso, a golpe de martillo y de garra al tiempo que hacen escupir sin parar a sus cañones automáticos y de plasma.

 

La escuadra de veteranos mientras tanto mantiene a raya a sus enemigos con su munición especial, mientras que la escuadra Raudos sólo consigue abatir a estas criaturas con sus bolters cuando les disparan de cerca y en la cabeza. Uno de los marines de dicha escuadra es atravesado por el pecho con una de las colas arponadas de una criatura y lanzado varios metros por los aires hasta atravesar un ventanal de uno de los edificios, al tiempo que el sargento Fader grita a sus hombres para que se mantengan firmes.

 

-Luchad, hermanos, y mostradles el camino de la muerte.

 

Pero una de las criaturas se lanza a por él con una gran velocidad a pesar de su tamaño derribando al sargento con su cuerpo para rematar a éste con un poderoso mordisco en el pecho... pero con un movimiento astuto y rápido, Fader interpone su puño de combate justo a tiempo y aplasta la cabeza de la criatura como si fuese de mantequilla, salpicando al sargento en la cara mientras maldice al bicho por pringarle el rostro.

 

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