C.R.A.Z.Y.
Un breve comentario de esta película de Jean-Marc Vallée, un largometraje francófono sobre el desarrollo de una familia canadiense a ritmo de rock
La vida es, como resulta obvio, una gran fuente de inspiración. A veces, ni siquiera es necesario recurrir a grandes hitos para sacar una buena historia, y C.R.A.Z.Y. es un buen ejemplo de ello. Su argumento es sencillo: el desarrollo de una familia y sus relaciones interpersonales. Sin aderezo, no es muy distinto de la famosa serie Aquellos maravillosos años, con la que comparte varios elementos.
En primer lugar, que se centra en una familia media, con su padre trabajador, su madre ama de casa, su vivienda unifamiliar. En segundo, que cubre ese espectro algo retro de los años 60. C.R.A.Z.Y. más bien sus últimos estertores, metiéndose ya en los 70 y llegando hasta principios de los 80, aunque siempre con las raíces en esa primera década de liberación a través de la visión del padre, quien, en muchos aspectos, es el protagonista, o al menos el eje, del metraje.
Luego llegan las divergencias: no estamos en Estados Unidos, sino en Canadá -y en versión original la cosa es de lo más curioso, porque el francés de la zona tiene unos giros al inglés muy peculiares-, aunque se ve que la cultura pop que mamaron fue muy similar. La familia tampoco tiene ese equilibrio aparente que vemos en la serie televisiva, sino que cuenta únicamente con hijos varones. Cinco, nada menos, que son los que dan título, a través de un disco, a la película. Finalmente, el hilo conductor, el cuarto hijo, no es el modoso hijo pequeño, sino más bien un "bicho raro" en constante conflicto con su padre.
Con estos elementos, la película navega por las aguas del desarrollo interpersonal. Se tocan temas como la sexualidad -algo de mucho peso en la película-, las relaciones entre hermanos, las drogas, las amistades, el espacio vital, los sueños... todo en una clave más bien dramática, aunque se den escenas no exentas de humor. El peso de la narración lo sostienen no ya lo personajes, sino sus interacciones, lo cual es algo tan arriesgado como efectivo: la densa maraña que se genera entre el reparto está bien compensada, y es la que da interés a la historia más que las vivencias separadas de cada uno.
A lo largo de la película encontraremos momentos épicos y de gran impacto, pero es más en esos espacios intermedios, cuando se cimenta la complicidad con el espectador, en los que C.R.A.Z.Y. avanza a paso seguro. Este desarrollo funciona muy bien gracias a la banda sonora, sin duda, que nos permite revivir una época e ir situando en contexto la propia evolución familiar, muy en sintonía con los tiempos que van viviendo. Y es precisamente la música la que brinda algunos momentos memorables de la película, como el baile disco en una boda o la fantasía psicodélica de andar por casa con la que nos obsequia el protagonista.
Música y actuaciones, ésos son, en definitiva, los ingredientes que han hecho esta película memorable. Un magnífico trabajo en el que todo va perfectamente orquestado, y que nos lleva al interior de la naturaleza humana y, de paso, a echar un vistazo a esos años llenos de rock y rebeldía.
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se oyeron muy buenas cosas en su día de esta película, de esas producciones pequeñas que llegan más bien por el boca-oreja que por la promoción en sí. Quizás la vez en breve, eso de Aquellos maravillosos años me ha llegado, me encantaba esa serie
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