Killers

Imagen de Bloody Maiden

Seguimos el repaso de la discografía de Iron Maiden con su segundo álbum: Killers.

Conocido por ser el último disco que contaría con Paul Di'Anno como vocalista, es también el disco en el que se incorporaría Adrian Smith como guitarrista para sustituir a Dennis Stratton, quien dejó la banda por diferencias musicales (aunque se rumorea que más bien conflictos) con Steve Harris, quien, por cierto, escribió prácticamente todas las canciones de este álbum.

En conjunto, sigue bastante la línea de Iron Maiden, el disco precedente, con fuerza pero quizás con menos variaciones o sorpresas. Hay que tener en cuenta que dos temas ya habían sido compuestos por la banda pero nunca grabados en estudio, Murders in the Rue Morgue y Prodigal Son, por lo que se pueden escuchar en algunos directos de aquellos años y entender la continuidad entre ambos discos.

Iron Maiden - KillersComo introducción tenemos la instrumental The Ides of March (Los idus de marzo), que hace referencia a una expresión romana que originalmente era sobre los buenos augurios (los 15 de cada mes, y marzo, el mes del dios de la guerra, Marte, era el primer mes del año) que se atribuye a Julio César justo antes de su asesinato: cuídate de los idus de marzo. Advertencia profética de un grupo que sabía que tendrían mucho éxito y les podían coser a puñaladas (metafóricas) o no, lo cierto es que brindaba al grupo la introducción necesaria para los conciertos ahora que ya tenían el magnífico cierre de Iron Maiden. Como curiosidad, la canción es prácticamente idéntica a Thunderburst de Samson, grupo con el que tenían relación y que tenía como vocalista a... Bruce Dickinson.

Sin solución de continuidad, pasamos a uno de los pocos temas que han sobrevivido del álbum en los directos: Wrathchild (Hijo de la ira), una canción intensa y llena de fuerza sobre un niño abandonado por su padre que lo buscará sin éxito a lo largo de su vida, un tema que llena con su despiadada batería y su energía. Es una canción todavía emparentada con el lado urbano de Iron Maiden, muy presente en este disco.

De ahí pasamos a la vertiginosa Murders in the Rue Morgue, inspirada en el relato homónimo de Edgar Allan Poe (Los asesinatos de la calle Morgue), una canción endiablada que nos transporta a toda velocidad a la escena del crimen en el pellejo de alguien que se encuentra con las manos cubiertas de sangre y se ve compelido a huir. La literatura sigue siendo una fuente de inspiración para la banda.

A continuación vamos con Another Life, mucho más sencilla en su contenido (apenas una estrofa), pero de una gran fuerza musical, brinda una buena ocasión para que la batería se luzca, algo que no ocurre con demasiada frecuencia. El tema opta por la introspección y por hablarnos de la desesperación personal y el suicidio.

Y volvemos con la segunda instrumental del disco: Genghis Khan, que transforma melodías de corte oriental, trepidantes como una cabalgada por la estepa, en un tema metálico. De las instrumentales de Iron Maiden que más me gustan y en la que se ve que el interés por los temas históricos era ya temprano.

Para cerrar la cara A del disco teníamos Innocent Exile donde, tras una intro bastante fuerte, encontramos un tema de rock rítmico con un argumento, de nuevo, de un chico inadaptado acusado de asesinato. No es de extrañar que el disco se llame Killers (Asesinos).

Y como arranque de la cara B, la joya de la corona: Killers, el tema que da nombre al disco y, a mi parecer, uno de los mejores de la banda por sus variaciones de ritmo y los juegos con la guitarra, así como por las posibilidades vocales que brinda. Tiene una sonoridad única que no reencontramos en otros posteriores de la banda y que a mí me recuerda siempre a Running Free. Sería una magnífica banda sonora para una película slasher, sin duda, teniendo en cuenta también la letra: la idea del acecho, la demencia, etc. Es uno de los dos únicos temas no compuesto exclusivamente por Harris, que comparte la paternidad con Paul Di'Anno.

De ahí a la zona en penumbras, Twilight Zone, una canción que nos habla de nuevo de la ausencia, quizás a través de un alma en pena que ha quedado atrapada en un espacio intermedio, una suerte purgatorio, con un ritmo más pausado pero un trabajo vocal muy metalero que incluso recuerda a bandas como Halloween. Este tema no se incluyó en la primera versión del disco, aunque sí en la edición norteamericana. Escrito por Dave Murray y Steve Harris, cambiaría de posición en la reedición del disco de 1998.

Luego vamos con un tema de reminiscencias bíblicas: Prodigal Son (Hijo pródigo), donde nos habla de otra oveja descarriada, esta vez desde un punto de vista menos crudo y directo, más etéreo, con referencias al diablo y a una tal Lamia, y un ritmo pausado, casi acústico, pero no por ello menos duro que el resto del disco. Seguimos con el tema de la condenación.

Y caemos, cómo no, en Purgatory (Purgatorio), una canción que se puede tomar como una lectura directa de un alma condenada al purgatorio después de muerta o como una metáfora de alguien que ha perdido totalmente el control, lo que iría más en la línea de marginalidad de otros temas del disco. O quizás sea un puente entre ambos. En cualquier caso, un tema rápido y explosivo, de los más metaleros del álbum.

Ya como cierre, pasamos a Drifter (Vagabundo), una canción que habla de un músico que no puede parar ni parece querer hacerlo, una especie de himno y al mismo tiempo visión de la pasión como un maldición sobre la cual hay que plantearse una cura que, por supuesto, no se tomará. Con una estructura más rockera y menos formal que temas posteriores tenía que ser muy bailable en directo.

Con este disco, para mí, se cierra una etapa en Iron Maiden, y no solo por los cambios en la formación. Hay, en mi opinión, también una evolución en el sonido y el enfoque de la banda, menos urbana y más teatral. Sin duda, tanto en Iron Maiden como en Killers están las raíces de lo que llegaría a ser el grupo, pero a partir de aquí pasamos al tronco. Y vaya tronco, colega.

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