Vida en Marte
O Life on Mars, que es como se titula originalmente esta serie británica de premisa ciencia ficción y desarrollo policíaco humorístico - nostálgico.
Empecé a verla bajo la promesa de que era autoconclusiva, de que en una temporada la trama se habría resuelto para bien o para mal. Bueno, de momento puedo decir que aquí me engañaron (no sé si consciente o inconscientemente), ya que el último episodio no cierra nada y hay una segunda parte al menos (Life on Mars cuenta con dieciséis episodios en total, según la Wikipedia). En lo demás, de cualquier forma, no tengo queja alguna.
¿Por qué? Porque la serie va de lo que promete y lleva un desarrollo que aumenta en calidad. Si el primer episodio, en el que se nos plantea ya todo el percal, es algo irregular (se cuentan demasiadas cosas con un ritmo atropellado y sin usar los recursos adecuados: un flashback creo que hubiera ido de perlas al capítulo), en los siguientes se pulen todas las aristas: el reparto cumple con sobresaliente las actuaciones, los casos que se va encontrando el protagonista ganan en interés a medida que transcurre la serie y el trasfondo de la historia parece avanzar hacia una resolución (que se confirmará, o desmentirá, aparentemente, en la segunda temporada).
¿Pero de qué va todo esto? No de marcianos ni de planetas rojos, aunque la serie, en líneas generales, sí tiene algo de ciencia ficción. Como explica una voz en off en los créditos iniciales, con un deje demodé que me recuerda irremediablemente al arranque del Equipo A, Tyler, el protagonista, es un policía de la actualidad (léase año 2006, creo) que sufre un accidente y se "despierta" en 1973. Como él mismo dice, no sabe si está en coma, ha viajado en el tiempo o se ha vuelto loco (esto es algo eufemístico, porque todo apunta a que está en coma y reviviendo metafóricamente su pasado, aunque quién sabe), lo que no le impide dedicarse a lo suyo: hacer de policía.
Y en esto es donde está la enjundia de la serie: en el contraste que supone para un policía de principios de siglo XXI trabajar a comienzos de los 70, aunque sea en la misma ciudad y en el mismo cuerpo policial. Hay algunos momentos interesantes basados en las diferencias tecnológicas y procedimentales, pero, sobre todo, este salto temporal da juego a la hora de confrontar las mentalidades. Resulta de lo más curioso ver cómo han cambiado las formas de pensar y comportarse (y la propia sociedad) en este tiempo.
Luego, por supuesto, se disfruta mucho con la reconstitución de la época. Ese Manchester setentero, las discotecas, los polis con pelos largos, los pantalones de campana y, cómo no, la banda sonora, que va recuperando temas del momento y que es utilizada de un modo sobresaliente. Desde luego, en este sentido la serie retoma bien el espíritu policíaco de la época, y, como se corta poco en lo políticamente incorrecto, la cosa funciona muy bien.
Menos claro está que se aproveche el lado ciencia ficción, a pesar del título y de la interesante premisa. Es el lado que cuaja menos, y eso que las actuaciones son buenas. Personalmente, lo achaco más al guión, que deja poco espacio, por el formato, para desarrollar esta parte de la trama. De hecho, a largo término ésta resulta más consistente, aunque episodio a episodio le cueste ganarse su protagonismo. Es algo que se compensa, a mi parecer, con algunos momentos espeluznantes de terror del más allá, que, si bien son también secundarios, salpimientan la serie dándole un toque particular.
El conjunto es una serie que sin ser la octava maravilla funciona bien -se coge cariño a los personajes, los episodios son entretenidos y la recreación, tanto de escenarios como de mentalidad, está muy conseguida- y que, además, trae el añadido de ser distinta. Resulta gratificante ver que se hacen apuestas arriesgadas de este tipo. Quizás venga de la escuela 2000 AD.
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