RITUAL

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javiertorres
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Poblador desde: 24/01/2015
Puntos: 12

RITUAL

Las instrucciones parecían ser claras aunque tenía aun ciertas dudas respecto a la utilidad y eficacia del conjuro. Estaba dispuesto a comprobar los resultados de inmediato.

Abrió la puerta acorazada que impedía a cualquier extraño acceder al desván que con tanto esmero había preparado. La seguridad era uno de los principios que no debía de ser obviado bajo ningún concepto. Mientras descorría cada uno de los seis cerrojos que ejercían de cancerberos del sancta santorum, un escalofrío le recorrió la espina dorsal, despertando su postrera resistencia si es que ésta existía a esas alturas del proceso. Despejada la entrada, bajó uno a uno los infinitos escalones que le dirigían hasta las profundidades. El aire se iba viciando y una atmósfera de claustrofobia comenzaba a embotar los sentidos. También contribuía a ello un desagradable olor a herrumbre y a miseria. La humedad, dueña de un reino desconocido para los vecinos, ajenos a la realidad que tenía lugar paralelamente a sólo unos pasos de las viviendas en las que creían disfrutar de una existencia lineal y hasta feliz, se apoderaba de las articulaciones, estímulo suficiente para que éstas se quejaran con cada movimiento, con cada pensamiento y con cada orden. La neblina, que ocultaba parcialmente el improvisado altar, se originaba de la nada. Quizás fueran los mismos fluidos del globo ocular los que engañaran con tal efecto; el resultado, en conclusión, era una distorsión certera en forma de tenebrosa oscuridad, templada con la luz de las velas encendidas derramando su cera en las palmatorias de gastados dorados que permanecían inertes encima del aparador de antaño.

La chica no tendría más de quince años. Aquello no importaba en esos momentos. A efectos prácticos era un cuerpo colmado de vida, una vida que pronto sería segada. Sus miradas se cruzaban, una pidiendo clemencia, la otra reflejando satisfacción. Las palabras habían sido borradas del guión. La mordaza cumplía a la perfección su cometido. Sus labios permanecían cerrados por decisión propia.

Dispuso las herramientas de tortura sobre el escabel de mullido terciopelo granate y las acarició con suavidad, percibiendo el frío del metal, mostrando con ellas una extraña empatía, difícil de explicar. Mientras, allí, sobre la mesa, ella se retorcía todo lo que sus fuertes ataduras le permitía. Era digno de estudio el comportamiento humano en situaciones límite. Aun conociendo su final, el ser humano era capaz de aferrarse a una lógica efímera, a una esperanza huidiza, al último hálito de lucidez antes de que el entramado neuronal de un cerebro vencido se desestructure y desvanezca. Todo ello le producía curiosidad, ciertamente, pero sobre todo, un extraño placer manifestado con esa perversa sonrisa tantas veces retratada ante el espejo.

El ritual debería empezar. Siguiendo los consejos de la vieja hechicera, tomó el cuchillo y rasgó las vestiduras de la joven, cuyo rostro ciertamente parecía haber envejecido bastantes años. Desnuda, sus movimientos se convirtieron en auténticos estertores y él, contra todo pronóstico, se excitó.

El macabro ajuar aun debía de ser dispuesto en torno al improvisado altar. Abrió las puertas del armario de medio cuerpo y sacó el cáliz de plata el cual depositó a la cabecera de la mesa. A continuación volvió a agacharse con el fin de extraer los ajos y el limón. Tomó el cuchillo y seccionó los dientes blanco-grisáceos uno a uno. Un intenso aroma inundó la estancia; sus fosas nasales se colmaron con el mismo mientras procedía a frotar con ellos el impoluto cuerpo de ella, primero con suavidad, posteriormente con fuerza, de modo que la blanca superficie adquirió un tono eritematoso, salpicado de arañazos por los que rezumaba n finos hilos de sangre, regueros que quedaban coagulados al instante por el tópico ungüento. Finalizada la sesión, el jugo del limón añadía matices de bergamota al tiempo que cicatrizaba las heridas y humedecía cada grieta del frágil tapiz de su tegumento.

El terror se había manifestado en lágrimas que se agotaron al cabo de algunos minutos. Eran ahora sus pupilas las únicas que ofrecían resistencia, pozos negros sin fondo perdiendo su regular contornos por contracturas involuntarias de iris cansados de mantener la cordura. En el momento en el que mejor recibida sería la inconsciencia, esta se reforzaba con el dolor procedente de los cortes en las muñecas, cortes por los que la sangre caía sobre el cáliz dispuesto estratégicamente a tal efecto.

Iniciada la lenta sangría, se ausentó el tiempo necesario para volver a personarse con el animal, asustado a su manera, distintos modos de representar el terror.

No era latín, tampoco ninguna lengua conocida. Las palabras que pronunciaba eran recitadas del papel ajado que le había dado la vieja. Se trataba de palabras trabadas e inconexas pero necesarias para ejercer su cometido. Mientras las pronunciaba en voz alta, el cuchillo seccionaba la garganta del animal, que contemplaba su propia muerte incapaz de tomar represalias contra su ejecutor. Conforme su viscoso torrente de vida caía sobre el barreño, su alma se despedía y sus ojos se cerraban. Su cuerpo fue arrojado al suelo. Volvió el silencio. La vida abandonaba a la joven con premura. El cáliz rebosaba de la vida arrebatada. Era hora de hacer la mezcla, recrear la pócima que le aseguraría cumplir sus propósitos.

Tomó el cáliz y derramó su contenido en el barreño. A continuación tomó la cuchara de palo y comenzó a remover. No había imaginado lo difícil que es mezclar dos tipos de sangre. El tono azulado se hizo dueño de la mezcla. Bendijo con las palabras finales, las que daban crédito al conjuro… y bebió…

Al principio sólo sintió ardor. Más tarde acidez, y por último un estado de bienestar se fue instaurando en cada de su órganos.

Corrió raudo a mirarse al espejo que a para tal efecto había sido dispuesto en una de las paredes. Delante de sí mismo contempló cómo su rostro iba cambiando con premura. Cada una de sus arrugas se iba desdibujando mientras que la luz volvía a sus apagadas pupilas. El brillo perdido, el barniz, el color y la salud se mudaban a un rostro decrépito y olvidado. Sus manos, antaño mustias y agrietadas, adquirían la fuerza y tensión que extrañaban. Incluso sus recuerdos se activaron como por arte de magia.

Rió, su voz reverberó en las cuatro paredes que separaban la estancia del mismo infierno. La juventud le envolvía mientras las últimas gotas de sangre caían del marchito cuerpo exánime que sin vida había servido a sus oscuros propósitos.

Tocaba, pues, recoger y ordenar el desván y deshacerse de todo aquello que pudiera delatarle.

Había sido extremadamente cuidadoso. Todo había sido planificado al milímetro. El cuerpo sería incinerado, mismo destino al que serían sometidos los enseres y demás útiles al servicio del ritual.

Apenas habían pasado unos días de los hechos. Si bien su cuerpo había rejuvenecido infinitos años, su salud le planteaba dudas. El conjuro había sido repetido según las normas, de eso estaba seguro. Pero aun así se sentía débil, debilidad que le obligaba a postrarse en el sofá esperando una pronta recuperación que le permitiera al fin disfrutar de ese don de la juventud que con tanta ansia había buscado.

Decidió encender la televisión y comprobar qué contaban las noticias sobre la desaparición de la joven.

Efectivamente, como no podía ser de otro modo, los principales canales de noticias comentaban la preocupante desaparición de una joven. El presentador dio paso al reportero que se encontraba junto a los padres de la desaparecida. La pareja, aterrorizada ante los hechos, pedían desesperadamente ayuda y anticipaban incluso una recompensa a todo aquel que pudiera aportar información útil sobre el paradero de su hija.

Él seguía con atención la noticia mientras un intenso hormigueo se apoderaba de las puntas de sus dedos. Tosió, primero sobre el puño de la camisa, posteriormente sobre un pañuelo, tejido que no tardó en teñirse de rojo. Preocupado y extrañado, prefirió terminar de escuchar el llamamiento de los pobres padres de la muchacha a los que él mismo tanto debía, sin duda eran la fuente de la que había emanado la vida que ahora anidaba en su propio cuerpo. Sonrió antes de mudar su rostro en una mueca de terror, terror por escuchar el epitafio, quien sabe si el propio suyo, cuando la madre pronunció la última frase con la que se cerraba la conexión:

“… Y recuerden que mi hija padece hemofilia y que si no acude pronto al hospital puede morir”…

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salino
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Poblador desde: 22/05/2012
Puntos: 347

Hola, Javier. Enhorabuena por tu trabajo.

Leí el relato bajo el influjo de “El Bolero de Ravel” y he decir que me sumergió en el ritual, ganando cada vez más tensión.

A parte de comentarte la banda sonora propuesta, he de decir que me gustó. El contenido, no muy original, desemboca en un giro inesperado y bien planeado.

El personaje principal lo veo un poco desdibujado y parece no resolver los misterios que lo definen, solo su objetivo, igual que la chica y su relación con la bruja.

En general está bien escrito, excepto por algunas extrañezas como “cuchara de palo” o “para tal efecto” y el tono demasiado culto de algunas palabras que me parecen forzadas, pero solo lo comento por si algún otro lector coincide en estos detalles y crees que merece la pena tenerlos en cuenta.

La historia se resuelve en un último gag sin aportar mucho, sin un clímax o una evolución. Tal vez si fuera mucho más breve ganaría puntos.

Te comentaré que, tras leerlo, algo me decía que no cuajaba en la trama:

“regueros que quedaban coagulados al instante por el tópico ungüento”

Si la chica era hemofílica ¿cómo se habían coagulado los cortes?

Naturalmente por el limón y el ajo. Si estos componentes no fueran los únicos usados tal vez disimularias lo premeditado de su uso con el final. Tras una relectura se ven como costuras deshilachadas, no sé si me explico.

A parte de esto, buen trabajo y gracias por compartirlo.

Mi puntuación es para un relato que entra en la temática, escrito dentro de la norma, pero, omitiendo descripciones bien ornamentadas de un relato de misterio, carece de toda la urdimbre que necesitan los personajes para ser creíbles. Su final, original en una primera lectura, te hace sonreír por la ironía.

★★★☆☆

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Relato admitido a concurso.

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javiertorres
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Poblador desde: 24/01/2015
Puntos: 12

Agradezco los comentarios. Me parecen acertados aun cuando en algunos de ellos reflejas intenciones que tuve al escribirlo.

Mi intención fue desdibujar los personajes de manera que los hechos, y no los sujetos, ocuparan el primer plano.

Tendré en cuenta los consejos  e intentaré elaborar otro con esta fórmula

 

Saludos

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Relato que para mí gusto sufre altibajos en su estilo. Hay momentos mejor escritos que otros. Incluso da la sensación que muchas descripciones están realizadas más para llenar página que por su importancia

También hay alguna palabra que falta

La historia carece de elementos que hagan de ese rapto y sacrificio algo original, nuevo. Sin embargo el último párrafo es sorprendente y muy divertido

2 estrellas.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Relato correcto, de agradable lectura. Un viejo sigue el ritual prescrito por una bruja a la que ha acudido, para recuperar la juventud. Una cosa, durante el proceso en el sótano, dice que también sacrifica un animal, pero no se dice de qué especie ¿que ha sacrificado? lo único que imagino es que debe tratarse de un animal pequeño y poco ruidoso, porque ni un balido, cacareo, bufido, no sé jejeje Sé que es necesario para el final pero la hemofilia tiene un problema, a las mujeres no les afecta, o sea, son portadoras del mal pero sin síntomas, estos se manifiestan solo en los varones. Vamos, que la chica puede sangrar sin problemas cuando la embadurna de ajo y limón y no es verosímil decir "que puede morir si no acude pronto a un hospital". Aún así, él, al ser varón, sí se ha buscado un problema al haber unido su naturaleza a la de ella jojo

Tres estrellas y media:

***´

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

Ritual

Coincido con los demás en que este relato peca de omisión de información, no sabemos nada de la bruja, nada de la chica, apenas nada del viejo y ni siquiera se nos cuenta qué animal es el que se sacrifica, si un perro, un gato, un ocelote. Que esto sea deliberado, bueno, pero el caso es que se percibe como una falta, o se hubieran agradecido los detalles. La verdad, no me imagino a ese anciano entrando en tratos con una bruja. Aparte de eso, cuesta creer que después de varios días los principales canales de noticias siguieran comentando la desaparición de la joven.

Por lo demás, por momentos el texto parece estar escrito sin pensar, o bueno, igual me he pasado, sin fijarse demasiado (ojo, que a mí también me pasa, me emociono y no sé ni lo que escribo, es solo después al corregirlo que me doy cuenta). Primero se habla de un desván pero luego resulta que el escenario es un sótano. También se dice que una sensación de claustrofobia embota al protagonista los sentidos cuando yo creo que las fobias más bien los agudizan (morbosamente). Me da que el texto se ha mandado sin revisar. Hay frases muy largas: La humedad, dueña de un reino desconocido para los vecinos, ajenos a la realidad que tenía lugar paralelamente a sólo unos pasos de las viviendas en las que creían disfrutar de una existencia lineal y hasta feliz, se apoderaba de las articulaciones, estímulo suficiente para que éstas se quejaran con cada movimiento, con cada pensamiento y con cada orden. Cuando llegas al final casi has olvidado el principio. Los términos médicos como eritomatoso no me desagradan (de hecho la jerga técnica me encanta, para mí es como un chino fascinante), pero a veces me ha parecido advertir cierta suficiencia. Con todo, me alegro de haberlo leído, no hay texto del que no se aprenda, con este he disfrutado y, como digo, he reconocido errores propios.

2,5 estrellas

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Un relato entretenido y que fluye bien, pero al que veo algunos escollos. Por un lado, lo veo más centrado en la hechicería que en las brujas, propiamente dichas, aunque esto es algo menos determinante y bastante subjetivo. Luego, creo que las descripciones están descompensadas (se da mucho peso a cosas aparentemente poco relevantes, como el escabel, y poco a otras que sí lo parecen, como el animal sacrificial) y pierde la oportunidad de plasmar detalles importantes en varias ocasiones (la cuchara de palo, ¿no será de alguna madera particular?). También es verdad que el giro final resulta un añadido anecdótico después de lo que, a todas luces, lleva la voz cantante: el ritual. Si se hubiera añadido algún elemento que conjugara ambas cosas, quizás dentro de la motivación del oficiante, el impacto final hubiera quedado más redondo.

Un pequeño detalle: la hemofilia sí que se manifiesta en mujeres con síntomas, aunque no son equivalentes a los padecidos por los hombres. Así, quizás el mensaje de los padres esté formulado de un modo muy alarmista, pero no deja de ser plausible. Lo señalo por el comentario de Ligeia.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Lo encuentro correctamente escrito, aunque me desconcierta un poco cierta irregularidad en el estilo, a veces conciso y directo, otras más elaborado, sin ver un patrón claro en ello. Toda la parte del ritual en el desván (¿o es un sótano?) es incómoda y desagradable para el lector, está claro, pero no ofrece nada extra que lo haga destacar entre el resto de relatos; se lo juega todo a la única carta del giro final, que lamento decir que me ha dejado algo frío.

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Easton
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Poblador desde: 06/11/2011
Puntos: 416

He leído todo el relato esperándome una sorpresa que, cuando parecía que no iba a llegar, ahí estaba, en las últimas líneas. Me ha gustado que esa sorpresa estuviese, porque si no se habría quedado en un ritual, sin más.

Sin embargo, ese efecto final creo que no es lo suficientemente contundente como para cargarle la mayoría del peso. Aunque el estilo es algo mezclado, el relato fluye y lo he podido leer sin descentrarme mucho de lo que se cuenta.
2,5 estrellas 

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Belagile
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Poblador desde: 09/12/2013
Puntos: 829

A pesar de la falta de detalles que podrían haber enriquecido aún más la historia, se entiende bastante bien. Su lectura es fluída. Quizá uno llegue al final sin conocer muy bien qué ha pasado, pero esa última frase te da la emoción y el giro sorprendente que llevas esperando desde el principio. Coincido con algunos compañeros en que hay frases demasiado extensas, que podrían acotarse con algún punto y algunas imágenes confusas o que se contradicen con otras anteriores. He visto alguna tilde mal puesta; por ejemplo "guión". Por lo demás me parece un relato sencillo, que recoge el tema de la hechicería bastante bien.

★★☆☆☆

Giny Valrís
LoscuentosdeVaho

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Al limitar la narración a aspectos descriptivos del ritual se descuidan otros que pueden ayudar a profundizar en el personaje e incluso en el ambiente. La escritura es algo irregular, aunque bien llevada en su conjunto. Señalo como apunte que un desván no puede ser subterráneo, sino situado en una planta superior de la vivienda.

El giro final funciona pero me resulta insuficiente; no he logrado conectar demasiado con el protagonista.

2 estrellas

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Un relato que se lee del tirón, con algunas descripciones muy acertadas. Coincido con otros compañeros en que se echa un poco en falta más peso en los personajes. Te he leído que tratabas de incidir más en los hechos. En cuanto al ritual en sí, objetivo conseguido. Pero en cuanto a la finalidad del protagonista, nos faltan datos para darle calado a eso. Y sobre el final, supongo que es cuestión de gustos, es decir, simplemente las opciones que cada uno tomamos para escribir, pero a mí personalmente me parece un ejemplo del "premeditado" giro sorpresivo. Hay relatos que parecen jugarse todo a esa carta, sorprender al lector. Y para mí, no acaba de funcionar, es como que le veo "los hilos" al entramado.

Y una duda sin importancia: ¿cómo nota tan pronto y tan visiblemente los efectos del contagio? La hemofilia tiene que ver con la coagulación de la sangre, ¿por qué a él le afecta en su salud general?

★★☆☆☆

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JFB
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Poblador desde: 05/03/2012
Puntos: 125

Una historia corta que se lee del tirón y es entretenida. Faltan detalles, sobran adornos, y la bruja se siente bastante lejos. En definitiva, se trata de un caso de víctima equivocada, pero el giro final funciona a medias. Se intuye que el sacrificio va a traer consecuencias para el viejo. Sólo faltaba saber la enfermedad o "maldición" que portaría consigo la chica. No obstante buen trabajo sobre el cual, si se insiste, puede sacársele mucho más jugo.

"...Decidió encender la televisión y comprobar qué contaban las noticias sobre la desaparición de la joven.

Efectivamente, como no podía ser de otro modo, los principales canales de noticias comentaban la preocupante desaparición de una joven." (repetición.)

Mi voto: 2,5 estrellas

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Saucerful
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Poblador desde: 27/02/2015
Puntos: 16

En primer lugar quiero felicitar al autor por la idea, me pareció muy buena. Como apuntaron otros foristas, la lectura tiene algunos altibajos, se mezlan frases muy bien elaboradas con otras recargadas (a mi gusto) que distraen en lugar de crear un clima. Por ejemplo, hay una oración, la que empieza por "Un intenso aroma..." y termina en "... el tópico unguento", que creo que puede dividirse en dos o en tres partes, porque te deja casi sin aliento. La sorpresa final es lo más relevante del relato, un irónico fin para un asesino. En cuanto a los detalles técnicos sobre la hemofilia, pues no los tengo del todo claro, pero no creo que afecten tanto al relato.

El animal que sacrifica el viejo, ¿qué es? Parece una nimiedad, pero me obligó a volver atrás en el texto para ver si me había saltado algo.

Mi calificacion es 2,5 estrellas.

La categoría de vencido se obtiene después de haber luchado, y eso lo distingue del desertor y del cobarde” (anónimo)

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