Joaquín era un muchacho de apenas 20 años cuando se presentó ante su tío dueño de una gran empresa tecnológica, que lideraba parte del mercado mundial. Joaquín se había visto obligado ir en busca del hermano de su madre ya que había sido desheredado de la fortuna familiar. Su padre Eduardo, los había corrido amenazándolo, si quería volver a ver un peso de aquella fortuna debía casarse, y así fue como viajó a una ciudad muy lejana de la suya, en busca de un porvenir mejor.
Joaquín no quería casarse, él era muy joven para eso y no desperdiciaría su tiempo en algo tan…, apresador.
Subió en un moderno ascensor hasta las oficinas de su tío, una escuálida secretaria lo recibió secamente.
— ¿Qué desea?
—Hablar con…—pero se vio interrumpido por un barullo que provenía de una de las oficinas.
Al parecer un grupo de acalorados empresarios se debatían por poder jaquear un importante sitio que les estaba robando importante información, ninguno de ellos podía acceder al código. Joaquín se ofrece para ayudarlos.
—Si me dicen dónde encontrar a Leonardo Book, les diré como deben sortear el sistema de la empresa.
—No podemos dejarte hacer eso solo— le comentó uno de los hombres— este trabajo no es para una sola cabeza.
—Además si quieres hablar con el señor Leonardo, pregúntale a su hija—dijo mirando a una muchacha que venía liderando un grupo de escandalosas muchachas.
Joaquín quedó prendado de aquella mujer, no sabía su nombre pero en ese momento podría nombrarla de mil maneras, era dueña de una melena color almendra, sus ojos chicos y redondos color noche lo miraron tímidamente, su cuerpo era testigo de horas en el gimnasio.
Joaquín un tanto socarrón apartó a los hombres que estaban encima del ordenador y haciendo un acto de valentía, demostrando sus capacidades pudo acceder al sitio sin ningún problema
—Listo— se oyó decir triunfante, ganándose la admiración de los presentes se dirigió aquella bella muchacha y se presentó-Mi nombre es Joaquín Bram Book, mi madre es hermana de tu padre.
—Hola— contestó entusiasmada al saber que tenía un primo tan guapo—mi nombre es Rocina un gusto conocerte.
Joaquín quedó mirándola fijamente no podía controlar sus emociones, algo en ella lo atraía. —Llévame con tu padre— susurró a su oído.
Rocina lo guío a la oficina de su padre, consiente de las miradas que le lanzaba aquel joven se ruborizó, ¿qué le pasaba?, ella no era así y mucho menos se ruborizaba frente a sus familiares. Entraron a la oficina y Leonardo se sobresaltó al ver a una de sus hijas acompañada, por aquel joven que no le era familiar.
—Padre, te presento a Joaquín tu sobrino.
Leonardo lo miró sorprendido, hacía más de diez años que no veía a su hermana, si hablaba escuetamente por mensajes de texto o alguna llamada efímera, es que el marido que tenía era eterno rival de él.
— ¿Cómo está Raquel?— quiso saber.
—Ella está feliz, con mi amargado padre— contestó seguro.
—Tú debes ser Joaquín
—El mismo.
— ¿Qué te trae por estos pagos?
—Necesito que me ayudes.
— ¿En qué?
—Necesito trabajo.
Leonardo quedó enmudecido, él no conocía aquella persona, por lo que le había contado su hermana en escuetos mensajes, Joaquín era un chico muy bien preparado, de confianza, pero algo en los ojos de aquel alertaron a Leonardo que Raquel no conocía a su hijo.
—Disculpe— dijo un hombre que sin ser anunciado entraba a la oficina abruptamente..
—Martin, ¿qué necesitas?
—Es que debe saber que hemos encontrado la manera de poner fin a los robos de información mediante la red.
— ¿Cómo lo han logrado?
—Fue este joven señor- dijo aquel hombre de baja estatura- él logró hacer lo que muchos de nuestros más capacitados empresarios no pudieron.
Leonardo lo miró sorprendido— ¿Qué sabes hacer muchacho?
—Mi padre me especializó en todo lo que es contabilidad, pero tengo especial interés por la tecnología.
Leonardo sabia aquella información no era certera— ¿qué quieres como pago?
—Un hogar y un sueldo digno— le contesto sin titubear.
—Es una eminencia— intervino Martin.
—Veo que sabes cómo quedar bien en la primera impresión— bromeó.
—Es lo que cuenta, ¿no?
Leonardo sin dudarlo accedió a las exigencias de su sobrino, no confiaba en él pero era su sangre y debía prestar ayuda.
Pasaron dos meses y Joaquín se amoldaba excelentemente en su trabajo, tanto así que había ascendido con facilidad. Sin embargo a Joaquín había algo que le atormentaba, que no podía sobrellevar y era que en estos dos largos meses se había enamorado locamente de su prima Rocina,¿ cómo se podía haber enamorar de su prima?, ni él podía contestar esa pregunta, pero para su tortura, ella le había dejado claro que también sentía lo mismo por él. Fue una tarde en donde se había acumulado el trabajo y Joaquín debió quedarse más de la cuanta en la oficina, ella se había ofrecido a ayudarle y él no pudo decir que no, deseaba tenerla cerca, y disfrutar de su compañía. Se habían estado coqueteando con bromas, miradas hasta que en un acercamiento mutuo las defensas de Joaquín quedaron debilitadas y ella se le lanzó a sus brazos, estuvieron besándose por varios minutos, dejando libre la pasión que los aprisionaba. —Te amo— confesó él entre jadeos.
—Yo también — lo sorprendió ella.
—Pero esto es imposible— le recordó él.
—Lo sé— quizás era eso lo que la impulsaba a dar rienda esté prohibido amor.
Leonardo había aconsejado a Joaquín que debía casarse, ningún Bram, llega a los 30 soltero, otra vez las ridículas normas familiares, su padre le había dicho lo mismo.
—No puedo casarme— objetó él algo molesto.
—Que ridiculez, todo hombre debe casarse y lo solucionaremos.
Joaquín estaba enamorado de su prima ¿cómo podía casarse con otra mujer?
Su tío era más astuto que él y ya se había dado cuenta de lo que había entre Joaquín y su hija, debía hacer algo para impedir ser el escándalo del años, un casamiento entre primos no está bien visto, además arruinaría la buena reputación de su empresa. Por esa razón tomo represalias, mandó a Rocina a Europa, con la excusa que debía capacitarse para liderar la gran empresa y a Joaquín lo comprometió con una de las amigas de Rocina, de buena posición. Joaquín no se negó, él debía sacarse de la cabeza a su amor imposible.
Laura era una muchacha poco agraciada, tenía ojos azules, pero parecían sin gracia apagados, su sonrisa escasamente aparecía y su cuerpo era extremadamente esquelético, además llevaba el pelo rubio corto muy corto, cosa que Joaquín odiaba, pero él no iba a quejarse, su tío le había prometido que si se casaba con ella, heredaría parte de su empresa.
Joaquín además de desear lo prohibido era un avaro, el no solo logró restituir la herencia por parte de su padre sino que heredaría parte de una gran empresa, él se había convertido en un hombre de poder, un magnate tan millonario que creyó que podía comprar hasta el amor de una mujer.
Se casó con Laura y a los dos años, ella concibió mellizos eran pelirrojos igual que Joaquín, ambos críos se habían ganado el corazón de éste y de repente Rocina había quedado guardada en una parte pequeña de aquel loco corazón. A pesar de haber tenido dos hermosos bebes con el amor de su vida, Laura era desdichada porque nada en el mundo podía lograr que su marido la amara.
Pasaron los años los mellizos habían cumplido sus cinco años, a Leonardo le sobrevino una enfermedad al corazón muriendo al instante, por esa razón, Rocina se vio obligada a volver y Joaquín se vio gratamente obligado a tomar la riendas de su ahora empresa.
Al ver nuevamente a su prima, la llama del deseo volvió a encenderse dentro de él, ella estaba aún más hermosa que nunca, con esas mejillas que poseían un color rosado propio que ningún maquillaje podía proporcionarlo.
Una noche en donde Joaquín estaba entre papeles, Rocina se presentó ante él declarándole que ya no podía vivir sin su amor, él se debatía entre sus hijos y su esposa que lo apresaban en casa. Pero dejando los remordimientos a un lado la tomó, la hizo suya en aquella oficina donde fue testigo de un amor imposible, y así se vieron una y otra vez a escondidas.
Laura, una mañana se cansó de tanta indiferencia y despreció, dejando una pequeña nota sobre el escritorio, lo abandonó.
—Se feliz con esa inmoral relación— leía en la nota.
El no supo cómo se había enterado, lloró amargamente por perder a sus hijos, a su compañera, porque aunque no la amaba disfrutaba de sus conversaciones, de su compañía.
Estuvo triste hasta que un años después Rocina le dio la noticia que había logrado quedar embarazada, Joaquín fue tan feliz, pero a la vez tan desdichado pues no pudo contarle a nadie de su motivo de felicidad.
Inmoral era la palabra que le venía a la cabeza seguida cuando pensaba en su relación con Rocina.
Al cabo de nueve meses su hija nació, pero Rocina murió en el parto dejando terriblemente sosegado a Joaquín.
En un arrebato de amarga locura golpeó a la puerta en la casa de Laura, le pidió que cuidara mucho a Elizabeth entre lágrimas. Dejando a una pasmada Laura se marchó dispuesto a acabar con su miserable vida, él se suicidó.
El amor lo había puesto en una cárcel donde no pudo salir, un amor imposible, señalado por las normas sociales y condenado a lo trágico.
En lo formal, lo presentado es más el borrador del relato que quizá algún día llegue a ser que el propio relato. Hay un gran trabajo de correción por delante para ello.
En cuanto al fondo, no veo la posesión por ninguna parte.
Mi calificación es 1 estrella.
Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP