LAS ARCAS DE NOÉ-CF

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Dulcinea2002
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Poblador desde: 28/06/2009
Puntos: 60

 

                                 
                                                  
               Camino por las calles de mi ciudad natal. Han pasado muchos años desde que la vi por última vez. Ahora, cuando recuerdo aquel tiempo el corazón se me encoge. Hay suciedad y basura por todas partes, y el cielo, antes azul, se encuentra nublado a pesar de que el sol aprieta con fuerza. El aroma a mar abierto que antes impregnaba los rincones, las placitas y las callejuelas, se ha convertido en una mezcla nauseabunda de gas, monóxido de carbono y  desperdicios que exhalan sus cientos de chimeneas.
                     El mar está sucio. Una repugnante grasa brilla sobre la superficie. La arena, con la que mis manos infantiles construyeron castillos desafiando a la realidad, se encuentra cubierta por una capa negruzca, como el fruto de una maldición. En las marismas, mi espacio libre por donde tantas veces galopé sobre mi caballo sintiendo la embriaguez de la libertad, hoy sólo encuentro desolación. No podría caminar por este barro sin manchar mis tacones, sin tropezar con algún hierro mohoso.
             ¿Adónde fue la belleza de las marismas? Ya no quedan sino barracones de metal, herrumbre, hongos, fábricas destartaladas, naves comerciales, rechinar de hierro, trenes mugrientos de mercancías, ruido, basura, sirenas estridentes y humo, mucho humo... y ni un solo pájaro, ni una sola gaviota, pero sí mosquitos, miles de mosquitos.
               Huyo de la ciudad y me voy al campo. Subo a un montecito desde el cual se divisa, mejor dicho, se divisaba la ría que envuelve a mi hermosa ciudad del sur. Ahora el humo y las lágrimas me impiden verla. El cielo se va oscureciendo poco a poco hasta llegar la noche, sin casi darme cuenta. Un oneroso silencio lo inunda todo, como si la naturaleza presintiera algo.
                Una sacudida hace temblar el suelo Un grito de terror llega hasta el otero donde me encuentro. El cielo, negro ya, queda iluminado con las ráfagas de luz que producen las explosiones. Caen los edificios envueltos en llamas. El suelo tiembla. Alaridos de terror. El mar se ha teñido de rojo. El agua de una cascada se ha vuelto roja también. Es sangre, lo sé. Quiero huir, pero no puedo. Fluyen ríos de sangre. Edificios que se derrumban. Grietas enormes que se lo tragan todo. El cielo, mientras, ha tomado un bellísimo color azul. Lo cruzan infinidad de ráfagas multicolores, y éste se va haciendo cada vez más claro al par que la tierra se calma. Amanece. Ya es de día, pero el Sol no sale por donde siempre, sino por el lado opuesto: !Por occidente! y más deprisa que de costumbre, desaparece por donde antes salía, tan deprisa, que podría decir que sólo ha tardado media hora en recorrer su camino habitual.
                   El cielo se oscurece de nuevo. La noche se acerca rápidamente, demasiado rápidamente. Ya es noche cerrada. Sale la Luna. Corre. Corre vertiginosamente por el cielo. Desaparece. Vuelve a salir el Sol. Es de día otra vez. Otra vez de noche. De día. De noche. Día. Noche. Dia. Noche...Pasan los astros por el cielo como ramalazos de luz, como enloquecidos meteoritos, mientras el día y la noche se suceden a velocidad increíble. Las llamas de los edificios se han ido apagando poco a poco. Sólo quedan ruinas. Frío. Siento frío, mucho frío. Las noches cada vez son más largas y los días más cortos, más cortos, más cortos, hasta quedar reducidos a momentáneas ráfagas de luz, efímeras chispas azules. También cesan las ráfagas del  día. Ya no hay luz. Ya no existe el día. Sólo la negrura total de la noche eterna, sin tópico, noche eterna, porque ya no existe el día. Las estrellas pasan rápidamente por el negro firmamento, firmando con su rúbrica un destino incierto, dejando estelas de luz continua, entrecruzándose sobre el negro espacio exterior porque el azul también se fue. He comprendido por fin: !La tierra huye!
                   La Tierra se ha desprendido de su órbita alrededor del Sol y gira como loca abandonando a la Luna, como un barco a la deriva por el inmenso mar del universo ¿Hacia dónde? El corazón gastado de la Tierra ha dejado de latir. Ya no tiembla. Está muerta. El mar, los ríos y las cascadas se han convertido en masas de hielo rojo y brillante. Estoy helada, como estatua de hielo, mujer de Lot, espectadora horrorizada y añorante de una nueva ciudad bíblica.
                 Después del silencio inquietante que sucede a toda tragedia, puedo percibir algunos sonidos. Luego, in crescendo, una sinfonía de ayes, lamentos, rezos y maldiciones vibra en el gélido aliento de la noche. Seres humanos con aspecto de fantasmas, destrozadas sus ropas, cubiertos de sangre, emergen de las ruinas, de los automóviles, destrozados, llorando, gritando, pidiendo clemencia. Perros que aúllan entre los escombros buscando a sus dueños y yo aquí, en mi otero, sin poder hacer nada. Unas luces potentes cruzan el cielo. Son luces cegadoras, multicolores. No son estrellas. Son naves enormes que se posan suavemente sobre el helado y rojo mar. Y en medio de un clamor unánime, por encima de tanta muerte y desolación, una poderosa voz resuena atronadora:
                     “!Terrestres! Esta hecatombe os la habéis buscado vosotros mismos. El Mundo se ha vuelto loco. Contamina. Destroza la naturaleza, roba y mata. Varios ingenios nucleares han estallado a la vez en diferentes partes de la Tierra. Las explosiones han sido tan tremendas, que han desviado a vuestro planeta azul de su órbita marcada por Dios desde el principio de los tiempos, y por eso, vuestro hogar marcha hacia su destino inexorable: el impacto con una enorme estrella que la atrae con su fuerza gravitatoria. La atmósfera también está escapando de la superficie de vuestro globo. Os quedan tan sólo unas horas para morir asfixiados o helados.”
              “Sin embargo, el Altísimo, una vez más ha tenido misericordia de vosotros. En todas las ciudades, aldeas y pueblos del mundo, en los desiertos, en altamar o en la montaña, en todas partes, os aguardan naves como éstas en las que podréis embarcar rumbo a otros planetas deshabitados, puros y salvajes. Allí podréis emprender una nueva vida, desde cero, sin las comodidades de la tecnología. Pero todos no vais a embarcar. No hay suficiente sitio. Las plazas son limitadas. Por lo tanto, hemos hecho una selección...”
                     !!!Yo!!!, fue el grito que salió de todas las gargantas.
                  “!Silencio! Los elegidos son: los niños, algunos animales, los pobres, los pacíficos, los marginados, los generosos, los que hicieron algo bueno para la humanidad, médicos de conciencia, inventores de ingenios para la paz y por último, aunque no todos se lo merecen, los poetas, para que canten y cuenten a las futuras generaciones lo que habéis presenciado, para que la escriban en las rocas y se guarde en la memoria colectiva.”
                      La nave en forma de círculo se encuentra posada sobre el mar helado. Un torbellino de focos multicolores se refleja en la superficie. Todo el mundo quiere subir a la nave o a otras más pequeñas que ahora distingo. Se empujan, se pisotean, se atropellan en su desesperación. Unos consiguen subir. Otros no. Una invisible barrera les impide acercarse a las naves. Chocan contra ella, caen hacia atrás, resbalan y patinan.
                   Me despierto bañada en un sudor frío, sin hacer ruido para no despertar a mi familia que duerme feliz sobre unas confortables pieles, descorro las cortinas que cubren la entrada de la cueva para que el frío de la noche serene mi espíritu y contemplo el cielo despejado. A pesar de que estamos en el decimocuarto mes del año—al que he llamado Esperanza—no hace frío. Allí arriba, como siempre, están mis tres queridas lunas, Selene, Isis y Diana.
 
 
 
 
 
 
 

Que camines rodeado de belleza.

Bendición de los indios navajos.

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Victor Mancha
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Bienvenida, Dulcinea2002.

Participas en la categoría de CIENCIA FICCIÓN.

Recuerda que si quieres optar al premio del público o a su selección debes votar al menos una vez (punto 9 de las bases).

En este hilo te pueden dejar comentarios todos los pobladores. Te animamos a que comentes los demás relatos presentados.

Si tienes alguna duda o sugerencia, acude al hilo de dudas, preguntas e inquietudes, y en caso de que no encuentres respuesta puedes señalarla en el post correspondiente.

¡Suerte!

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mawser
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Un relato bien escrito (aunque no me ha convencido el tramo en que el planeta sale de su órbita) con un mensaje siempre necesario.

https://www.facebook.com/La-Logia-del-Gato-304717446537583

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Dulcinea2002
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Agradezco las críticas, porque estas me ayudan a mejorar, pero agradecería que me dijeras por qué no te convence ese pasaje ¿Es que no te parece lógico?

Que camines rodeado de belleza.

Bendición de los indios navajos.

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mawser
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Buenas, Dulcinea, lamento no haber respondido antes pero he andado pelín desconectado estos días.

El pasaje que te comento no me ha convencido del todo porque creo que si la Tierra saliera de órbita el mayor cambio que habría en el planeta sería un descenso progresivo (y a la larga mortalmente definitivo) de las temperaturas. Realmente no creo que si el planeta se saliera de su órbita se pusiera a girar como una peonza alejándose velozmente del sol tal y como describes en tu relato (con esos rápidos cambios día-noche que propones, creo que sí cambiaría pero no tan abruptamente). Sin duda esto restaría la inmediatez que requiere el relato con la aparición de las naves espaciales y su explicación correspondiente, pero aumentaría su credibilidad.

Pero ya te digo que simplemente no me ha convencido esa explicación en concreto, el relato en general sí me ha gustado y creo que el mensaje que desprende sigue siendo necesario.

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reimundez
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Un canto nostálgico como preludio de un fin trágico.

Queda reseñado cómo el ser humano puede ir por delante de las bestias.

Final reposado y expectante. Enhorabuena Dulcinea.

Saludos. 

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