Coon dijo:
Yo terminé hace no mucho Arcano Trece, una recopilación de relatos de Pilar Pedraza que me gustó bastante y ahora estoy enfrascado en Los Versos Satánicos, una edición que me encontró junto a unos 15 o 20 títulos más en una caja juntó a un contenedor de reciclaje de papel (menos mal que pasaba por ahí, los pobres libros debían estar aterrados).
Al leer esto no he podido evitar pensar en mi incapacidad manifiesta de quitarme de encima libros (en papel). No es ya que me parece herético aquello de destruir libros, supongo que por mi educación, sino que se me plantea una paradoja: si el libro es bueno, me apetece conservarlo para releerlo o con la esperanza de que lo lean mis hijos más adelante, o incluso para prestarlo o regalarlo a un colega; la idea de tener una biblioteca. Si el libro es malo, por el contrario, revenderlo me parecería un timo, regalarlo a la biblioteca una cabronada y soy incapaz de mandarlo a reciclar. Tengo libros francamente lamentables que me acompañan y qué no sé qué será de ellos en el próximo traslado, pero no me extrañaría que se vinieran como polizones.
¿Os pasan cosas de estas? ¿Qué relación tenéis con los libros, sobre todo en papel, como objeto?
Me pasa exactamente igual que a tí, Patapalo. Soy incapaz de desprenderme de ningún libro, salvo prestándolo a gente de mi total confianza, si son buenos. Los malos... ahí se quedan, criando polvo años y años. Jamás he revendido un libro ni lo he tirado. Eso hace que tenga algunos repetidos, y ahí estan.
Somos el tejido del que estan hechos nuestros sueños.
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