La sonrisa de los muertos (T)

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op141
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Día 1: Hablemos de mi vecina. Se llama Vera. Tiene veintinueve años. Es una mujer fuerte e independiente. No tiene pareja estable. Desde mi ventana, puedo ver cómo corre las cortinas cuando aparece alguno de sus amigos circunstanciales. Si luego los devoro con ansia es por el olor que de ella se les queda en la piel.

Día 2: Una guía de supervivencia para humanos. El título original es The zombie survival guide. Su autor es Max Brooks. Espero que algún escritor se atreva a publicar una guía para nosotros, no para vosotros. Y que nos retrate de otra manera. No todos caminamos con los brazos extendidos ni parecemos retrasados mentales.

Día 3: Entré en un supermercado. Mera curiosidad. Los que habían ido allí a comprar llenaban de pienso sus carros de compra. Casi todos escogían los alimentos más grasos. Pensé: alguno de los nuestros se dedica a la publicidad y sabe cómo venderles la moto y hacer que engorden. Me pareció un mal chiste, tanto que por remordimiento me llevé una bandeja de filetes de lomo de cerdo. A la salida, tiré la carne a un contenedor. Se la comió un perro vagabundo.

Día 4: En una ocasión me sentí atraído por una mujer que se llamaba Gregoria. Ella odiaba su nombre. Se presentaba a todos como Brenda. Sí, igual que la protagonista de Sensación de vivir.
Ella negó delante de todos que pudiera sentirse atraída por un zombi. Le importaban las apariencias. Más que ninguna otra cosa. Pero se moría porque acercara mi boca a la suya y se la arrancara. No lo hice, y aún está rabiosa por ello.

Día 5: Tengo un amigo zombi. Se llama Sebastián. Es un teórico de la zombilogía. ¿Por qué soy un zombi? Al margen de lo que mastico, el hecho de que tenga experiencias zombis conscientes significa, según él, que hay algo en mí que es como ser zombi.
No entiendo un carajo de lo que habla, pero digo que sí con la cabeza.
Luego mira por la ventana y añade algo que comprendo: Lo que no saben, dice, es que los zombis son ellos.

Día 6: Detenido un pederasta por colgar más de 14.000 fotos. Dirigía una red de pedófilos. Enviaba a unos y a otros las imágenes y las comentaba. Daba a conocer direcciones en las que se podían alquilar niños. Vera escribió en un foro: Habría que arrancarle la piel a tiras, pena de muerte para este degenerado.
Vera, mi Vera, tú sólo tienes que pedir por esa boca.

Día 7: No soy celoso. No, no lo soy. Nunca lo he sido.
Vale. De acuerdo. Ahora sí. Un poco celoso sí que estoy. O quizá sea otra cosa. Envidio esa confianza que tiene con Vera. La cercanía. El puede llamarla cuando le apetece. Ella hace lo mismo con él.
Me asomo a la ventana. Vera le está acariciando la barbilla. ¿Quién puede soportarlo sin que le hierva la sangre? ¿Y si además leo desde aquí lo que dicen sus labios? Los de él. Está diciendo que se la comería. Enterita. Sin dejar siquiera los huesos.
De acuerdo, Romeo. Tomo nota. Nos veremos. Favor por favor.
Pero no son celos. No lo son, no.

Día 8: Mi cuento preferido es el de Caperucita. Qué ojos tan grandes tienes, qué dientes, qué orejas, qué manos. La abuela está pidiendo a gritos que se la coman sin dejar ni una miga. Lo mismo que Caperucita Roja. Supongo que el autor del cuento no se atrevió a escribir lo que realmente sucedió. No me refiero a las ganas que ambas tenían de que se las comieran, sino al hecho de que aquel que las seguía en secreto, paciente, con dulzura y buena maña no era un lobo, sino un zombi.

Día 9: Testimonio de Gavin Blaire, desde Tennesse, narrado por Max Brooks: La población trata de huir. Eso provoca un atasco en la autopista. Un enjambre de muertos vivientes cae sobre esa multitud inmovilizada. Los coches no son precisamente un buen refugio. No queda ni el apuntador. Bueno, el apuntador, sí. El tal Gavin Blaire.

El verdadero testimonio de Gavin Blaire, zombi superviviente de la masacre de Tennesse: Un enjambre de humanos cae sobre la población de zombis escrupulosos que trataba de sobrevivir a base de ratas y conejos, sin comerse a nadie. No queda ni el apuntador. Bueno, el apuntador, sí. El tal Gavin Blaire.

Día 10: Corre, corre, pez,
detrás está mamita
haciéndote cosquillas
con los bigotes
en los pies.

Sí. Horrible. Yo opino lo mismo. Es de Romeo. Me provoca dolor de cabeza. Pero a ella parece que le gusta. Sabe cómo engatusarla, cómo llegar a la parte de Vera que aún es niña. En fin. Está decidido. Le haré cosquillas. Seré un pez. Uno alargado, de dos metros, con dientes cortantes, de los que viven en aguas tropicales.

Día 11: La isla de cemento. Es el título de una novela de Ballard. Trata de alguien que cae en una zona muerta de cierta autopista. Cree que no puede salir de allí. Se convence de que nadie puede verlo, ni echarle un cable. El Robinson Crusoe del cemento. A lo mejor sí que puede salir, pero no quiere regresar.
¿Qué tiene que ver eso conmigo?, me preguntó desesperado el nuevo amigo de Vera, el del poema, el de la frase bonita, esa de quiero comerte, mi amor.
Creo que en realidad no quieres escapar, o al menos yo no te he visto intentarlo cuando tenías brazos con los que podías arrastrarte, le dije.

Día 12: Doce mujeres. Vivían en los peores suburbios. Todas desaparecieron. Unos meses después se descubrió en mitad del desierto la fosa del horror. Encontraron los cadáveres de tres respetados hombres de negocios y de catorce de sus matones. Ninguna de las doce murió. O ninguna murió exactamente. Los buscaron, devoraron un uno por ciento de su anatomía y luego los dejaron, chillando y retorciéndose, en la misma fosa que habían excavado para ellas.

Día 13: Los gusanos comen leones. Las moscas comen elefantes. Las raíces de las plantas comen de todo: leones, gusanos, elefantes. Todo es reutilizado en la naturaleza, todo acaba siendo comida para otro ser vivo. Te diré qué no sucede en esta cadena. Las moscas no se enamoran de los elefantes. Ni los leones, de los gusanos.
Yo agradecía las explicaciones de mi amigo, pero no podía apartar los ojos de la ventana. Vera, mi Vera, estaba al otro lado. Supongo que tiene razón: no debería dedicar miradas tiernas a un filete.

Día 14: De ocho a tres de cara al público. Soy administrativo. Mi padre me recriminaba que yo era poco ambicioso. Predijo que yo acabaría así. Él era un zombi con grandes ideas y grandes principios. ¿Y de que le sirvieron? Murió durante el rodaje de La noche los muertos vivientes. Sí, terminó ganándose la vida como extra en películas de género.

Día 15: Hoy me siento feliz. He podido hablar con Vera durante un buen rato, en una cafetería. Estaba especialmente guapa, más que otros días, lo que ya es decir. Tuve que morderme la lengua. No quise estropearlo hablando de más. También tuve que hacer un esfuerzo para comer de lo que nos sirvieron a ambos. Lo de los restaurantes va a ser un problema: los Homo Sapiens no están incluidos en los menús.

Día 16: Pasión. Ah, morderle las entrañas, las uñas, el pelo. Todo en la boca, en los dientes. Los gritos de ambos. Vera y yo. El calor. El chocar de nuestros cuerpos, y a cada golpe, un rugido.
Me despierto, lleno de rabia. Estoy solo. En mis sábanas sólo encuentro restos de mi sudor. Tengo que salir. Hacer algo para calmarme. Entro en un dormitorio. Una pareja hace el amor. Devoro a ambos.

Día 17: Justo antes de morir, el poeta al que arrastré, seccioné las cuatro extremidades y escondí en una de las habitaciones, me preguntó por qué le había hecho eso. Se lo expliqué. Se entendía muy bien con Vera. Era delicado y atento. Fraternal, añadí con sorna. Pero no hice todo aquello por celos. Él tenía que aprender lo más importante. Desconocía lo que era la pasión.
A mi modo, tengo que enseñártelo, dije mientras le abría el vientre clavando y separando los dedos.

Día 18: Moscas y elefantes. No van de la mano, no salen de noche, no se acuestan juntos. Nada hay que puedan decirse. No encuentro el modo de comprendernos, de tener intimidad. No hay nada.
La puta a la que explico esto en un callejón me dice que todos decimos lo mismo. ¿Todos los zombis decimos lo mismo?, pregunto con ironía. Hombres, zombis, todos sois iguales, responde. Pega la espalda a un muro y, de pie, abre las piernas. Treinta euros, nada de morder y no pretendas que finja, añade.

Día 19: Tres días son demasiados. Obligaciones, horarios, desencuentros. No podía soportarlo. Al final del tercer día, conseguí hablar unos minutos con Vera. Así tuve algo de paz. Eso me dio fuerzas para salir a la calle y arrancarles los intestinos a quienes no me importaban.

Día 20: Foster Wallace se suicidió y yo no acababa de entenderlo. Un humor constante, fino y corrosivo, recorre sus libros de una punta a otra. Escribir para evitar volverse loco. Eso es algo que ya sabía. Pero ahora entiendo otra cosa. Escribir con humor es como nadar en el Atlántico, en mitad de una tormenta. Lo haces para evitar ahogarte.
Después de decir eso, Sebastián me pregunta: ¿te has comido últimamente a algún yonqui? Deberías pasar de ellos. La morfina que corre por sus venas te vuelve apático y tristón.

Día 21: Hubo un despertar que fue distinto. De mi conquista de la noche anterior no quedaban restos, eso estaba bien. ¿Qué pasaba entonces? Era la luz. Rojiza. Comprendí que me había quedado dormido sin antes limpiar la ventana.

Día 22: El de las frases hechas: hay una sintonía única entre nosotros, tú eres mi vida, no puedo pasar el resto de mis días sin ti, etecé. Le iba bien. Pero nos daba mala fama a los demás, a los que creemos que vamos en serio. Lo busqué. Lo encontré. No podía ser de otro modo. Frases hechas hasta el final: no, por favor, por favor, no, no.

Día 23: Sucedió en un andén. Una humana que me pareció muy hermosa se fijó en mí. Enseguida adivinó que yo era un zombi. Primero me miró con curiosidad. Luego con placer. Luego con deseo. Llegó un punto en el que entendió. Me miró con ojos vidriosos. Luego con ojos de renuncia. Por último, los apartó.

Día 24: Pero qué bueno es esto de sentirse libre. He resuelto el problema de Vera. Ha sido tan fácil. Ella siempre me ponía muy nervioso. No era yo. La incertidumbre pesaba demasiado. Hay que seguir un camino, el de las intuiciones. Una acertada decisión. Instintiva. Me la acabo de merendar.

Día 25: Estoy triste. Tal vez me equivoqué. Ella hizo algo diferente. Ella era un no vivo y él, humano. Una noche quedaron en una playa. Se abrazaron y se tumbaron y se dijeron cosas y gimieron en la arena, aún caliente. No lo devoró porque se había cosido los labios.

Día 26: La luna roja alumbraba la superficie. La mujer zombi se sumergió en el mar y nadó hacia el fondo. Tocó la arena. Se metió un puñado en la boca. Luego se giró y le dijo a la luna que no masticaría su carne. Él era pescador. Aguardaba en el bote. La luna no concedía deseos, y cuando ella lo comprendió, decidió quedarse donde estaba, en el fondo del mar, y seguir masticando arena.

 

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Miguel Puente
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Hola op141,

muy sugerente tu pupurri de microrrelatos zombies. Ya había leído algunos en tu blog. Estan genial, aunque como conjunto no da la sensación de que cuenten nada en especial. Como si fuesen momentos cuya relación fuese circunstancial más que argumental.

 

De todos modos los he disfrutado.

Todos y cada uno de ellos

Enhorabuena

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Cierto. No es un relato convencional. Lo conforman 26 unidades diferentes, 26 días diferentes. El nexo común (la historia de desamor con Vera) ocupa, directa o indirectamente a través de la metáfora, 17 de los 26 días. Incluso el desenlace aparece el día 24 y dejo dos días más para la melancolía. Formal y temáticamente es arriesgado.

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Gracias a todos por vuestros comentarios.

La idea desde luego es ir construyendo un diario de microrrelatos que puedan leerse de forma independiente, o como he hecho aquí, agruparlos temáticamente en un pequeño conjunto, o que puedan leerse todos seguidos cuando estén terminados (conformarán una "novela de microrrelatos" o "diario de microentradas"). Internet está favoreciendo nuevas formas de escritura, tanto para el formato como para la manera de llegar al lector, y esta puede ser una de ellas.

En cuanto a la mayor o menor originalidad de la escritura, creo que no soy yo. Somos unos pocos los que estamos enfocando la literatura fantástica de otra manera, con otras inquietudes, otras maneras de enfocar los temas clásicos y buscando temas nuevos. 

Este es el enlace que algunos ya conocéis, pero imagino que otros no, por si a alguno le pica la curiosidad: 

http://diariozz.blogspot.com/

 

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