Servicio incluido

Imagen de Destripacuentos

Análisis de este original juego de cartas publicado por Asmodée en el que una serie de personajes fantásticos intentan evitar ser devorados por un insaciable gigante

“Servicio incluido” (Service compris en la versión francesa del juego, que es la que conozco) es uno de esos juegos de cartas para pasar un buen rato sin complicarse la existencia. Desde luego, no es el juego de estrategia definitivo, ni el concepto más original del mundo, pero funciona por su sencillo planteamiento y por su mecánica, que permite mucha interacción entre los jugadores.

 

Básicamente, el juego consiste en hacer que el resto de los jugadores pierdan a sus súbditos, devorados por el gigante, antes de que los suyos corran idéntica suerte. Para ello, se van jugando cartas, tanto en el propio turno como en los ajenos, para ir salvando o condenado al personal.

 

Una ambientación de gigante del bosque hambriento pronto a devorar dríades, brujas, orcos, goblins, calabazas y trolls, cada uno con su respectivo nombre humorístico, completa el cuadro.

 

Presentación

 

El juego se compone de dos mazos de cartas ilustradas muy acertadamente –mitad fantásticas, mitad humorísticas- por Franck Dion. El primer mazo se compone de 54 cartas que representan a las seis tribus –dríades, brujas, orcos, goblins, calabazas y trolls-, con ocho súbditos normales y un rey cada una, y el segundo de 56 cartas de acción, divididas en ataque, defensa y contra.

 

Las cartas vienen a todo color y las ilustraciones están muy cuidadas, aunque hay bastantes repetidas, lo que es una pena. Por otro lado, junto a las cartas se facilita un “tablero” de juego en cartón que representa la mesa a la cual está sentado el goloso gigante. Éste tiene la talla justa para que encajen seis cartas de personajes, momento en el cual el gigante empieza a devorar cosas.

 

También se incluye una docena de cartas de referencia rápida, en las que se indican las correspondencias de ataques, defensas y contras que se pueden utilizar. La variedad de cartas específicas lastra el juego un poco al principio, pero tampoco demasiado.

 

Sistema de juego

 

Al principio de la partida se reparte una tribu entera (ocho súbditos y el rey) a cada jugador, así como cinco cartas de acción. Después, siguiendo el clásico giro de las agujas del reloj, los jugadores van realizando su turno. En él, primero roban una carta de acción y después juegan o se descartan de una carta. Los jugadores que sean “atacados” pueden defenderse con las cartas respectivas, y cualquier jugador puede intervenir usando una carta “contra” adecuada.

 

Las cartas, básicamente –aunque hay de varios tipos y combinaciones de ataque y defensa- sirven para poner súbditos de los adversarios en la mesa del gigante, para evitar que los otros jugadores pongan a los propios, o para modificar la posición de los personajes dentro de la mesa del gigante. También es posible “liberarlos” o hacer que el gigante empiece o pare de comer, porque el gigante, como es natural, come.

 

¿Cómo empieza a comer normalmente este simpático grandullón? Muy sencillo: los personajes que caen en la mesa del gigante se van colocando ordenadamente más o menos cerca del plato –haciendo cola, vaya-. Una vez hay más de cinco personajes en la mesa del gigante, éste se despierta y empieza a comerse a uno después del turno de cada jugador (no de cada vuelta completa, por lo que la cosa va rápida). El gigante también se pone a comer si quedan menos de siete personajes en juego o gracias a cartas especiales. E incluso existen cartas para que el gigante coma más rápido todavía.

 

Una vez la mesa ha quedado vacía, o gracias a cartas especiales, el gigante para de comer. Si un jugador ve devorados a todos sus personajes, queda fuera de la partida.

 

Como se ve, la idea es conseguir que los jugadores adversarios vean a sus personajes en la mesa del gigante lo antes posible. Sin embargo, aunque el objetivo es simple, las tácticas son múltiples, pues las cartas contra se pueden jugar fuera de turno (y, de hecho, cambian el orden de juego en la partida) y, como en todos los juegos que permiten tanta interacción, el caer bien a los vecinos de la mesa pueden ser de mucha ayuda.

 

Existe un modo de juego avanzado en el que los reyes se reparten en secreto y los súbditos se distribuyen mezclados. La identidad de los reyes, que limita las posibilidades de recuperar súbditos, se desvela gracias a ciertas cartas, lo que hace que el juego se complique y se añadan nuevas posibilidades estratégicas.

 

Conclusiones

 

“Servicio completo” es un juego de cartas de mecánica extremadamente sencilla, con unas reglas que se entienden a la primera y unas posibilidades estratégicas que se aprenden muy rápido. Depende bastante del azar, pues según las cartas que se vayan consiguiendo es más o menos fácil defenderse. No obstante, el factor social es casi más importante: si tienes cara de niño desvalido es mucho más probable que ganes que si todos te tienen por el ogro de la pandilla.

 

La estrategia también tiene su importancia, sobre todo a la hora de adivinar por dónde van a ir los tiros y qué sacrificios merece la pena hacer. Hay que tener en cuenta que en la mesa suelen mezclarse personajes de todos los jugadores, y que no se trata de “matar” al mayor número de enemigos, sino de hacer que nuestros súbditos salven el pellejo.

 

Un punto oscuro es el dejar de jugar cuando se pierden a los personajes, aunque no suele ponerse de manifiesto en las partidas porque rara es la vez que se concentran los ataques sobre un adversario. También cabe comentar que el juego es más entretenido cuantos más jugadores hay. Las partidas a dos pierden bastante gracia.

 

En definitiva, sin ser hilarante, ni complejo, “Servicio completo” permitirá pasar un buen rato a los que busquen simplemente eso: pasar un buen rato. La impresión gráfica de la mesa del gigante que se va llenando, activando y desactivando, hace pensar a esa famosa escena de Indiana Jones en las minas del Templo Maldito. Y, desde luego, el juego hace revivir un poco esa sensación de aventuras sin riesgo, de diversión inocente en la que está permitido traicionar… dentro del juego, claro. Una opción interesante como juego ligero con el que amenizar una tarde.

 

Ficha técnica

 

Número de jugadores: 2 a 6

Duración de la partida: 45 minutos

Jugabilidad: Media

Dificultad: Baja

Autor: David B. Bromley

Editor: Asmodée

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