El gato sobre la cacerola de leche hirviendo

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Comentario acerca de la inclasificable novela de Manuel Valera

Hoy en día se habla mucho de las posibilidades que la tecnología ofrece al ser humano. Recuerdo cierta conversación donde se me argumentaba que gracias a ella éste dispone de mucho más tiempo y puede hacer muchas más cosas, y se me ponía como ejemplo la incontenible fuente de información que supone Internet.

 

Mi réplica en este sentido fue contundente: estaba claro que había temas, como el tiempo que ahorramos en los trayectos cuando viajamos, o la capacidad para buscar datos, donde el avance científico ha devuelto muchas horas al ocio de los hombres. Pero dudo que en otras materias éste permita al hombre hacer más. Lo que sí que permite, y eso es lo importante, es hacerlo mejor.

 

Me explico. Muchos de nosotros hoy en día tenemos el disco duro lleno a rebosar de películas, música, novelas, tantas que si realmente las quisiéramos ver, escuchar o leer, no dispondríamos de horas en el día ni de días en nuestra penosa e inevitablemente corta vida. Y aun así, llevados por ese ansia acaparadora y depredadora que nos marca como especie, seguimos acumulando más y más, aunque sepamos que jamás alcanzaremos a aprovecharlas. Porque, pese a todos los descubrimientos y avances, seguimos pudiendo ver una película por turno si queremos enterarnos de qué va, oír sólo una canción al mismo tiempo sin caer en cacofonías, y, desde luego, leer un único libro a la vez (aunque a algunos nos guste tener varios en la mesilla para poder saltar de uno a otro como quien come bombones).

 

¿A dónde quiero llegar con semejante introducción? A algo que todos sabemos, y es que dado que si bien hoy en día los recursos ya no son tan escasos como señalan los manuales de economía (al menos en esta materia) nuestra capacidad para disfrutar de ellos sí que lo es, por lo que se hace tanto más importante saber elegir bien dónde empleamos el único bien auténticamente preciado y sin reemplazo del que disponemos, nuestro tiempo.

 

Eso me pasa a mí con muchas de las novelas que caen en mi manos. Las empiezo con ánimo, y al cabo de diez páginas, o bien tengo una sensación de deja vú asfixiante, o bien todavía no he encontrado ningún motivo para seguir pasando hojas. Así que cuando ésta llegó a mis manos, lo primero que pensé, sinceramente, es que al menos era corta. Si me desilusionaba, no habría perdido demasiado tiempo en su lectura.

 

Luego empecé a leerla… Y ya imagináis qué pasó. Cuando acabé, lamenté profundamente que el autor no se hubiera explayado a lo largo de cientos de hojas con su estilo eficaz, su afilado ingenio y su ácido humor.

 

Me resulta difícil tratar de explicar de qué va, o qué virtudes y defectos tiene. Sólo puedo daros un consejo, y es éste: que cuando vayáis a la librería en busca de una novela con la que divertiros, sorprenderos, que esté llena de ingenio e imaginación a raudales, una obra que sea distinta y original, y que a la vez sea capaz de alimentar vuestro cerebro y corazón a partes iguales, no perdáis tiempo y paséis de las mesas y estanterías sufragadas a golpe de talonario por las editoriales todopoderosas y llenas de clónicos best seller. Que huyáis de sus portadas de diseño y vivos colores, de las críticas subvencionadas y los premios arreglados, y preguntéis directamente por El gato sobre la cacerola de leche hirviendo, de Manuel Valera.

 

No os arrepentiréis. Será tiempo bien invertido. Y os daréis cuenta sobre todo cuando, al terminarlo, no podáis borraros la sonrisa de la boca.

 

O, al menos, eso es lo que me pasó a mí.

 

¿Qué por qué he hecho una reseña tan extraña e incalificable? Bueno, cuando lo leáis comprenderéis el porqué. Y es que, ¿qué se puede decir de un libro que no va de nada?

 

Manuel Valera es juntapalabras, un oficio como cualquier otro ejercido con mayor o menor fortuna.

 

Después de conseguir no tener que volver a la Facultad de Periodismo, una vez que le dieron un papel firmado, un título, se dedicó a escribir. Ha publicado Futbolia, un ensayo sobre fútbol y filosofía, escribe habitualmente en Larevelacion.com y trabaja juntando palabras para guiones de televisión. Va a bares.

 

 

Fecha: 08/11/ 2008, Colección Evohé Narrativa, Nº pág.: 125, 14X20, Tapa blanda. PVP: 14,50

 

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Patapalo
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Lo tengo en el punto de mira. Puede resultar un poco pueril, pero reconozco que cuando leí el título me sedujo totalmente. Sabiendo que su extensión no es grande, me termino de decidir. Gracias por la reseña, compañero.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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