El águila de sangre

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Rocío
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Poblador desde: 23/06/2020
Puntos: 10

Reconozco que la oferta me llamó la atención de inmediato.

Debí haber dudado cuando pregunté quién se haría cargo de los costes y nadie supo o quiso responderme, o cuando tuve que firmar la cláusula en la que aceptaba sine qua non no abandonar el yacimiento hasta tener permiso expreso para hacerlo.

Lo cierto es que acepté sin dudarlo. Las promesas que aquella excavación encerraban eran muchas y cuantiosas. Ser la primera persona que ponía pie en la remota isla de Mevvay, en el archipiélago de Dunnya tras varios siglos era quizá suficiente acicate, pero además me ofrecían viajar acompañada de un grupo selecto de arqueólogos que yo misma tendría la libertad de escoger a mi gusto. La empresa o magnate a cargo se hacía cargo del resto: provisiones, campamento y un pequeño equipo de paramilitares con la expresa orden de mantenernos a salvo pasara lo que pasara.

Debí haber sospechado entonces. Hasta donde yo sabía, nada había en la isla de Mevvay que justificara la presencia de soldados. Pero si reparé en ello fue solo de soslayo. Lo que reclamaba toda mi atención entonces era la posibilidad de hallar en aquellas costas los restos del naufragio de una expedición vikinga que había encontrado la muerte en los acantilados de la isla. Con algo de suerte, tal vez incluso pudiéramos hallar alguna tumba o restos de asentamientos que relataran la historia de supervivientes.

El naufragio vikingo había tenido lugar en el siglo VIII y era de sobra conocido por todos los que nos movíamos en el mundillo arqueológico. El acceso a la isla, sin embargo, había estado vetado desde hacía años. La titularidad se guardaba con curioso celo y ninguno de mis colegas ni yo misma sabíamos quién era el dueño de aquel lugar inexplorado. Quizá se entenderá así que accediera sin gran recelo a liderar la excavación que nos habían encomendado.

Partimos en mayo. Nuestro grupo lo formaban dos expertos en arqueología náutica, un reputado profesor universitario con amplios conocimientos de historia escandinava, el becario que mi universidad acababa de asignarme y yo misma. El equipo de paramilitares era más amplio que el nuestro. Lo constituían dos mujeres y cinco hombres y, aunque no hubiesen llevado los trajes tácticos, los habría reconocido de igual modo por su corpulencia, la adustez de su gesto y sus maneras de desenvolverse, más acostumbradas a responder a órdenes que a entablar conversación.

La embarcación que nos dejó en la costa se marchó tan pronto estuvimos en tierra firme, bajo promesa de regresar una semana más tarde, pero nosotros solo teníamos ojos para la isla. Lindando el perfil de arena que lamían las aguas siempre violentas del mar, se extendía el verde en una monotonía plana en la que solo algunos árboles raquíticos despuntaban entre la hierba salvaje.

Mientras el equipo militar desplegaba tiendas de campaña y disponía un sistema de balizas de protección a lo largo del perímetro de lo que sería nuestro campamento, el resto nos dedicamos a explorar. No tardamos en hallar indicios de los lugares en que iniciaríamos las excavaciones. Varios barcos de piedra, con las rocas horadadas por el viento, marcaban las tumbas.

No podíamos ocultar nuestra excitación.

Aquella noche, antes de marcharnos a dormir a nuestras tiendas, festejamos lo que a todas luces parecía ser una expedición de reconocimiento bastante prometedora. Bebimos a raudales y todavía puedo recordar el rostro joven de Luis, mi becario, un muchacho siempre solícito y amable, cuando en medio de mi melopea me giré hacia él y le estampé un beso torpe.

—Después de esto te querrán en todas partes —le aseguré, aunque lo que quería decir era que lo quería en mi tienda, así que hasta allí lo arrastré tirando de su mano y sin despedirme del resto.

El amanecer nos encontró abrazados en mi saco. Hacía un frío terrible, pero me forcé a abandonarlo y sacudí el brazo de Luis para que hiciera lo mismo.

—¿Ya es de día?

Tenía la voz ronca y gangosa por la resaca y se rascaba los ojos aún pegados.

Asentí y salí al exterior.

Antes de ver sus cuerpos, me golpeó el olor pútrido y amargo de la muerte.

Tendidos sobre la arena, fuera del perímetro, yacían tres cadáveres: una mujer y dos hombres del equipo de paramilitares encargados de nuestra protección. La visión era grotesca. Boca abajo, con la cara hincada en la arena y bañados en un charco de sangre, les habían sajado las espaldas con algún objeto afilado y habían dejados los órganos expuestos y al aire.

Me tapé la nariz y la boca y corrí a buscar al resto de los miembros de la expedición. No hallé a ninguno. Solo Luis observaba desde la entrada de la tienda de campaña, con los ojos muy abiertos, mientras se cubría las mejillas con las manos.

—¡Ayúdame a buscarlos! —grité.

Nos movimos con torpeza colina arriba, buscando cualquier rastro de las personas que nos habían acompañado en aquella expedición. Por fin, oculto en la cavidad de una roca y temblando de frío y miedo, encontré al doctor García, el viejo profesor universitario que había accedido a acudir a aquel infierno de isla con nosotros.

Me llevó largo tiempo convencerlo de que no estaba herido y de que no éramos fantasmas y le pedí repetidamente que me relatara lo que había presenciado antes de que se decidiera a hacerlo.

Con voz aún trémula, empezó a desgranar su relato.

—Alboreaba cuando decidimos irnos a dormir. Estábamos recogiendo las botellas y los restos de comida cuando los vimos. Dios mío, Ángela, fue terrible.

Agarré su mano y la apreté un poco para infundirle ánimo. 

—¿Qué ocurrió? —pregunté. También mi voz temblaba.

—Eran cuatro. No eran humanos, Ángela. No podían serlo. Tenían la piel cuarteada y dura como el cuero, las cuencas de los ojos vacías. En donde debía estar la nariz, solo había una cavidad y se movían de una forma extraña. Llevaban hachas —añadió con una exhalación profunda—. Eran ellos, estoy seguro.

Apoyé una mano en su hombro y traté de calmarlo. Me pareció que deliraba. No sabía qué había visto ahí afuera, pero estaba segura de que lo que él creía haber contemplado era una fantasía mórbida que solo podía existir en su cabeza.

De todos modos y, por si acaso, decidimos hacer guardia durante la noche y pertrecharnos con las armas que los paramilitares guardaban en su tienda. Sin ponernos de acuerdo en quién sería el primero en hacer la vigilancia, terminamos por guardar vigilia los tres, manteniéndonos muy juntos y bien armados.

Nada ocurrió y nada vimos durante la noche, pero con el amanecer regresó de nuevo hasta nosotros el hedor a carne muerta y aquel miedo que helaba el espinazo. Junto a los tres cuerpos descuartizados que habíamos dejado en el lugar en que los encontramos, había ahora otros dos, expuestos del mismo modo, las vértebras arrancadas, un amasijo de piel y hueso y sangre adornando los pulmones que sobresalían de la caja torácica.

—Es el águila de sangre —susurró el doctor García.

Yo asentí. Sabía de lo que hablaba.

—Tiene que haber alguien más aquí con nosotros —contesté, también guardándome de hablar en voz demasiado alta—. ¿Por qué los traerían hasta aquí?

El doctor negó con un movimiento de cabeza cansado.

Luis no había pronunciado palabra desde el día anterior y eso me preocupaba.

—Venga —los animé—. Busquemos al resto. Quizá se han escondido como hizo usted.

Pasamos el resto del día tratando de hallar algún rastro, con escaso éxito. Si alguno de nuestros compañeros había sobrevivido, estaba claro que la prudencia les hacía ocultarse incluso durante las horas de luz.

La tercera noche llegó y, una vez más, no supimos ponernos de acuerdo sobre quién habría de vigilar el campamento.

Con la oscuridad llegaron los sonidos y con los sonidos el miedo. No los habíamos oído la noche anterior y eso fue quizá lo que nos aterró: escuchar aquellos ruidos que nos eran desconocidos y que parecían viajar con el viento desde todas partes.

Fue entonces cuando los vi. Eran cuatro y se movían sin intención, como si fuera el aire el que los arrastrara hacia adelante. Portaban hachas y lucían tatuajes que decoraban cada milímetro de sus cuerpos apergaminados. No tenían ojos ni nariz y sus cabellos eran apenas unas hebras de color claro que colgaban sobre los hombros como espantajos.

—¡Disparad! —grité.

Lo hicimos.

Agotamos los cargadores de las metralletas y continuamos con las pistolas hasta que no nos quedaron balas, hasta que me pareció que el hombro se me caería por el golpe constante del retroceso de las armas contra el hueso.

Las balas los golpeaban y los jirones de ropa que aún lucían se fragmentaban y planeaban hasta el suelo, pero no bastaron para detenerlos.

—Dios mío —musitó el doctor.

Yo contuve el grito que tenía atravesado en la garganta.

Mientras se acercaban pude distinguir sus rostros desfigurados y la sangre aún fresca en el filo de las hachas.

No dije nada. Me levanté y eché a correr.

Corrí como nunca antes lo había hecho. El corazón golpeaba mis costillas y la falta de aire dolía en los pulmones, pero no me detuve.

Corrí sin un propósito. Solo lejos, lejos, lejos.

Cuando alcancé el límite opuesto de la isla, me doblé sobre mí misma y vomité todo el miedo, el dolor, la rabia y el asco.

Pasé los últimos días antes de la cita prometida con la barca que nos había llevado hasta aquel Hel vikingo oculta en un agujero.

Nunca supe lo que ocurrió con mis compañeros. No regresé para tratar de ayudar a Luis o al doctor García ni volví jamás a poner un pie en aquella isla.

Aún hoy me atormentan los recuerdos de lo que presencié y de lo que hice. Sé que, de algún modo, abandoné a los míos a su suerte y todavía, a veces, cuando languidece el día, los imagino tendidos sobre la arena, sobre un charco de su propia sangre, con las espaldas abiertas y los órganos expuestos en una silenciosa y sangrienta ofrenda a los dioses del norte.

 

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
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No he terminado de créermelo, las reacciones y sucesos son poco verosímiles, peliculeros... arqueólogos celebrando hasta la curda el día anterior en lugar de preparar todo para iniciar la excavación? ¿Arqueólogos que disparan metralletas como si fuera lo más habitual del mundo manejar eso? si pasa ahora, no lleva nadie móvil, ni ordenadores? la jefa del grupo abandona sin más ni más a los supervivientes? ¿Cómo es que no se enteran de nada si la isla es relativamente pequeña? ¿vikingos tatuados?

En fin, como está bien redactado, solo en un punto ha faltado una palabra, tres estrellas: ***

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Ah, sí, los cuerpos de la playa no estaban descuartizados como se describe más adelante, en otro momento se dice algo de torsos mutilados, pero el águila de sangre implica la espalda un probable despiste por las prisas, eso sí al parecer, en realidad solo se sajaba y se levantaban los omóplatos, lo de sacar órganos, aparte de complicado, parece ser una exageración de crónicas cristianas.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Poblador desde: 27/05/2020
Puntos: 198

El relato es agil, y ciertamente no aburre, pero amerita una dosis excesiva de suspensión de la credulidad. La primera masacre debe haber ocurrido casi frente a la tienda de campaña de la protagonista, ¡pero ella no escucha nada, ni nadie se molesta en avisarle! 

El mejor hallazgo es la forma en que se mueven los zombis: "sin intención, como si fuera el aire el que los arrastrara hacia adelante".

Bueno, 2 puntos.

Un saludo,

Javier.

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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Una ambientación sin duda original y muy sugerente. La idea de las momias de los guerreros vikingos tatuados moviéndose por la playa es impresionante. Luego, el relato es muy sencillo: van, descubren y se desata el horror. Parece el argumento de un slasher al que le falta algo más de desarrollo o algún giro para que tenga más fuerza. ¿Ya sabía que habría problemas? ¿Por qué van los paramilitares?

No me ha terminado de convencer la voz narrativa. Me resulta algo fría visto lo que ocurre. No he tenido la sensación de entrar en la cabeza de una arqueóloga que ha visto algo espeluznante y se ha salvado de milagro. Tampoco los diálogos de los personajes me han llenado. "Alborear" no me parece el verbo que utilizaría tras escapar de una matanza de ultratumba.

A pesar de estos defectos, sigue siendo un relato entretenido. Creo que se le podría sacar más partido puliendo algunos aspectos y dando más protagonismo al escenario: que se paladee la sal marina, el frío de los acantilados, el horror indecible de unos guerreros que se tambalean implacables hacia el campamento... Gracias por compartirlo.
 

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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LCS
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Poblador desde: 11/08/2009
Puntos: 6785

Relato entretenido, escrito de forma más que correcta, con una ambientación original y con mucha acción. Sin embargo, es un relato que me resulta algo previsible. 

 

*** Tres estrellas. 

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Me parece entretenido y original en la ambientación. Al descubrir la relación nórdica he caído entonces en lo del águila sangrienta (me ha recordado a Midsommar). Coincido con comentarios previos en cuanto a la verosimilitud o el tema de los paramilitares. Quizás hubiese redondeado el relato una vivencia más personal o emotiva junto con un giro que relacionase el misterio de los paramilitares.

Voy a puntuar el relato con 3 estrellas. Felicidades y gracias por compartirlo.

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

Relato de aventura, escrito de forma adecuada, pero que contiene poca novedad y obvia muchas justificaciones. Ni siquiera sabemos quien se preocupa de que haya paramilitares en una excavación y por qué los tiene que haber. 

En todo caso, el texto es fluido y cumple con nota la función de entretener, bien es verdad que no es eso lo que yo busco principalmente en la lectura de un relato.

Le adjudico, pues, tres estrellas de valor. 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Un relato escrito de modo ágil y de fácil lectura, con un planteamiento estupendo, que invita a seguir leyendo. Pero me temo que ese punto de partida se desaprovecha un tanto, con esas momias imparables que apenas dejan resquicio a la esperanza.

Me llama la atención que los paramilitares caigan a las primeras de cambio, sin disparar un solo tiro, mientras que un anciano, un becario y la doctora se defiendan como japoneses en Iwo Jima. Tampoco me encaja que tras huir de los vikingos, estos no la encuentren en tres días.

Respecto a los vikingos como momias, me dejan el interrogante sé cómo se convirtieron en momias.

En suma es un relato interesante, divertido y muy cinematográfico, pero que podía haber sido algo más. Siguiendo el símil de las películas, es una peli de sábado por la tarde y podía haber sido una de domingo noche.

Mi nota es 2'8.

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Un relato cuya mayor baza es la originalidad dentro del certamen, porque uno no se espera encontrar momias vikingas… Y por qué no. Históricamente, no tengo claro que dentro de las costumbres escandinavas estuviera la momificación, pero estas bien podrían haber sido miembros de una tribu extraña y aislada con cultura propia. O también podrían ser draugrs, entes no-muertos de las antiguas historias nórdicas que a veces son representados como una especie de cadáver reseco o momia, por ejemplo en el videojuego The elder scrolls V: Skyrim.

El arranque de la historia es bastante directo: una expedición arqueológica a una isla remota y virgen, con cláusulas rigurosas en el contrato y hombres armados involucrados. Es una declaración de intenciones que quizás podría haber sido menos evidente. La acción posterior se desarrolla de forma fluida y también va bastante directa al grano y a las tripas (las de los arqueólogos). Hay algunas escenas que se me antojan algo subrealistas: si la presencia de los mercenarios es justificada, ¿por qué se permite organizar la fiesta nada más llegar? ¿Y cómo es que los profesionales no logran contener a la horda mientras que un puñado de cerebritos logra luego sobrevivir varios días? Es una historia corta, que termina en un suspiro. Quizás podría haberse detenido un poco para recrearse en los detalles, aportar algo más de misterio y una explicación sobre qué clase de magia opera en la isla y que se pretendía buscar en ella (porque el despliegue paramilitar y el resultado no parecen insinuar que fueran fines meramente arqueológicos).

La descripción de los seres y su ferocidad mitigan un poco estas trabas argumentales, ya que son monstruos sugerentes y, como ya he dicho, originales dentro de una convocatoria de momias. La escena en mi imaginación donde se mueven de forma imparable para asestar brutales hachazos y seleccionar víctimas a la fuerza para sus sacrificios es ciertamente poderosa.

La escritura me parece correcta, desenvuelta, sin trabas. Habría que revisar algunas palabras que se repiten (el verbo aceptar, la palabra cargo que aparece dos veces en la misma frase).

Le asigno 2,5 estrellas.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Una historia muy entretenida, muy bien relatada y que se lee en un suspiro. Muy original el emplazamiento y el tema de las momias vikingas, eso junto a algunas escenas sangrientas y la forma de moverse de las momias, creo que es de lo mejor del relato.

Lo negativo es eso que ya se ha comentado, paramilitares que no disparan un solo tiro para defenderse; arqueólogos que, sin embargo, son como comandos; una fiesta que no debería haberse permitido si se sabía de la peligrosidad del sitio.... A pesar de eso yo lo he disfrutado.

Alguien se ha extrañado de que haya momias vikingas, pero digo yo que pueden haberse momificado de manera natural, ¿no?

Le doy 3,5 estrellas.

Por cierto, expreso mi total ignorancia ante lo que es el águila de sangre.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Dr. Ziyo dijo:

Por cierto, expreso mi total ignorancia ante lo que es el águila de sangre.

Una forma de ejecución / tortura que aparece en las sagas escandinavas. Básicamente, te hacen un corte al nivel de la columna vertebral para que luego, tirando, tus costillas y pulmones se abran como unas alas cubiertas de sangre: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81guila_de_sangre

Dónde demonios había oído yo esto, ya no te lo sabría decir.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Patapalo dijo:

Dr. Ziyo dijo:

Por cierto, expreso mi total ignorancia ante lo que es el águila de sangre.

Una forma de ejecución / tortura que aparece en las sagas escandinavas. Básicamente, te hacen un corte al nivel de la columna vertebral para que luego, tirando, tus costillas y pulmones se abran como unas alas cubiertas de sangre: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81guila_de_sangre

Dónde demonios había oído yo esto, ya no te lo sabría decir.

Vaya, qué delicados eran los escandinavos. Gracias por la información, Patapalo.

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Patapalo dijo:

Dr. Ziyo dijo:

Por cierto, expreso mi total ignorancia ante lo que es el águila de sangre.

Una forma de ejecución / tortura que aparece en las sagas escandinavas. Básicamente, te hacen un corte al nivel de la columna vertebral para que luego, tirando, tus costillas y pulmones se abran como unas alas cubiertas de sangre: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81guila_de_sangre

Dónde demonios había oído yo esto, ya no te lo sabría decir.

Ay, eso creo que sale en Midsommar. devil

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Poblador desde: 24/09/2015
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Hedrigall dijo:

Patapalo dijo:

Dr. Ziyo dijo:

Por cierto, expreso mi total ignorancia ante lo que es el águila de sangre.

Una forma de ejecución / tortura que aparece en las sagas escandinavas. Básicamente, te hacen un corte al nivel de la columna vertebral para que luego, tirando, tus costillas y pulmones se abran como unas alas cubiertas de sangre: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81guila_de_sangre

Dónde demonios había oído yo esto, ya no te lo sabría decir.

Ay, eso creo que sale en Midsommar. devil

yo por la serie de televisión Vikingos.

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Stendek
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Poblador desde: 27/05/2020
Puntos: 198

He leído también que la descripción del "aguila de sangre" tal y como se ha divulgado bien pudiera ser una tergiversación de los comentaristas cristianos. Como metodo de ejecución valdría, pero como de tortura, muy poco: abrir el tórax implica la muerte en contados minutos. Por otra parte, cuando se abre la caja torácica los pulmones colapsan y se convierten en unos muñones muy poco llamativos. Si logras extraerlos de la caja torácica, dificilmente va a aparecer alas, o lo que sea.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Como ya he dicho y ha explicado muy bien Stendek, no parece que fuera muy viable y los expertos creen que era exageración cristiana o que vieron cuerpos sacrificados así a cierta distancia y no entendieron lo que vieron por que de ser un hecho cierto, muchos expertos actuales creen que la cosa más bien se limitaría a cortar y levantar los omóplatos, más factible.

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Yo sé de ello desde hace casi diez años, cuando un amigo lo menciono en su relato de una antología de microrrelatos que preparábamos inspirada en la mitología vikinga.

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

En midsommar logran una escena muy impactante en los que vemos los pulmones fuera de la caja torácica "respirando". Obviamente sin presión negativa no es posible, no obstante debido a las licencias oníricas del film se podría justificar e incluso agradecer lo potente de la escena. Es igual que en las películas de cifi cuando escuchamos las explosiones en el espacio o los disparos láser a pesar de no haber aire que conduzca el sonido.

Lo siento, fans de SW, habéis vivido en una mentira.

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mawser
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Poblador desde: 17/07/2009
Puntos: 253

Un relato entretenido, sin duda, pero le lastra un tanto lo caprichoso del devenir de la protagonista (lo suyo sí que es suerte y lo demás son tonterías). También hay aspectos que quedan por explicar, como la presencia de los mercenarios, aunque para lo que duran... 

Pero qué demonios. Un relato de momias con vikingos mola. Tres estrellas por mi parte.

https://www.facebook.com/La-Logia-del-Gato-304717446537583

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