Botas grandes y rotas

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Venkman
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Poblador desde: 19/06/2012
Puntos: 675

El último niño en el mundo sonrió, por primera vez en días. En sus manos un robot de plástico cubierto de ceniza agitaba los brazos y canturreaba en un idioma extraño. Los ojos del héroe de alguna serie de dibujos que no recordaba del todo parpadearon con una luz azul muy intensa, el derecho algo atenuado por la fina capa de sangre reseca que lo barnizaba.

Carlos accionó el interruptor de la espalda del robot y el silencio repentino le caló hasta los huesos. Sacó las pilas del juguete, las guardó en su mochila y arrojó el cacharro al montón de escombros donde reposaría durante el resto de la eternidad.

Una corriente de aire frío azotó su espalda y casi le hizo tropezar. Se frotó los brazos.

—Abrígate, niño, o te vas a resfriar. Y no hay nada más triste que un niño enfermo.

—Un niño muerto —repuso él mientras giraba la cabeza en busca del origen de aquella voz.

Tuvo que usar su mano a modo de visera, pero la encontró: la silueta de la anciana se recortaba en la puesta de sol, con el humo de su cigarrillo perenne ondeando sobre su cabeza. Estaba sentada en el tramo más alto de una escalera que ya no conducía a ningún sitio.

—¿Has visto el robot, abuela? —dijo Carlos. Caminó hacia ella con torpeza. Hubo crujidos de madera y cristal bajo las enormes suelas de sus botas—. Creo... creo que era de uno de los vecinos, del más pequeño, ese que estaba todo el día llorando. Sí, estoy casi seguro. Nunca lo soltaba. Seguro que estaba abrazado a él cuando acabó todo.

La abuela dio una calada profunda a su cigarrillo. El brillo anaranjado de su extremo compitió durante unos segundos con el sol moribundo. Carlos sorteó el cadáver derretido de una bicicleta de montaña y subió nueve escalones para sentarse junto a la anciana.

—He buscado sus zapatos, pero no los he encontrado —se lamentó el chico—. ¿Te acuerdas de él, abuela? ¿Recuerdas a aquel llorón?

—Recuerdo el mejor día de verano que ha existido jamás: nublado, ventoso...

El niño bajó la cabeza. Cogió uno de los muchos trozos de cemento que había desperdigados a su alrededor y lo hizo volar. Acertó a golpear algo metálico, a juzgar por el sonoro «cling» que oyó cuando la piedra desapareció de su vista. Buscaba un segundo proyectil cuando se percató de que su abuela lo miraba a los ojos. Eso era buena señal.

—¿Le has preguntado? —susurró la vieja. Su voz era grave y áspera.

—¿Qué? ¿A quién?

—Al llorón. ¿Le has preguntado dónde guarda sus zapatos?

—No. El niño no estaba. Aquí no hay nadie.

—Estás tú.

Carlos suspiró.

—Recuerdo el mejor día de verano que ha existido jamás —repitió la anciana—: nublado, ventoso, gris... Diferente, en definitiva. Todo el mundo se quejaba y maldecía, pero a mí siempre me ha atraído lo diferente, ya lo sabes.

»Acabábamos de llegar a la ciudad y yo aún no conocía a nadie, pero las patrañas ya brotaban a mi alrededor, alimentadas por bocas perversas y orejas morbosas. Entonces uno de los «valientes», como yo los llamaba, gritó mi nombre y se acercó. No era el hombre más guapo que he visto, pero desde luego sí el más decidido. No se anduvo con rodeos estúpidos; sin saludar ni presentarse, el muy idiota, me zampó un «¿Es verdad que hablas con los muertos?» y esperó muy serio mi respuesta.

La mujer sonrió, dio otra calada a su cigarro y exhaló el humo por la comisura izquierda de sus labios. Este ascendió con lentitud, trazando eses, inmune al viento reinante.

—Le dije lo que a todos —continuó—. Que una bruja agonizante me había cedido su poderosísimo ojo de cristal, y que con él podía ayudar a la gente a comunicarse con sus seres queridos del más allá. Abrí mucho los párpados y él se acercó para verlo. Entonces le di una bofetada con todas mis fuerzas. «¡Ya puedes contárselo a tus amigos!», le grité, y me fui, haciéndome la ofendida. —Soltó una carcajada—. Me arrepentí un poco, ¿sabes? Ese hombre olía muy bien. Pero más tarde... Ay, ya te he contado esta historia muchas veces, ¿verdad, niño?

—Nunca me la has contado entera —respondió Carlos—. ¿Era verdad, abuela? Lo de la bruja y el ojo de cristal.

—No. Aunque todos picaban, claro que sí. Porque mucho antes de que me llegasen las arrugas y las cataratas fui una jovencita con un ojo verde y otro azul. —Tocó sus párpados con suavidad—. Pero siempre es mejor que la gente crea que tu rareza es un don y no una monstruosidad heredada. La gente puede ser muy cruel.

El chico se encogió de hombros.

—Ya no hay gente.

—Estás tú.

Permanecieron varios segundos en silencio. El sol casi había desaparecido, la única luz provenía de su reflejo en las nubes más lejanas del horizonte.

—Más tarde volví a ver a aquel hombre —prosiguió ella—. Pensé que venía a disculparse... Nada más lejos de la realidad. Estaba enfadadísimo. Y no por la bofetada.

»Verás, niño, muchos de los «valientes», la gran mayoría, acudían a mí para hacer su pregunta. Aunque afirmasen no creer en estas cosas. Algo en su interior, algo más fuerte que la lógica y la razón les empujaba a buscar una respuesta. Tu abuelo, porque sabes que hablo de tu abuelo, ¿verdad? No hace falta que siga con los rodeos. —Dio una calada, esta vez corta—. Tu abuelo necesitaba desesperadamente su respuesta, y en ese segundo encuentro yo se la di sin esperar a que me la pidiera.

»El espíritu de una chica con medio rostro precioso y medio rostro aplastado y sangrante le había seguido esta vez. Su difunta novia, fallecida el año anterior en un accidente de tráfico. Él conducía.

»Se lo conté todo. Lo que veía y lo que escuchaba. Tu abuelo palidecía a cada palabra, porque aunque una parte del corazón de los «valientes» busque la respuesta, otra la teme. Él, a diferencia de la mayoría, la soportó.

»Podría haberme insultado, o haberme llamado «mentirosa». Solía pasar. Podría no haber vuelto nunca tras aquella bofetada, e incluso podría, qué se yo, haber pasado de largo cuando se cruzó conmigo esa mañana, y habría pasado el resto de su vida con la duda y la culpa carcomiéndole las entrañas. Los cobardes eligen esa tortura. Pero él de cobarde no tenía nada; tuvo el coraje suficiente para venir a preguntar. Y después, a pesar de que la respuesta que obtuvo no fue del todo la que ansiaba, tuvo el coraje de seguir adelante. De vivir. Mereció la pena, te lo aseguro. ¿Entiendes lo que quiero decir?

El niño asintió.

La anciana metió la mano en su abrigo y sacó un par de zapatos que colocó en las rodillas de Carlos. Comenzó a llover.

—Abrígate, niño, o te vas a resfriar. Y no hay nada más triste que un niño enfermo.

El niño desató los cordones de sus viejas botas con dedos ansiosos y las arrojó lo más lejos que pudo. Se colocó ambos zapatos. Eran de su talla. Se puso en pie, eufórico.

—Gracias, abuela.

La anciana tenía la mirada perdida. Las gotas de agua la atravesaban sin mojarla; su cigarrillo perenne se iluminaba de forma periódica en la negrura que ahora los rodeaba.

—Recuerdo el mejor día de verano que ha existido jamás; nublado, ventoso...

Carlos bajó los escalones. No se despidió, sabía que ya no serviría de nada. Quizás al día siguiente, o al otro, pudiera conversar de nuevo con ella. Tal y como esperaba, al llegar al suelo y mirar atrás la anciana había desaparecido.

Sacó las pilas nuevas de su mochila y se las colocó a su linterna. Se separó el flequillo que había empezado a pegársele en la frente y protegió el aparato con la manga de su abrigo. Caminó tras el halo de luz, esta vez sin tropiezos.

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Relato admitido a concurso.

 

 

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

El planteamiento es muy sugerente, está muy bien escrito y los diálogos dibujan los personajes, sin embargo, no encuentro un conflicto claro más allá de ir rebuscando entre escombros y este es en mi opinión su pecado.

Quizás sea la historia dentro de la historia, y la situación del niño es planteamiento y el conflicto viene en la historia subordinada, pero tampoco me ha resultado evidente.

Como siempre, no descarto mi incapacidad de ver más allá. Me sabe muy mal porque se nota la buena mano, pero me ha faltado el punch del conflicto como digo.

3,5 estrellas

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Bien escrito, pero para la inacción presente, me he perdido total. No sé qué tiene que ver que la anciana fantasma fuera médium, no sé que ha pasaao al mundo XD ¿es el niño el fantasma y no lo sabe? en fin, por ello, le resto medio punto:

Tres estrellas: ***

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Tremendo. Me ha gustado mucho la prosa, el modo de desarrollar la historia, el perfil de los personajes. Muy bien medido cómo se va presentando todo, como se cuenta la historia en la parte frontal como con un pase de manos. La melancolía que impregna toda la historia, la anciana, el final de todo... Se me ha hecho algo corto, eso sí: me hubiera gustado ver todavía más desarrollado ese cierre, aunque entiendo que no es necesario.

Muchas gracias por compartirlo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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solharis
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Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 21906

(relato 21)

Me da lástima que el relato acabe así porque había conseguido intrigarme pero acaba sin dar respuestas a las muchas preguntas que sugiere. Me gustó mucho el planteamiento y cómo se cuenta la historia a través del diálogo entre la abuela y el niño pero al acabar me quedé con el bajón que da la sensación de leer un relato incompleto y que una parte fundamental se hubiera traspapelado. 

3'25 puntos

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Comienzo diciendo que me parece una pasada lo bien escrito que está el relato. Como digo siempre, me gustan las cosas sencillas pero efectivas, bien medidas, y creo que este es buen ejemplo. Lenguaje coloquial, texto limpio y nada recargado pero que deja buen sabor de boca, sobre todo con ciertas ocurrencias:

—Abrígate, niño, o te vas a resfriar. Y no hay nada más triste que un niño enfermo.

—Un niño muerto —repuso él mientras giraba la cabeza en busca del origen de aquella voz.

Me encanta.

El protagonista es el niño, claro, pero queda totalmente eclipsado por la abuela, entiendo que de forma totalmente premeditada. Que el niño termine siendo un personaje algo plano no tiene importancia, aunque confieso que sí me habría gustado saber más sobre él, sus motivaciones, su opinión.

Me encanta el tipo de fantasma que se describe y es inevitable que me recuerde a otro protagonista anciano de otro relato de este certamen, por evidentes similitudes. El lector no sabe si ese aparente despiste ―la anciana repite las cosas sin cesar; primero parece que de forma premeditada y luego queda claro que es una especie de Alzheimer― se debe a la edad o a su condición de espectro. Está bien así.

Una cosa no me queda clara, o al menos no la encuentro demasiado convincente y es que, si la abuela es un fantasma y el niño un ser vivo ―algo que he dudado, pero parece evidente que lo es, ya que necesita una linterna―, ¿cómo puede darle botas nuevas? ¿Las tenía… flotando dentro de su ectoplasma?

Un tema menor. Al final, quedan algunas dudas más, todas tan evidentes que parecen premeditadas: ¿por qué es el último niño del mundo?, ¿era el fantasma su abuela o simplemente en su confusión ha confundido al niño con su nieto?, ¿cuántos fantasmas más hay?, ¿es casualidad que la abuela pudiera ver a los muertos en vida y ahora sea ella misma un fantasma? Insisto, parece que el escritor quiera dejar todo en el aire, pero no sé si el relato habría ganado cerrando la historia un poco más, no puedo evitar la sensación de historia inacabada.

Pero vamos, peccata minuta. Una delicia leer algo tan bien escrito, una historia tan interesante.

Según termine de leer todos los relatos, empiezo a puntuarlos.

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

De nuevo futuro apocalíptico.y de nuevo el drama del ultimo humano vivo,que en esta ocasión es un niño. Ese escenario es aprovechado para poner en marcha un relato con una historia dentro de otra y de paso tratar temas como la necesidad de recordar y la relación abuela-nieto.

El relato está lleno de imágenes y frases estupendas, como la ya mencionada del niño enfermo/ niño muerto. Pero, y es mi opinión, deja muchos hilos sueltos en su resolución que da como resutado cierta pérdida de coherencia interna. Tal vez el texto hubiera necesitado de un límite de palabras más elástico para pulir esas arista.

Aun así, muy buen relato. 

Mi nota es 4.

 

 

 

 

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Otro relato en el que me surge la analogía entre anciano fantasma-alzheimer. Me ha parecido envidiable la manera en la que se va mostrando a cada personaje, los vemos, no se nos cuenta. Es un relato muy visual y escrito con muchísima soltura.

Sin embargo creo que se me queda corto el trasfondo. Me ha dejado con ganas de saber más de ese escenario desastrado en el que se mueven los personajes, del tipo de vida que lleva el último niño, de lo que busca y de cómo le afecta lo que encuentra. Me da la sensación que todo eso se ha creado con el solo objetivo de envolver la historia de la abuela y la filosofía que encierra y resulta que el papel ha quedado igual de llamativo que el regalo.

Gracias por compartir y suerte.

 

*La colleja va para la pausa que me ha obligado a hacer la frase “El espíritu de una chica con medio rostro precioso y medio rostro aplastado y sangrante le había seguido esta vez.”. Ese “esta vez” me ha hecho dudar de si hacía referencia al encuentro o al fantasma.

 

 

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Yo también destaco lo bien escrito que está el relato. Me produce envidia. XD

Personalmente se me hace corto, mucho, y creo, como otros, que deja muchas dudas en el aire, aunque creo que esa era la intención del autor.

Destaco una palabra que me ha extrañado, por el contexto, y de la que nadie ha comentado nada:

No se anduvo con rodeos estúpidos; sin saludar ni presentarse, el muy idiota, me zampó un «¿Es verdad que hablas con los muertos?» y esperó muy serio mi respuesta.

Me pregunto si el autor quería decir lanzar y su subconsciente le traicionó (un asunto de verbos con letras z), porque yo no le encuentro sentido a zamparle una pregunta a una persona.

He disfrutado mucho con su lectura. 4,75 estrellas.

 

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Dr. Ziyo dijo:

Destaco una palabra que me ha extrañado, por el contexto, y de la que nadie ha comentado nada:

No se anduvo con rodeos estúpidos; sin saludar ni presentarse, el muy idiota, me zampó un «¿Es verdad que hablas con los muertos?» y esperó muy serio mi respuesta.

Me pregunto si el autor quería decir lanzar y su subconsciente le traicionó (un asunto de verbos con letras z), porque yo no le encuentro sentido a zamparle una pregunta a una persona.

Es una expresión muy andaluza equivalente a "soltar de golpe" o lo que viene siendo decir de forma brusca no

 

 

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Uno de mis tres favoritos.

Puntuación: 4,5 estrellas.

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

jane eyre dijo:

Dr. Ziyo dijo:

Destaco una palabra que me ha extrañado, por el contexto, y de la que nadie ha comentado nada:

No se anduvo con rodeos estúpidos; sin saludar ni presentarse, el muy idiota, me zampó un «¿Es verdad que hablas con los muertos?» y esperó muy serio mi respuesta.

Me pregunto si el autor quería decir lanzar y su subconsciente le traicionó (un asunto de verbos con letras z), porque yo no le encuentro sentido a zamparle una pregunta a una persona.

 

Es una expresión muy andaluza equivalente a "soltar de golpe" o lo que viene siendo decir de forma brusca no

Vaya, qué curioso. Gracias por el apunte.

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

jane eyre dijo:

Dr. Ziyo dijo:

Destaco una palabra que me ha extrañado, por el contexto, y de la que nadie ha comentado nada:

No se anduvo con rodeos estúpidos; sin saludar ni presentarse, el muy idiota, me zampó un «¿Es verdad que hablas con los muertos?» y esperó muy serio mi respuesta.

Me pregunto si el autor quería decir lanzar y su subconsciente le traicionó (un asunto de verbos con letras z), porque yo no le encuentro sentido a zamparle una pregunta a una persona.

Es una expresión muy andaluza equivalente a "soltar de golpe" o lo que viene siendo decir de forma brusca no

 

Así es no

Muchas gracias a todos por leer y comentar el relato surprise

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

No sabía que fuera habitual en Andalucía, yo la he oído de siempre... zampar como comer a dos carrillos y zampar como arrojar a bocajarro, real, le zampó un sopapo, como metafórico, le zampó la noticia.

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