Barbarossa

Imagen de Long Clic Silver

Corría el año 1987 cuando Playmobil lanzaba su primer pirata único

 

Hasta la fecha, una de las reglas básicas de la compañía era que sus personajes fueran intercambiables: los propios niños podían adecuar tal o cual clic a tal o cual escenario valiéndose de los accesorios y las pelucas. Un sombrero, un pañuelo, una bandolera... eso determinaba si un clic era un vaquero, un astronauta o un intrépido pirata. Sí que es cierto que ya existían algunos elementos diferenciales, como las patas de palo, pero fue a partir del lanzamiento de este pirata que quedó clara la nueva línea de Playmobil. Aunque habría que esperar a 1991 para ver en todo su esplendor la nueva colección, este Barbarroja ya se diferenciaba lo suficiente de sus compañeros como para ser considerado único. Y, por supuesto, el capitán indiscutible.

No solo por el cofre cargado de oro con el que contratar su propia tripulación de ratas portuarias, ni por su cuidado atuendo, que incluía “botas”, puños vueltos en la casaca, espada en bandolera y un nuevo tipo de sombrero de dos picos, corto, de pluma igualmente corta, que no llegó a prosperar. Ni siquiera el terrible parche, que todavía no había sido visto por el Caribe de los clics, ni los botones de la chaqueta, algo también inédito. Sino, sobre todo, por su envergadura.

Barbarossa era el primer playmobil gordo. Este modelo, que todavía sigue utilizándose y que es la única variante física que hemos visto (bueno, también están los “enanos” de los cuentos de hada que usan cuerpo de cliquitos), resultaba imponente frente a los otros piratas. Más robusto y, desde luego, más terrible, a pesar de su angelical sonrisa de cacho de pan.

También la barba era algo nuevo dentro de la línea pirata, aunque hubiéramos podido verla en otras series, como el popular safari o los nómadas árabes. Quién sabe si todos estos elementos apuntaban, en efecto, al personaje histórico que pudo inspirar a los diseñadores: Jeireddín Barbarroja, o más bien Jidr 'ibn Ya'qub.

La barba cobriza, que es un rasgo distintivo en el Mediterráneo ligado a los normandos que visitaron estos mares en la Edad Media, pero que ya había tenido precedentes en personajes como Nerón (apodado “barbas de cobre”), le valió el sobrenombre por parte de los italianos de Barbarossa. Y, al mismo tiempo, las hazañas bélicas de este corsario turco, que llegó a ser Baylar Bey (comandante general) quedaron grabadas en el imaginario popular de tal manera que han sobrevivido al paso de los siglos: las bases de berberiscos en el norte de África, Argel como nido de piratas —corsarios, más bien—, asesinatos, grandes batallas, el Imperio Español puesto en jaque en el mar... material de leyenda que hace que Barbarroja sea un nombre de pirata que a todo el mundo le suena, aunque muy pocos lo ubiquen en el siglo XVI y menos en el Mediterráneo.

Lo cierto es que tampoco este clic pretende resultar muy fiel al personaje: si este perdió un brazo como consecuencia de sus heridas, al parecer no perdió ningún ojo. Poco más pueden tener en común que la barba, y poco más necesitan para hacer soñar, ambos dos, cada uno a su manera, a los niños aficionados a los piratas.

Una curiosa aparición la de esta caja 3382 que quedó un poco en el limbo, entre dos mares y la confusión de una generación de niños que no sabíamos si nuestros viejos clics podrían convivir con los nuevos.

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