Décalogo del perfecto cuentista de Quiroga (vamos a discutir)

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Decálogo del perfecto cuentista

Horacio Quiroga

I

Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.

II

Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

III

Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

IV

Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

V

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

VI

Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

VII

No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

VIII

Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

IX

No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

X

No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

 

"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo a mí" (Ortega y Gasset)

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Pues yo siempre he estado de acuerdo con cada uno de los puntos desde que conocí este texto, hace unos diez años, desde luego que Quiroga pone en el punto de mira unas cuestiones de las que se suele hablar y que hemos hablado ya aquí  en ociozero en muchas ocasiones.

El punto uno lo podríamos resumir diciendo que necesitamos un referente a la hora de escribir y que su manera de escribir nos debe cautivar e ir adaptándola a nuestra manera de escribir poco a poco, como dicen el punto dos y tres. El punto cuatro me parece muy pasional al compararlo con tu novia; es cierto que debemos poner en el relato todo lo que llevamos dentro, para que no se nos quede frío. El punto cinco es muy importante, ya que si no sabemos a dónde vamos, tendremos que hacer un aterrizaje de emergencia con todo lo que eso conlleva. El punto seis incide en algo que nos pasa mucho por la cabeza: "¿Cómo expresar de la mejor manera lo que tengo en la cabeza y que suene bien?" Pues sí, así como estás pensando, así de simple.El punto siete es de los más clásicos, y yo lo veo como algo muy sencillo, si no sabes adjetivar y pones adjetivos a diestro y siniestro, se va a notar, créeme. En el ocho se comenta el peligro de contaminación de puede llegar a alcanzar el narrador.No debe entrar el narrador en el mundo de los personajes ni estos en el del narrador. El punto nueve es de los más bonitos a mi parecer, no hay que escribir justo después de un enfado o una alegría, sino que hay que dejarla madurar unos días para escribir con templanza. Y el diez es mi favorito, hay que ser un poco egoísta y pensar que el cuento tiene que ser él mismo, no un producto de las conciencias universales.

"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo a mí" (Ortega y Gasset)

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Léolo
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I

Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.

Si sólo se cree en un maestro, ya empezamos con limitaciones de primeras. Yo aquí diría: lee mucho, quédate con lo que más te guste de cada uno, y escribe sin pensar en ellos.

II

Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

Este punto, directamente, no tiene ninguna importancia. En el caso de que llegues a superar al maestro, jamás nadie lo sabrá.

III

Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

Este punto sí es bastante razonable y dice dos verdades muy importantes: imitar es inevitable; y el estilo o personalidad del escritor es algo que se irá forjando a lo largo de muchos años, siendo mutable y no conclusivo.

IV

Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

Aquí equivoca dos cosas muy distintas: el triunfo con el arte personal. Conozco muchos artistazos que jamás triunfarán. En lo demás, que uno tenga que poner toda su pasión en lo que escribe es algo absolutamente evidente.

V

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

Creo que la primera frase no tiene nada que ver con la última. La última la comparto. La primera me irrita. Está bien formarse una idea y saber adónde vas. A veces. Otras es mejor dejarse llevar y escribir sin pensar. Al menos, mis  mejores cuentos surgieron de esa forma...

VI

Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

Claro. Si quieres expresarte con exactitud. Ahora bien, ¿quién dijo que ese fuera el objetivo de la literatura?

VII

No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

Esta sentencia es definitoria de estilo. Odio que me digan cómo debo escribir. La importancia de una palabra es la importancia que tenga para ti en ese momento y en ese contexto. A veces los sustantivos son los que modifican al adjetivo y no al revés.

VIII

Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

Con esta sentencia me doy cuenta de que no estamos hablando de lo mismo. Está claro que mucha gente espera de un relato una novela depurada. A mí me encanta abusar del lector y que este haga por conocer las claves que le propongo. Si no,  escribir me aburriría soberanamente.

IX

No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

Será que yo soy un romántico. O un exaltado.

X

No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

Este punto lo comparto al cien por cien, pero me parece incongruente con el resto del discurso de Quiroga. Durante todo el decálogo nos está formando para ser el perfecto relatista que guste a la gente y pueda triunfar. Ahora nos dice que nos olvidemos de eso y sólo escribamos para nosotros y nuestros personajes.

 

En definitiva, creo que cualquier decálogo no es más que un chiste entre escritores, al igual que Lars Von Trier creó el movimiento Dogma como chiste entre un grupo de directores. La simple premisa de sintetizar una forma de vida en diez puntos es cuanto menos de una ambición desmesurada, lo que denota una suma estupidez o, como creo, un gran y estupendo sentido del humor.

 

 

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Patapalo
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I

Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.

Si sólo se cree en un maestro, ya empezamos con limitaciones de primeras. Yo aquí diría: lee mucho, quédate con lo que más te guste de cada uno, y escribe sin pensar en ellos.

Tú eres monoteísta, ¿no? No creo que se refiera a creer en sólo un maestro (si no, para qué nombrar varios que considera meritorios), sino a asentar nuestras bases mirando a los que nos han precedido. Muchos autores son soberbios en exceso y ni siquiera se molestan en leer lo que han hecho otros antes (o a la vez) que ellos. Más que como una limitación, lo veo como un recordatorio.

II

Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

Este punto, directamente, no tiene ninguna importancia. En el caso de que llegues a superar al maestro, jamás nadie lo sabrá.

Creo que lo enfocas desde un modo global, cuando me parece que son consejos íntimos. A mi parecer, es complementario con el anterior: toma referencias, pero no te obsesiones con ellas. Sé consciente de que hay maestros en esto, y observa su trabajo, pero no estés todo el día pensando en hacer una obra maestra.

 

III

Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

Este punto sí es bastante razonable y dice dos verdades muy importantes: imitar es inevitable; y el estilo o personalidad del escritor es algo que se irá forjando a lo largo de muchos años, siendo mutable y no conclusivo.

Totalmente de acuerdo.

 

IV

Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

Aquí equivoca dos cosas muy distintas: el triunfo con el arte personal. Conozco muchos artistazos que jamás triunfarán. En lo demás, que uno tenga que poner toda su pasión en lo que escribe es algo absolutamente evidente.

No creo que las equivoque, sino que señala, precisamente, una gran diferencia: lo importante no es que triunfes o no (esa capacidad no la deja como lastre al autor), sino que te apasiones con lo que deseas. Y será evidente para ti y para mí, pero te aseguro que mucha gente pierde de vista las cosas más evidentes.

V

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

Creo que la primera frase no tiene nada que ver con la última. La última la comparto. La primera me irrita. Está bien formarse una idea y saber adónde vas. A veces. Otras es mejor dejarse llevar y escribir sin pensar. Al menos, mis  mejores cuentos surgieron de esa forma...

¿No tenías ni siquiera un concepto? ¿No sabías lo que querías escribir, o sobre qué querías escribir, o qué querías transmitir? Hombre, yo soy la antítesis del escritor planificado. Me han caído broncas monumentales sobre el tema (sobre todo en mis primeras novelas), pero, aun así, tiene que haber una intencionalidad cuando te pones a escribir, ¿no?

No hablo de ejercicios ni de experimentos como la escritura automática, sino de obras a las que les quieres dar una forma. Siempre hay una chispa y un objetivo. Luego, efectivamente, puede surgir otro mejor por el camino, y modificas el relato, pero escribir por escribir, es divagar.

Confieso que este punto es el que veo más peliagudo, pero tiene una verdad de fondo muy importante: escribir no es sólo ir poniendo letras, es también saber qué vas a contar. Hay muchas historias de relleno que la humanidad se hubiera ahorrado si hubiera existido un poco de reflexión previa.

VI

Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

Claro. Si quieres expresarte con exactitud. Ahora bien, ¿quién dijo que ese fuera el objetivo de la literatura?

El punto es necesario. Hay mucha gente que se olvida de que el lenguaje es una herramienta. En ningún momento se dice que la precisión sea el objetivo de la literatura, pero es que creo que te lo tomas de un modo literal.

La escritura requiere de precisión, sea para ser exacto, sea para ser inexacto. Tú, como autor, decides lo que tienes que contar, y luego tienes que saber usar las palabras correctas, ni más ni menos.

Este es un problema que veo ahora, con frecuencia, en el uso de gerundios. Veo autores que, groso modo, saben qué quieren decir, pero no saben cómo decirlo adecuadamente. Y la literatura no es contar historias, precisas o imprecisas; es crear con la escritura. No hablamos de contar anécdotas en el bar: hablamos de escribir, y ahí, saber qué palabra va y cuál no va es indispensable.

 

VII

No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

Esta sentencia es definitoria de estilo. Odio que me digan cómo debo escribir. La importancia de una palabra es la importancia que tenga para ti en ese momento y en ese contexto. A veces los sustantivos son los que modifican al adjetivo y no al revés.

Claro, pero es importante pensar en ello. A mi parecer, el punto cumple su objetivo: recordar en qué consiste escribir: en saber combinar recursos y estilo para contar lo que quieres. No sé, para mí resulta obvio que quien entienda el fondo del consejo, entenderá también que no hay por qué limitarlo a la adjetivación.

También hay que tener en cuenta la época de la que data este decálogo. Y, además, como dice Velectric hay mucha gente que esto todavía no lo ha interiorizado. De nuevo remite a la importancia de elegir la buena palabra. Empecemos por elegir el buen sustantivo.

 

VIII

Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

Con esta sentencia me doy cuenta de que no estamos hablando de lo mismo. Está claro que mucha gente espera de un relato una novela depurada. A mí me encanta abusar del lector y que este haga por conocer las claves que le propongo. Si no,  escribir me aburriría soberanamente.

Claro, las claves que les propones, no cualquier cosa que se cruce en el camino de los personajes. Depurado quiere decir que has conservado lo que merecía la pena según tu criterio (no según un criterio universal).

Cuando uno se enfrenta a un texto de otra persona, el que haya elementos que no vienen a cuento te saca totalmente de la complicidad establecida. Muchos autores noveles te ahogan un texto contándote de qué color tiene los ojos el portero, cuando no tiene ninguna relevancia, ni crea ambiente, ni crea un conjunto.

No veo en qué está reñido meter sólo lo que tú consideres importante con aburrirse escribiendo. A mí lo que me aburriría es que fuera obligatorio contar cosas que no le valen a mi narración.

 

IX

No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

Será que yo soy un romántico. O un exaltado.

Es sólo un consejo, que, obviamente, no siempre se cumple (no vas a dejar de escribir si te apetece hacerlo en ese momento). Pero la clave está en la última frase: si cuando no estás viviendo esa emoción eres capaz de revivirla tal cual fue...

 

X

No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

Este punto lo comparto al cien por cien, pero me parece incongruente con el resto del discurso de Quiroga. Durante todo el decálogo nos está formando para ser el perfecto relatista que guste a la gente y pueda triunfar. Ahora nos dice que nos olvidemos de eso y sólo escribamos para nosotros y nuestros personajes.

No sé de dónde sacas estas conclusiones. En el punto IV ya dice que te olvides del triunfo. Estos consejos, a mi parecer, son para escribir relatos que merezcan la pena, no que vayan a triunfar. Qué triunfa y qué no... eso sería otra historia.

Pero son consejos para escribir literatura, no para disfrutar escribiendo cualquier cosa.

 

En definitiva, creo que cualquier decálogo no es más que un chiste entre escritores, al igual que Lars Von Trier creó el movimiento Dogma como chiste entre un grupo de directores. La simple premisa de sintetizar una forma de vida en diez puntos es cuanto menos de una ambición desmesurada, lo que denota una suma estupidez o, como creo, un gran y estupendo sentido del humor.

Claro que tiene algo de chiste entre escritores (bueno, yo más que de chiste, hablaría de guiño) pero ¿es que hay otra forma de abordar unas directrices básicas en tan poco espacio?

Al mismo tiempo, estas reflexiones esconden mucho de verdad, aunque les des un toque humorístico como el que tú pareces echar en falta (como el que le dio Baudelaire a su "Consejos a los jóvenes escritores" o, más modestamente, mi exabrupto en Consejos para protoescritores http://www.ociozero.com/10787/consejos-para-protoescritores).

En literatura no existen verdades inamovibles, pero sí bases que hay que entender, o a las que, al menos, hay que dedicarles un vistazo. Hay piedras que señala Quiroga con las que los nuevos autores siguen tropezando. Si este decálogo se leyera y se entendiera, muchos de los escollos estarían ya salvados.

¿Es de una ambición desmesurada? Yo diría que, más bien al contrario, es muy mesurado en sus consideraciones. No he visto que se muestre dogmático en ningún momento.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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No sé, Patapalo, quizá el error sea mío al leer el decálogo desde otra perspectiva. Quiero decir que, de algún modo, y sin ser ni mucho menos veterano, ya no soy ningún novato en esto, por lo que algunos de los puntos los veo dogmáticos y cerrados: "No escribas bajo el imperio de la emoción", "No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas", etc. Sin embargo, tú, aparte de escritor veterano, también eres editor, lo que supone lidiar cada día con autores noveles. Por eso creo que me quieres decir que ves en este decálogo y en otros parecidos (diablos, si hasta tienes uno propio ) una serie de pautas para quitar la paja (depurar tu trabajo, vaya). Claro que yo también veo innecesario hablar del color de los ojos del portero si después no van a jugar a las canicas con ellos, pero por eso digo que quizá mi interpretación es desde un lugar un poquito más allá de eso que es tan básico. Es decir, no voy a adjetivar allí donde el relato no lo requiera. Sin embargo, si lo que quiero es que al lector se le atragante la atmósfera y se le caiga el barroquismo encima, porque se me antoja algo cuasi argumental para el desarrollo del relato, lo haré, aunque peque de excesivo. Quizá no me esté expresando bien, pero al menos creo haber entendido tu posición al respecto, y pienso que, siendo editor y traductor como eres, no podría ser de otra forma.

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No, si yo también entiendo tu posición y la perspectiva desde la cual lo has pillado. Es como lo de que las normas están para transgredirlas. Sí, claro, para eso están. Pero también para algo más.

Estas son unas pautas muy básicas que permiten pararse a pensar en unos cuantos puntos muy importantes como escribes. Luego, una vez hayas digerido la importancia de esto, ya puedes dar un paso más y saltártelas.

Tomemos como referencia el barroquismo del que hablas, que supongo que va por lo de la sobreadjetivación. Estoy seguro de que eres más que capaz de distinguir de un texto al que le sobran adjetivos de uno que tiene muchos. Y es que no es lo mismo.

Del mismo modo que, cuando has llegado a tu nivel, hay cosas de este decálogo que tienes superadas. Eso no quiere decir que estén obsoletas, o que ya no valgan, sino que las tienes digeridas y por eso puedes jugar con ellas a otro nivel. (Y es que tú, compañero, ya llevas mucho camino recorrido).

Los decálogos son siempre excesivos, claro, pero yo creo que cumplen su función: hacer que quien los lee reflexione sobre estas cuestiones básicas.

 

ps.- mi decálogo fue un ejercicio bastante raro de desahogo

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.

Si sólo se cree en un maestro, ya empezamos con limitaciones de primeras. Yo aquí diría: lee mucho, quédate con lo que más te guste de cada uno, y escribe sin pensar en ellos.

Tú eres monoteísta, ¿no? No creo que se refiera a creer en sólo un maestro (si no, para qué nombrar varios que considera meritorios), sino a asentar nuestras bases mirando a los que nos han precedido. Muchos autores son soberbios en exceso y ni siquiera se molestan en leer lo que han hecho otros antes (o a la vez) que ellos. Más que como una limitación, lo veo como un recordatorio.

Kachi, si Quiroga no entendía la diferencia entre “Cree en un maestro” y “Cree en los maestros” creo que directamente no habría que prestar atención al decálogo, porque no hay que saber mucho para entender la diferencia. Lo que dice ahí Quiroga es lo que dice, y tu explicación posterior es un añadido, no una explicación. En esto estoy totalmente con Leolo.

 

II

Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

Este punto, directamente, no tiene ninguna importancia. En el caso de que llegues a superar al maestro, jamás nadie lo sabrá.

Creo que lo enfocas desde un modo global, cuando me parece que son consejos íntimos. A mi parecer, es complementario con el anterior: toma referencias, pero no te obsesiones con ellas. Sé consciente de que hay maestros en esto, y observa su trabajo, pero no estés todo el día pensando en hacer una obra maestra.

Yo aquí, quizá siendo un poco malpensado, lo admito, es una cierta presunción en la tercera frase: sin ser presuntuoso, veo lógico considerar como cimas inaccesibles a los maestros y no pensar en llegar a su nivel. La tercera frase, el añadido final, está escrito desde la experiencia (cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo… como me pasó a mí; me parece que no es lo mismo que: …si consigues hacerlo, probablemente no te des cuenta –si, probabilidad, no certeza, no sé si algo tan grande se puede conseguir; probablemente, es decir, no lo sé por experiencia-), ¿superó Maupassant, Poe, Kipling o Chejov? Creo que estos matices en la expresión no son ninguna tontería, y no veo lógico considerar que Quiroga los pasó por alto. Por mi parte, admiraré a los maestros e intentaré que me inspiren, y no pensaré en llegar a ellos, no tengo suficiente ego. Por cierto, ¿si alguien cuelga un post por aquí diciendo que tiene pensado superar a Poe no lo veríais como un ejercicio de fatuidad?

 

III

Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

Este punto sí es bastante razonable y dice dos verdades muy importantes: imitar es inevitable; y el estilo o personalidad del escritor es algo que se irá forjando a lo largo de muchos años, siendo mutable y no conclusivo.

Totalmente de acuerdo.

Aquí me quedo con la segunda frase, y en el caso de la primera entiendo que si resistes la imitación conscientemente pero el influjo es demasiado fuerte, esa imitación por influjo será inconsciente, y la segunda parte me confunde ¿quiere decir que perdone las imitaciones inconscientes que descubra o que, una vez descubiertas, ya no me preocupe por resistir la imitación consciente? Entiendo que las dos interpretaciones son válidas a pesar de no llevar a los mismos resultados, y que no es un asunto baladí.

 

IV

Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

Aquí equivoca dos cosas muy distintas: el triunfo con el arte personal. Conozco muchos artistazos que jamás triunfarán. En lo demás, que uno tenga que poner toda su pasión en lo que escribe es algo absolutamente evidente.

No creo que las equivoque, sino que señala, precisamente, una gran diferencia: lo importante no es que triunfes o no (esa capacidad no la deja como lastre al autor), sino que te apasiones con lo que deseas. Y será evidente para ti y para mí, pero te aseguro que mucha gente pierde de vista las cosas más evidentes.

En esto estoy con Kachi, entiendo que dice que debe haber pasión por escribir y no obsesión por triunfar, ambos aspectos muy diferentes para mí.

 

V

No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

Creo que la primera frase no tiene nada que ver con la última. La última la comparto. La primera me irrita. Está bien formarse una idea y saber adónde vas. A veces. Otras es mejor dejarse llevar y escribir sin pensar. Al menos, mis  mejores cuentos surgieron de esa forma...

¿No tenías ni siquiera un concepto? ¿No sabías lo que querías escribir, o sobre qué querías escribir, o qué querías transmitir? Hombre, yo soy la antítesis del escritor planificado. Me han caído broncas monumentales sobre el tema (sobre todo en mis primeras novelas), pero, aun así, tiene que haber una intencionalidad cuando te pones a escribir, ¿no?

No hablo de ejercicios ni de experimentos como la escritura automática, sino de obras a las que les quieres dar una forma. Siempre hay una chispa y un objetivo. Luego, efectivamente, puede surgir otro mejor por el camino, y modificas el relato, pero escribir por escribir, es divagar.

Confieso que este punto es el que veo más peliagudo, pero tiene una verdad de fondo muy importante: escribir no es sólo ir poniendo letras, es también saber qué vas a contar. Hay muchas historias de relleno que la humanidad se hubiera ahorrado si hubiera existido un poco de reflexión previa.

Creo que aquí Quiroga da consejos prácticos sobre escritura, no hace una reflexión sobre los textos vacíos de historia, y entre esos consejos obvia la escritura con brújula, usada por grandes maestros de la literatura a lo largo de la historia. Aparte, ¿dónde dejamos los textos “de forma”, esos es lo que la historia está tan al servicio de la prosa que a veces ni existe? No es que yo sea un defensor de ellos, pero en más de una discusión de por aquí se ha establecido que son tan válidos como los otros (algo que yo comparto en muchos casos).

 

VI

Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

Claro. Si quieres expresarte con exactitud. Ahora bien, ¿quién dijo que ese fuera el objetivo de la literatura?

El punto es necesario. Hay mucha gente que se olvida de que el lenguaje es una herramienta. En ningún momento se dice que la precisión sea el objetivo de la literatura, pero es que creo que te lo tomas de un modo literal.

La escritura requiere de precisión, sea para ser exacto, sea para ser inexacto. Tú, como autor, decides lo que tienes que contar, y luego tienes que saber usar las palabras correctas, ni más ni menos.

Este es un problema que veo ahora, con frecuencia, en el uso de gerundios. Veo autores que, groso modo, saben qué quieren decir, pero no saben cómo decirlo adecuadamente. Y la literatura no es contar historias, precisas o imprecisas; es crear con la escritura. No hablamos de contar anécdotas en el bar: hablamos de escribir, y ahí, saber qué palabra va y cuál no va es indispensable.

Hay textos abigarrados y textos simples. Salvo errores ortográficos o gramaticales, no hay una forma exacta de decir nada. Si queréis hacemos un ejercicio de contar todos la misma historia, y seguro que a cada uno de nosotros hay varias que nos gusten, a pesar de no usar las mismas palabras; si hubiera una forma exacta, todos los textos serían iguales en algunas partes, y sólo nos gustaría uno, el que más se aproxime a esa forma ideal que, repito, dudo que exista.

 

VII

No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

Esta sentencia es definitoria de estilo. Odio que me digan cómo debo escribir. La importancia de una palabra es la importancia que tenga para ti en ese momento y en ese contexto. A veces los sustantivos son los que modifican al adjetivo y no al revés.

Claro, pero es importante pensar en ello. A mi parecer, el punto cumple su objetivo: recordar en qué consiste escribir: en saber combinar recursos y estilo para contar lo que quieres. No sé, para mí resulta obvio que quien entienda el fondo del consejo, entenderá también que no hay por qué limitarlo a la adjetivación.

También hay que tener en cuenta la época de la que data este decálogo. Y, además, como dice Velectric hay mucha gente que esto todavía no lo ha interiorizado. De nuevo remite a la importancia de elegir la buena palabra. Empecemos por elegir el buen sustantivo.

Si esto no se refiere a la adjetivación en exclusiva, está implícito en el punto anterior, y por lo tanto sobra. Como considero que Quiroga sabía expresarse como mínimo mucho mejor que yo, entiendo que aquí se refiere a la adjetivación, y estoy de acuerdo con lo que dice: no habla de adjetivar mucho o poco, sino de no hacerlo sin necesidad, que es muy diferente. Ahora bien, no veo forma empírica de establecer esto, porque hablamos de algo tan subjetivo como el arte…

 

VIII

Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

Con esta sentencia me doy cuenta de que no estamos hablando de lo mismo. Está claro que mucha gente espera de un relato una novela depurada. A mí me encanta abusar del lector y que este haga por conocer las claves que le propongo. Si no,  escribir me aburriría soberanamente.

Claro, las claves que les propones, no cualquier cosa que se cruce en el camino de los personajes. Depurado quiere decir que has conservado lo que merecía la pena según tu criterio (no según un criterio universal).

Cuando uno se enfrenta a un texto de otra persona, el que haya elementos que no vienen a cuento te saca totalmente de la complicidad establecida. Muchos autores noveles te ahogan un texto contándote de qué color tiene los ojos el portero, cuando no tiene ninguna relevancia, ni crea ambiente, ni crea un conjunto.

No veo en qué está reñido meter sólo lo que tú consideres importante con aburrirse escribiendo. A mí lo que me aburriría es que fuera obligatorio contar cosas que no le valen a mi narración.

Bueno, he leído unas cuantas reflexiones diferentes sobre el control del autor sobre sus personajes, algunas de grandes maestros, y algunos dicen esto de controlarlos al máximo, otros de darles cierta libertad para que les guíen, y otros que se la dan total porque quieren que sus personajes sean los dueños de la historia; de las tres maneras se han escrito grandes libros. Aparte está lo de evitar lo innecesario en el texto, algo que entiendo como fundamental pero muy difícil de controlar (pero bueno, ahí está lo de echarle pasión a la escritura, aunque nunca consigamos lo que buscamos; yo estoy con esto).

 

IX

No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

Será que yo soy un romántico. O un exaltado.

Es sólo un consejo, que, obviamente, no siempre se cumple (no vas a dejar de escribir si te apetece hacerlo en ese momento). Pero la clave está en la última frase: si cuando no estás viviendo esa emoción eres capaz de revivirla tal cual fue...

… significa que tienes una gran memoria, ¿no? Es broma. De nuevo aquí apelo a que se busquen explicaciones de grandes escritores sobre su forma de escribir, algunas de las cuales implican escribir subidos a la cúspide de la emoción. La segunda, sin meterme en reflexiones que vayan más allá de lo que dice Quiroga (para seguir hablando de este decálogo y no de mi versión del mismo), no la termino de pillar, la verdad (a menos que lo deje en lo del chiste inicial, que dudo mucho de que sea pertinente).

 

X

No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

Este punto lo comparto al cien por cien, pero me parece incongruente con el resto del discurso de Quiroga. Durante todo el decálogo nos está formando para ser el perfecto relatista que guste a la gente y pueda triunfar. Ahora nos dice que nos olvidemos de eso y sólo escribamos para nosotros y nuestros personajes.

No sé de dónde sacas estas conclusiones. En el punto IV ya dice que te olvides del triunfo. Estos consejos, a mi parecer, son para escribir relatos que merezcan la pena, no que vayan a triunfar. Qué triunfa y qué no... eso sería otra historia.

Pero son consejos para escribir literatura, no para disfrutar escribiendo cualquier cosa.

Yo este punto no lo comparto y también lo veo contradictorio con el resto: si no te importa la impresión que de a los demás y te gusta sobreadjetivar, meter pasajes espurios, escribir bajo el influjo de la emoción, darle total libertada a tus personajes… tu relato seguirá cumpliendo lo de estar contado como si fuera sólo para el pequeño ambiente de tus personajes; es decir, para ti, así que todo consejo que te indique variar eso te está diciendo que lo cuentes para otros. Y bueno, yo por mi parte no escribo para mí; en ese caso no estaría en este foro ni mandaría nada a ningún sitio. De hecho, lo de “escribo para mí” lo he visto escrito en más de una respuesta a hilos de comentarios pero sólo en los negativos, en los positivos no se aclara que el que guste el texto en cuestión es un mero accidente porque el autor no pretendía eso, o en el caso de dos opiniones contradictorias pero ambas favorables, una de ellas, o las dos, no deben coincidir con la visión del autor, la única válida pues lo escribió para él sin importarle impresiones externas, y por lo tanto debería de haber una nota en una o en las dos respuestas para indicar que, aunque guste, no se ha entendido, y por lo tanto el comentario pierde valor … 

 

En definitiva, creo que cualquier decálogo no es más que un chiste entre escritores, al igual que Lars Von Trier creó el movimiento Dogma como chiste entre un grupo de directores. La simple premisa de sintetizar una forma de vida en diez puntos es cuanto menos de una ambición desmesurada, lo que denota una suma estupidez o, como creo, un gran y estupendo sentido del humor.

Claro que tiene algo de chiste entre escritores (bueno, yo más que de chiste, hablaría de guiño) pero ¿es que hay otra forma de abordar unas directrices básicas en tan poco espacio?

Al mismo tiempo, estas reflexiones esconden mucho de verdad, aunque les des un toque humorístico como el que tú pareces echar en falta (como el que le dio Baudelaire a su "Consejos a los jóvenes escritores" o, más modestamente, mi exabrupto en Consejos para protoescritores http://www.ociozero.com/10787/consejos-para-protoescritores).

En literatura no existen verdades inamovibles, pero sí bases que hay que entender, o a las que, al menos, hay que dedicarles un vistazo. Hay piedras que señala Quiroga con las que los nuevos autores siguen tropezando. Si este decálogo se leyera y se entendiera, muchos de los escollos estarían ya salvados.

¿Es de una ambición desmesurada? Yo diría que, más bien al contrario, es muy mesurado en sus consideraciones. No he visto que se muestre dogmático en ningún momento.

 

En definitiva, como todos los decálogos, guías y demás que he leído, todos por el estilo, tiene puntos que me pueden parecer interesantes y otros que no,  así que simplemente me quedo con algunas ideas y lo demás lo olvido sin darme cuenta. Entiendo que está bien leerlos y quedarnos con esas partes que nos puedan ayudar en algo, que siempre se puede aprender, pero no veo claro el beneficio de ir más allá.

Ea, ahí va lo mío.

 

 

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Sólo una cuestión rapidita, que no me ha dado tiempo a leer todos vuestros tocho-posts y me tengo que largar a seguir currando pero es que no puedo evitar decirlo: ¿Que no te dejes llevar por la emoción cuando escribes? Pero si (al menos para mí) escribir ES emoción... De hecho, si no lo siento, no puedo escribirlo. Sólo soy capaz de escribir cuando la historia me toca tan adentro (depravados malpensados) que me hace blub blub el estómago sólo de pensar en seguir escribiendo. Si no sientes lo que escribes, tú te aburres, tu lector se aburre. Al menos, eso es lo que yo opino. Lo que siento, vaya

Ea, me abro al marco incomparable a mezclarme con el público maravilloso y asistir a una noche mágica y todas esas chorradas que dicen TOOOODOS los que pasan por el festival de teatro clásico de Moria

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Lo que dice ahí Quiroga es lo que dice, y tu explicación posterior es un añadido, no una explicación. En esto estoy totalmente con Leolo.

El añadido es el "sólo" de Léolo, compañero. Lo mío es una interpretación.

 

Canijo: Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

A ver... Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás (lógico, porque puedes), sin saberlo tú mismo (no sé por qué interpretas que él considera que lo ha hecho; aquí lo que dice es que si llegas a ese punto, no lo sabrás siquiera, quizás porque, como bien apuntas, esto no va de una clasificación estándar).

 

Por cierto, ¿si alguien cuelga un post por aquí diciendo que tiene pensado superar a Poe no lo veríais como un ejercicio de fatuidad?

Sí, claro. Como señala el propio Quiroga, no se trata de soñar con domar la cima inalcanzable.

 

Aquí me quedo con la segunda frase, y en el caso de la primera entiendo que si resistes la imitación conscientemente pero el influjo es demasiado fuerte, esa imitación por influjo será inconsciente, y la segunda parte me confunde ¿quiere decir que perdone las imitaciones inconscientes que descubra o que, una vez descubiertas, ya no me preocupe por resistir la imitación consciente? Entiendo que las dos interpretaciones son válidas a pesar de no llevar a los mismos resultados, y que no es un asunto baladí.

Yo lo interpreto del siguiente modo: no es bueno que, como escritor, te bases sobre la imitación. No obstante, cuando constatas que estás imitando porque no encuentras otra vía o no te sale de otra forma, tampoco se trata de darse de cabezazos contra la pared. Tiempo al tiempo, que se suele decir, pero sin perder de vista las cosas.

 

Creo que aquí Quiroga da consejos prácticos sobre escritura, no hace una reflexión sobre los textos vacíos de historia, y entre esos consejos obvia la escritura con brújula, usada por grandes maestros de la literatura a lo largo de la historia. Aparte, ¿dónde dejamos los textos “de forma”, esos es lo que la historia está tan al servicio de la prosa que a veces ni existe? No es que yo sea un defensor de ellos, pero en más de una discusión de por aquí se ha establecido que son tan válidos como los otros (algo que yo comparto en muchos casos).

Es que para mí un texto de forma también tiene que saber a dónde va, aunque no sea un destino narrativo. Tiene que tener un objeto escribirlo.

 

Hay textos abigarrados y textos simples. Salvo errores ortográficos o gramaticales, no hay una forma exacta de decir nada. Si queréis hacemos un ejercicio de contar todos la misma historia, y seguro que a cada uno de nosotros hay varias que nos gusten, a pesar de no usar las mismas palabras; si hubiera una forma exacta, todos los textos serían iguales en algunas partes, y sólo nos gustaría uno, el que más se aproxime a esa forma ideal que, repito, dudo que exista.

No hay una forma exacta universal, pero sí para el autor, que es quien decide qué es lo que quiere decir. Ni siquiera los sinónimos son idénticos. No es lo mismo algo extraordinario que algo inaudito. La semántica tiene su aquel.

 

Si esto no se refiere a la adjetivación en exclusiva, está implícito en el punto anterior, y por lo tanto sobra.

No creo que en su época sobrase (ni, de hecho, en la nuestra), esté implícito o no. Y no creo que pretendiera él escribir un anexo sobre en qué casos vale la pena y en cuáles no. Creo que lo que pretende es que el autor se pare a pensar en ello. ¿Cuántos habéis pasado por aquella etapa en la que poner un adjetivo delante del nombre os sonaba "poético"?

 

Bueno, he leído unas cuantas reflexiones diferentes sobre el control del autor sobre sus personajes, algunas de grandes maestros, y algunos dicen esto de controlarlos al máximo, otros de darles cierta libertad para que les guíen, y otros que se la dan total porque quieren que sus personajes sean los dueños de la historia; de las tres maneras se han escrito grandes libros. Aparte está lo de evitar lo innecesario en el texto, algo que entiendo como fundamental pero muy difícil de controlar (pero bueno, ahí está lo de echarle pasión a la escritura, aunque nunca consigamos lo que buscamos; yo estoy con esto).

Sí, estoy contigo, Canijo, pero creo que el propio hecho de dar "libertad" a los personajes de un modo consciente entra dentro de dirigirlos hacia donde quieres, por paradójico que resulte.

 

La segunda, sin meterme en reflexiones que vayan más allá de lo que dice Quiroga (para seguir hablando de este decálogo y no de mi versión del mismo), no la termino de pillar, la verdad (a menos que lo deje en lo del chiste inicial, que dudo mucho de que sea pertinente).

Cada lectura crea una versión de las cosas, pisha, no me seas puntilloso. Si no, no estaríamos hablando de nada y, además, el texto sólo se habría podido escribir de una forma según el mundo entero (no sólo bajo el criterio de Quiroga).

Plasmar una emoción cuando la siente está guay. Poder plasmar la emoción que quieres cuando quieres es mucho mejor si eres escritor. A menos que quieras estar todo el día sufriendo las más dispares cosas para escribir una sola novela (completa).

 

Yo este punto no lo comparto y también lo veo contradictorio con el resto

Pues yo sigo sin ver la contradicción. Los consejos son para que, según su criterio, claro, el texto tenga interés literario, aunque luego no se lo enseñes a nadie o le prendas fuego. Si queréis entramos en la discusión sobre si el propio hecho de escribir es comunicación, pero creo que aquí habla de cosas distintas.

 

En definitiva, como todos los decálogos, guías y demás que he leído, todos por el estilo, tiene puntos que me pueden parecer interesantes y otros que no,  así que simplemente me quedo con algunas ideas y lo demás lo olvido sin darme cuenta. Entiendo que está bien leerlos y quedarnos con esas partes que nos puedan ayudar en algo, que siempre se puede aprender, pero no veo claro el beneficio de ir más allá.

Como todo en esta vida, ¿no, compañero? Verdades inamovibles no encontraremos, pero sí perspectivas que nos pueden ser interesantes. A mí las de Quiroga en este decálogo me parece que tienen mucha enjundia, aunque, como digo, no me veo usándolo de recetario.

 

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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¿Que no te dejes llevar por la emoción cuando escribes? Pero si (al menos para mí) escribir ES emoción... De hecho, si no lo siento, no puedo escribirlo. Sólo soy capaz de escribir cuando la historia me toca tan adentro (depravados malpensados) que me hace blub blub el estómago sólo de pensar en seguir escribiendo. Si no sientes lo que escribes, tú te aburres, tu lector se aburre. Al menos, eso es lo que yo opino. Lo que siento, vaya

Quiroga dice que no escribas bajo el imperio de la emoción, sino que la evoques. A mí me parece que la diferencia es grande y que no está reñido con tu modo de escribir. ¿O es que no evocas tú la emoción? Venga, no me digas que sólo escribes escenas de batallas cuando vuelves de darte candela con el prójimo...

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Si queréis entramos en la discusión sobre si el propio hecho de escribir es comunicación

Miedo me da. Ardería Troya.

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Lo que dice ahí Quiroga es lo que dice, y tu explicación posterior es un añadido, no una explicación. En esto estoy totalmente con Leolo.

El añadido es el "sólo" de Léolo, compañero. Lo mío es una interpretación.

Kachi, tu interpretación transforma un "Cree en un maestro" en "Cree en los maestros"... (y no me digas que esto es ser puntilloso)

Canijo: Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

A ver... Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás (lógico, porque puedes), sin saberlo tú mismo (no sé por qué interpretas que él considera que lo ha hecho; aquí lo que dice es que si llegas a ese punto, no lo sabrás siquiera, quizás porque, como bien apuntas, esto no va de una clasificación estándar).

Jeje, ya dije que ahí me estaba yendo de malpensado, pero...

Por cierto, ¿si alguien cuelga un post por aquí diciendo que tiene pensado superar a Poe no lo veríais como un ejercicio de fatuidad?

Sí, claro. Como señala el propio Quiroga, no se trata de soñar con domar la cima inalcanzable.

... por qué estás conmigo en que es un ejercicio de fatuidad si arriba dices que se puede. Yo no sueño con domar la cima inalcanzable porque considero que no puedo, si considerara que pudiera ¿por qué no soñar con ello, y por qué ser deshonesto conmigo mismo y no decirlo?

Aquí me quedo con la segunda frase, y en el caso de la primera entiendo que si resistes la imitación conscientemente pero el influjo es demasiado fuerte, esa imitación por influjo será inconsciente, y la segunda parte me confunde ¿quiere decir que perdone las imitaciones inconscientes que descubra o que, una vez descubiertas, ya no me preocupe por resistir la imitación consciente? Entiendo que las dos interpretaciones son válidas a pesar de no llevar a los mismos resultados, y que no es un asunto baladí.

Yo lo interpreto del siguiente modo: no es bueno que, como escritor, te bases sobre la imitación. No obstante, cuando constatas que estás imitando porque no encuentras otra vía o no te sale de otra forma, tampoco se trata de darse de cabezazos contra la pared. Tiempo al tiempo, que se suele decir, pero sin perder de vista las cosas.

Sí, yo también lo veo más lógico así, pero sigo sin tenerlo del todo claro; aunque tampoco es importante.

Creo que aquí Quiroga da consejos prácticos sobre escritura, no hace una reflexión sobre los textos vacíos de historia, y entre esos consejos obvia la escritura con brújula, usada por grandes maestros de la literatura a lo largo de la historia. Aparte, ¿dónde dejamos los textos “de forma”, esos es lo que la historia está tan al servicio de la prosa que a veces ni existe? No es que yo sea un defensor de ellos, pero en más de una discusión de por aquí se ha establecido que son tan válidos como los otros (algo que yo comparto en muchos casos).

Es que para mí un texto de forma también tiene que saber a dónde va, aunque no sea un destino narrativo. Tiene que tener un objeto escribirlo.

Hay cierto texto sobre trenes y tipos raros que te pasé en su momento y que según me contaste te gustó mucho, y antes de eso te había contado que escribí cierto texto sólo por el hecho de escribir escuchando cierta canción: papel el blanco, canción, y a escribir lo que salga. Es el mismo texto. Arriba dices que eso es divagar. Aqui abajo hablas de que tiene que tener un destino aunque sea no narrativo; ¿vale el escribir algo por el simple hecho de hacerlo escuchando cierta canción como destino no narrativo? ¿Casa eso con lo que dijo Quiroga "No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas."? Kachi, de corazón, no tenía ni puta idea de qué iba a escribir, por eso las primeras frases se pueden referir a montones de cosas diferentes.

 

Hay textos abigarrados y textos simples. Salvo errores ortográficos o gramaticales, no hay una forma exacta de decir nada. Si queréis hacemos un ejercicio de contar todos la misma historia, y seguro que a cada uno de nosotros hay varias que nos gusten, a pesar de no usar las mismas palabras; si hubiera una forma exacta, todos los textos serían iguales en algunas partes, y sólo nos gustaría uno, el que más se aproxime a esa forma ideal que, repito, dudo que exista.

No hay una forma exacta universal, pero sí para el autor, que es quien decide qué es lo que quiere decir. Ni siquiera los sinónimos son idénticos. No es lo mismo algo extraordinario que algo inaudito. La semántica tiene su aquel.

Cierto, la semántica tiene su aquel, así que démosle a Quiroga lo que es suyo y respetemos su semántica, no transformemos sus extraordinarios en inauditos, no hablemos de "para el autor" ni le demos poder de decisión, porque en "Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes." no se le da. El autor, Quiroga en este caso, decide qué es lo que quiere decir, y las palabras son las de arriba; no es ser puntilloso, es que el "no hay en lengua humana" me parece de una semántica muy fuerte, una sentencia, y toda explicación que se aleje de eso me parece que es cambiarle los extraordinarios por inauditos.

Si esto no se refiere a la adjetivación en exclusiva, está implícito en el punto anterior, y por lo tanto sobra.

No creo que en su época sobrase (ni, de hecho, en la nuestra), esté implícito o no. Y no creo que pretendiera él escribir un anexo sobre en qué casos vale la pena y en cuáles no. Creo que lo que pretende es que el autor se pare a pensar en ello. ¿Cuántos habéis pasado por aquella etapa en la que poner un adjetivo delante del nombre os sonaba "poético"?

Bien, me hablas de adjetivación cuando yo digo que eso se refiere a adjetivación, entonces estamos de acuerdo. Yo también veo pertinente referirse en particular a la adjetivación, más o menos por lo que dices.

Bueno, he leído unas cuantas reflexiones diferentes sobre el control del autor sobre sus personajes, algunas de grandes maestros, y algunos dicen esto de controlarlos al máximo, otros de darles cierta libertad para que les guíen, y otros que se la dan total porque quieren que sus personajes sean los dueños de la historia; de las tres maneras se han escrito grandes libros. Aparte está lo de evitar lo innecesario en el texto, algo que entiendo como fundamental pero muy difícil de controlar (pero bueno, ahí está lo de echarle pasión a la escritura, aunque nunca consigamos lo que buscamos; yo estoy con esto).

Sí, estoy contigo, Canijo, pero creo que el propio hecho de dar "libertad" a los personajes de un modo consciente entra dentro de dirigirlos hacia donde quieres, por paradójico que resulte.

Bueno, creo que hay una diferencia entre nuestras visiones, para mí esa libertad consciente de la que hablas es lo que yo entiendo como darles cierta libertad, pero creo que se puede ir un paso más allá.

La segunda, sin meterme en reflexiones que vayan más allá de lo que dice Quiroga (para seguir hablando de este decálogo y no de mi versión del mismo), no la termino de pillar, la verdad (a menos que lo deje en lo del chiste inicial, que dudo mucho de que sea pertinente).

Cada lectura crea una versión de las cosas, pisha, no me seas puntilloso. Si no, no estaríamos hablando de nada y, además, el texto sólo se habría podido escribir de una forma según el mundo entero (no sólo bajo el criterio de Quiroga).

Plasmar una emoción cuando la siente está guay. Poder plasmar la emoción que quieres cuando quieres es mucho mejor si eres escritor. A menos que quieras estar todo el día sufriendo las más dispares cosas para escribir una sola novela (completa).

Me sigue chocando, Kachi. Para un juntaletras de pocas vivencias y poco mundo como yo (y ni muchos menos soy el único), lo natural es inventar emociones, el poder transmitir emociones y sentimientos verdaderos es la novedad, lo interesante, así que la renuncia que me pide al principio, en aras de entrenar esa capacidad (entendido de tus palabras)... no sé... aunque entiendo que es algo personal.

Yo este punto no lo comparto y también lo veo contradictorio con el resto

Pues yo sigo sin ver la contradicción. Los consejos son para que, según su criterio, claro, el texto tenga interés literario, aunque luego no se lo enseñes a nadie o le prendas fuego. Si queréis entramos en la discusión sobre si el propio hecho de escribir es comunicación, pero creo que aquí habla de cosas distintas.

No, aquí no, ya te cogeré en DDHH y en la Hispacón; esa charla recurrente es básica en una buena tertulia.

En definitiva, como todos los decálogos, guías y demás que he leído, todos por el estilo, tiene puntos que me pueden parecer interesantes y otros que no,  así que simplemente me quedo con algunas ideas y lo demás lo olvido sin darme cuenta. Entiendo que está bien leerlos y quedarnos con esas partes que nos puedan ayudar en algo, que siempre se puede aprender, pero no veo claro el beneficio de ir más allá.

Como todo en esta vida, ¿no, compañero? Verdades inamovibles no encontraremos, pero sí perspectivas que nos pueden ser interesantes. A mí las de Quiroga en este decálogo me parece que tienen mucha enjundia, aunque, como digo, no me veo usándolo de recetario.

Yo incluso iría más allá: ¿de dónde salen estos recetarios? Es que me da que más de uno no está escrito por quien se dice que lo escribió, y que algunos de los que sí son verdaderos me parece que fueron respuestas rápidas y poco reflexionadas a una pregunta hecha a salto de mata.

De todas formas es cierto, vengan de donde vengan, sean completos o incompletos, orientados o no, siempre se puede sacar algo, y un par de minutos de lectura no te quita de nada importante. La cosa está en no tomárselos más en serio de lo que se debe... aunque esta afición nuestra es pasión...

 

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Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.

A ver,¿ soy el único que ve que ese 'un' funciona en este contexto como determinante indefinido(equivalente a "algún" -y para eso cita como ejemplo a cuatro, aunque podrían ser muchos más- y no como determinante numeral?

Luego se dice que las clases de Lengua no sirven para nada.

 

Aquí no se dice en ningún momento que deba ser solamente uno, releches en vinagre.

"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo a mí" (Ortega y Gasset)

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¿Existe alguna diferencia entre algún y algunos? Supongo que ninguna, olvidad la pregunta y todas la que se me vienen a la cabeza en las que en contextos análogos se usa como indefinido y no como numeral y sigue siendo, como dice la RAE, artículo indeterminado, formas de singular en masculino y femenino. Puede usarse para indicar que la persona (singular) o cosa (singular) a que se antepone se considera en todas sus cualidades más características "¡Un Avellaneda competir con un Cervantes!".

De todas formas entiendo que aquí se considera que el contexto, que lo dijo Quiroga, hace que el sentido de todo lo escrito en el decálogo tiene que ser por fuerza uno válido e indiscutible, ponga lo que ponga en el texto, digan lo que digan la RAE o el sentido común. Perfecto, sin problemas.

Y en la referencia hacia mi persona... pues vale...

 

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Si salieron normas nuevas o algo avisad, que sabeis que me lio con esas cosas, que yo no "sepo" y escribo de oidas.

Ah, y me vendría bien saber hasta cuantos puedo seguir, aunque uno me parece poco. Si hay otro de estos que no sea de Quiroga que deje hasta tres me lo pido

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Kachi, tu interpretación transforma un "Cree en un maestro" en "Cree en los maestros"... (y no me digas que esto es ser puntilloso)

A ver, yo no lo transformo necesariamente en un plural. Lo que tampoco hago es cerrarlo a un "sólo". Quiroga nombra ya varios autores que, supongo, le resultarán adecuados como referencia de maestro. ¿No es más lógico pensar que los ve todos válidos y que lo que importa es tener referencias? Si no, ¿por qué pone varios?

 

... por qué estás conmigo en que es un ejercicio de fatuidad si arriba dices que se puede. Yo no sueño con domar la cima inalcanzable porque considero que no puedo, si considerara que pudiera ¿por qué no soñar con ello, y por qué ser deshonesto conmigo mismo y no decirlo?

La fatuidad está en verlo como una competición, no en aspirar a escribir como los ángeles. No es un problema de objetivo, sino de enfoque (creo yo).

 

¿Casa eso con lo que dijo Quiroga "No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas."? Kachi, de corazón, no tenía ni puta idea de qué iba a escribir, por eso las primeras frases se pueden referir a montones de cosas diferentes.

No, no casa.

Pero cuando te sentaste a divagar sabías a dónde querías ir: a divagar. Tu ejercicio habría sido un éxito aunque el relato fuera ilegible. ¿Es esto contradictorio?

 

no hablemos de "para el autor" ni le demos poder de decisión,

Quiroga dice: "Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia:"

Segunda persona del singular. Quiroga habla del autor, no del mundo entero. A mi parecer.

 

El autor, Quiroga en este caso, decide qué es lo que quiere decir, y las palabras son las de arriba

Sí, pero no es un texto científico, por lo que no es un texto unívoco. Él encontró las palabras que quería poner, y eran esas y no otras, pero eso no quiere decir que todo el mundo las vaya a entender igual. Tú crees que sólo habla de consonantes y asonantes. Yo creo que se refiere a algo más.

 

Bueno, creo que hay una diferencia entre nuestras visiones, para mí esa libertad consciente de la que hablas es lo que yo entiendo como darles cierta libertad, pero creo que se puede ir un paso más allá.

Hombre, consciente lo es siempre, en mayor o menor medida, a menos que sufras una posesión. A ver, yo he tenido personajes que una vez definidos a conciencia tenían el peso suficiente para orientar mi trama. Pero eso no quiere decir que no me diera cuenta (si no, cómo iba a saber que tuvieron esa capacidad).

 

el poder transmitir emociones y sentimientos verdaderos es la novedad,

Quiroga no dice que no escribas sobre sentimientos verdaderos, sino que no te sometas a ellos. El objetivo es evocarlos, pero llevando tú las riendas.

 

No, aquí no, ya te cogeré en DDHH y en la Hispacón; esa charla recurrente es básica en una buena tertulia.

Por supuesto

 

 

No sé, a mí este decálogo cada vez me gusta más. Igual es por toda esta charla que nos está dando alrededor.

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Miguel Puente
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Creo que no hay que ser demasiado puntilloso con lo dicho por Quiroga y verlo más como unos consejos flexibles que como unas normas herméticas.

De hecho los veo más como principios filosóficos que como leyes físicas. En ellos apela a la humildad, a la pasión, a la abstracción y, dentro de lo subjectivo del tema, a la búsqueda de la palabra precisa.

Lo bueno de la literatura es que no se trata de una ciencia exacta y aunque se sabe qué estructura, o qué directrices son más populares, ello no implica que sean las únicas.

Lovecraft incumple con creces el punto VII y ahí le tenéis, transcendiendo como un campeón. Borjes, por el contrario, era un fiel defensor del mismo punto y también ha transcendido (aunque me atrevería a decir que menos). Sea como fuere ambos autores tienen algo en sus escritos que en conjunto les ha dado el reconocimiento que hoy tienen.

 

 

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Hombre, es que si no busco el rollo puntilloso y en contraste con otras interpretaciones más libres no le veo del todo el debate, porque ya digo que a mí de inicio todos los decálogos me valen en el sentido de que paso como si nada sobre aquello que no me cuadre y trato de repetirme en plan mantra lo que sí, a ver si en algún momento de la escritura eso aflora y me influye.

Por ejemplo insisto en lo del primer punto, que puede dar juego. Yo diría que Quiroga señala esos maestros porque son los que se le vienen a la cabeza al pensar en influencias o metas que a él le parecen apropiadas, pero que piensa en uno para sí. Seguro que de todos esos tiene algo, sí, pero más inconsciente. Ahora, a la hora de seguir conscientemente, me aventuro y digo que su meta consciente era Poe, y en parte me parece que debió ser poque vio su vida atormentada como un reflejo especular de la del de Boston.

¿Qué, hay debate?

 

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Pues podría ser, por algo le compararon (y comparan) con Poe, digo yo.

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Reconozco que hace años me pareció interesante el Decálogo de Quiroga. Hoy me parece un poco inocente.

Algunos puntos son hasta graciosos:

Por ejemplo cuando dice: "Desde el río soplaba el viento frío" ¿No se le ocurrió otra frase que no tuviera un rima interna (río/frío)?

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Por ejemplo cuando dice: "Desde el río soplaba el viento frío" ¿No se le ocurrió otra frase que no tuviera un rima interna (río/frío)?

Hombre, si quería ilustrar que daba igual que las palabras fueran consonantes o asonantes, creo que lo clavó, ¿no?

Sobre lo que comentas, Canijo, pues algo de Poe sí que tiene, sí. ¿Demasiado? Buff. Yo creo que Quiroga consigue algo muy interesante, que es meter los principios de ese tipo de relatos de terror en un marco propio, lo que les da una intensidad distinta.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Miguel Puente
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Es que eso es lo bonito de la imitación, Kachi, que no creo que exista escritor 100% camaleónico. Siempre hay algo de ti que convierte el texto en tuyo.

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Bueno, yo he leído poco a Quiroga, lo reconozco, así que mis referencias son quizá más indirectas de la cuenta, pero creo recordar una sensación en su lectura análoga a las lecturas de Poe, algo así como que todo está controlado y medido más minuciosamente que en otros autores, y eso encima encaja con otros puntos de este decálogo. Evidentemente el "color" tiene que ser distinto, no son la misma persona, sus universos no están tan cercanos, pero creo que el "espíritu" canta mucho.

 

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De Kipling su influjo se puede ver, entre otras,  en el cuento largo "Anaconda", que retrata a las mil maravillas numerosas razas de serpientes, a la vez que te cuenta una historia de intriga.

De Chéjov veo yo ese realismo presente en toda su obra. Quiroga escribió terror, pero anclado en su dolor íntimo.

De Maupassant , de Baudelaire y de Poe, pues el espíritu atormentado, la creación de ambientes terroríficos y ese hastío vital presente en estos tres escritores.

A mí me gustará siempre Quiroga por lo que transmite en sus cuentos y por cómo lo dice. El exotismo de la selva es un plus que lo hace más atractivo a los ojos de un occidental.

"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo a mí" (Ortega y Gasset)

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Patapalo
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Bueno, cuando hablo de marco propio no hablo únicamente de la jungla, sino de las mentalidades, modos y demás de los personajes. Creo que la literatura anglosajona nos ha pesado mucho incluso en este asunto. Muchas novelas y relatos que nos encontramos dotan a sus personajes de un comportamiento más anglosajón que propio del personaje tratado.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Canijo
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Yo creo que ese efecto de "alglosajonización" (jeje) es incluso más culpa del omnipresente Hollywood y el que seamos "autores de cine y televisión", esa historia de que nos mueve lo visual y los esquemas de estos medios y los aplicamos a nuestros textos, y como en esos medios domina lo anglosajón de manera tan abrumadora, pues también se cuelan muchos de sus escenarios, tipos de personaje, etcétera...

 

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Félix Royo
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Eso es algo inevitable Canihallam. El otro día vi a la banda del hispano francés merodeando por Wendy's y pude constatar lo mismo. Se fueron en uno de esos cacharros hacia los lagos, donde acampan esos canadienses gilipollas. Hijo, nunca te compres uno de esos trastos.

El cine americano ha cambiado tanto a la literatura como las novelas de caballerías en su día.

El genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación ¦

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Jecholls
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Desde que nuestro estimado onubense gritara en verso aquello de Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas, me parece que todos ansiamos ese tipo de intelijencia. Borges llegó al extremo de decir que se debía escribir como se habla, claro que no todos hablan como Borges y eso sería un problema para la literatura. Pero creo que en el fondo, modernistas o no, lo que estos dos autores y muchos otros buscaron fue una forma de autenticidad, la autenticidad de un lenguaje preciso. Evidentemente cuando leemos eso pensamos en la concisión, pero no tiene por qué ser siempre así: tal vez una bella imagen requiera, para ser precisos, unos cuantos adjetivos, y esto no tenga por qué tener el deber de llamarse sobreadjetivación.

Creo que el resumen del decálogo es también ese, el tener como objetivo la autenticidad, tanto para la obra como para el estilo, y creo que evidentemente los dos son igual de importantes. El punto diez sintetiza muy bien esta filosofía que llevo toda mi vida intentando también aprender, aunque reconozco que es difícil tener esa clase de desprecio a nuestro ego, esa en la que el amor a lo que escribes se eleva incluso por encima de aquel, te anula y te hace escribir para una pequeña vida que solo existe en esa hoja. De verdad que es preciosa esta imagen pero, muchas veces, pienso, podría convertirse en la gran utopía, en otra mentira modesta del lenguaje. Envidio esa capacidad, si es que existe, de evasión completa de la realidad, de inmersión en la historia como último relieve de nuestro propósito.

De cualquier modo, siempre he pensado de la misma forma al respecto de la autenticidad como propósito literario, incluso si paradojicamente esto pudiera ser mentira, porque la literatura siempre es ficción y esto rompe el primer sentido de la autenticidad. Creo que si se supera esa paradoja, se puede encontrar esta autenticidad literaria de la que hablo y de la que, creo, hablaron los otros. Por eso siempre adoré a Bukowski, también, porque a pesar de escribir con la polla y la ebriedad tuvo sus muchas líneas lúcidas y transparentes, porque su sarcasmo me dolió pero también me causó la risa. Es solo un ejemplo, pero habría muchos otros. En busca de la autenticidad también me hallo ahora, aprendiendo de la vida y absorbiendo cuanto puedo, porque presiento que pronto vendrán a por mí las ganas literarias... y voy a romper aguas. Mucha agua. Este es el gran consejo, romper aguas siendo consciente solo de esa vida que ahora llevas dentro y vas a dar a luz. De verdad que voy a intentar tenerlo presente siempre.

Kafka es un grande porque escribió cosas maravillosas y aun así luego las mandó a quemar, tal vez porque le importó un carajo lo que el mundo pudiera pensar de su obra. Y ahí está, brillando como brillan las estrellas.

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