La República Española y los primeros meses de la Guerra Civil: la clave de una derrota

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Segunda entrega del artículo

Aspectos económicos y materiales

Suele decirse, y de forma bien documentada, que la República, al inicio de la guerra tenía cierta ventaja económica: más población (14 millones frente a 10), más territorio y, sobre todo, la mayor parte de la industria del país: Cataluña y el País Vasco, sedes de la industria textil y metalúrgica de España. En Asturias, controlaban el carbón y tenían las fábricas de productos químicos y explosivos.16 Si bien es cierto, los nacionales controlaban la mayor zona triguera del país: Castilla.

Sin embargo pronto se le presentaron a la República problemas que no estaba en condiciones de resolver. La industria española, incluida la militar, se vio en una situación catastrófica debido a la escasez de materias primas y recursos energéticos. En comparación con el inicio de 1936, el nivel de producción se redujo a la mitad. Además, los sublevados se apoderaron en los primeros meses de numerosas fábricas que producían aviones, piezas de artillería, armas portátiles, pólvora y cartuchos (en diciembre de 1936, de las nueve fábricas de aviones en España, sólo tres se encontraban en manos republicanas).

 

 

PRODUCCIÓN INDUSTRIAL EN CATALUÑA Y PRODUCCIÓN MINERA EN VIZCAYA (1936 – 1939)


 

Fig. 1. Fuente: J. Catalan, “Guerra e industria en las dos Españas, 1936-1939”, en P. Martín Aceña y E. Martínez Ruiz (Eds.), La economía de la guerra civil, pág. 165

 

PRODUCCIÓN DE METALES EN ESPAÑA (1931 – 1939)


 

Fig. 2. Fuente: L. Garrido González, “Guerra y economía (1936-1939)”, en A. González Enciso y J. M. Matés Barco, Historia económica de España, pág. 682.

 

Vemos que, como consecuencia del comienzo de la guerra, la industria se vio enormemente perturbada. La situación se complicó más aún por el hecho de que las empresas y talleres que cayeron en manos de la CNT, no se fabricaban los productos que necesitaban urgentemente las fuerzas armadas, sino los que reportaban mayores ventajas por lo que, la ya de por sí escasa industria bélica, avanzaba a un ritmo demasiado lento. Por ejemplo, entre finales de 1936 y marzo de 1937, el ejército de la República necesitaba 105 millones de cartuchos al mes, mientras que la fabricación real sólo llegaba a los 15 millones.17 No entremos en el debate de si fue mayor o menor la incidencia de la colectivización fruto de la Revolución que estaba teniendo en el interior del territorio republicano, pues nos extenderíamos mucho más de lo debido en este punto, meramente trivial e introductorio. Simplemente queremos reflejar la desorganización existente. En Cataluña, entre junio y agosto de 1936 la producción industrial descendió un 35%. Algo parecido ocurrió en Vizcaya con la producción mineral de hierro. Ciertamente, los propietarios que no debieron huir serían eliminados y muy pocos quedarían en sus puestos temerosos de lo que pudiera ocurrirles. Los sindicatos se hicieron con el control de estos negocios abandonados. Pero incluso ya en agosto, cuando la situación comenzaría a normalizarse, el cuadro que ofrecían las empresas “era preocupante y tampoco cabía esperar que la crisis por la que atravesaban algunos de los principales sectores industriales, como el textil, fuera ahora solucionada por la gestión sindical”18

No se disponía, por tanto, de suficiente cantidad de armamento y material de guerra para derrotar a los sublevados, a su vez mantenidos por el soporte fascista.

 

La cuestión del material de guerra

Entre el primer envío de material de guerra, en octubre de 1936 y los primeros días de mayo de 1937, el ejército republicano recibió de la Unión Soviética 289 aviones, 256 tanques, 60 vehículos blindados, 4.188 ametralladoras pesadas y 4.150 ligeras, 210.183 fusiles, 1.500.000 proyectiles y 532 millones de cartuchos.19 Por su parte, alemanes e italianos, en cifras conjuntas,20 enviaron, hasta la primavera de 1937, aproximadamente, 550 aviones (una parte considerable de los aviones italianos eran de reconocimiento o no estuvieron operativos), 1.016 cañones (cifra discutible), 206 vehículos blindados, unas 4.500 armas automáticas, unos 180.000 fusiles, 1.800.000 proyectiles y unos 400 millones de cartuchos. Las tropas nacionales contaban no sólo con más aviación, sino con más del doble de piezas de artillería, algo que sólo era compensado en proporción con un mayor número de fusiles y munición soviética, y de carros blindados. Ciertamente, la ayuda rusa a lo largo de la guerra fue notablemente inferior a la aportada por Italia y Alemania.21 No obstante, hay un hecho que no podemos olvidar y es que, pese a que los envíos fueron inferiores, si seguimos los datos de Rybalkin, desde el primer envío ruso en octubre de 1936 hasta los envíos de la primavera de 1937, ocho meses, se remitió más del 50% del total de la ayuda que la República recibió en el resto de la guerra, veintiséis meses.22 Y aunque es cierto que también fueron envíos algo menores respecto a los que recibieron los insurrectos, esta inferioridad no debía suponer tanto una menor capacidad de fuego total o efectivo, como una menor capacidad de ofensiva, pues ni todos los envíos llegaban a la vez ni todos ellos se usaban al mismo tiempo. Mucho más le afectó el hecho de que llegasen de forma irregular, lo cual impidió a la República, no solamente ahora sino a lo largo de toda la guerra, como tristemente verían en la campaña de Cataluña, disponer del equipo suficiente y adecuado en el momento preciso.23 Graham advierte, y creemos que muy acertadamente:

The timeliness of deliveries often being a much more important factor tan their scale. […] Since the aid from Germany and Italy came direct from government, it also arrived with fully integrated technical support and logistical back-up. Up against this, Soviet-procured aid to the Republic could not compensate quantitatively or qualitatively. It could thus only ever offer the Republic scant survival.24

Incluso, si no tomásemos en cuenta este aspecto, lo que sí que es irrefutable es que los meses bélicamente más activos de la república no fueron los primeros, mientras que sí debieron ser los de su apogeo material y militar, por lo menos hasta junio de 1937, en que los nacionales iniciaron la campaña de Vizcaya. Y fue en ese periodo cuando la República se sesgó más: perdió más territorios en esos primeros diez meses de guerra que en los veintitrés restantes, en los que ya se había asumido la dirección de la guerra, lo cual, obviamente, quiere decir algo más allá de la relativa inferioridad militar republicana. Y es que la imposibilidad de organizar, no sólo operaciones ofensivas, sino simplemente, de concentrar el esfuerzo bélico fue una consecuencia directa de la confusa relación entre las instituciones de un Estado con un ejército miliciano, para-militar y descontrolado y un poder que había pasado a manos del pueblo.

La ayuda soviética nunca pudo llenar el hueco que las democracias dejaron, aunque sólo gracias a ella la España republicana resistió. No obstante, Franco ganó la batalla del material, gracias al mejor funcionamiento de su ejército y a la continuidad de los envíos al igual que la batalla del aire. Los rusos, con excelentes aparatos, no lograron el predominio aéreo más que en contadas ocasiones. La decisión de italianos y alemanes de enviar a España unidades completas hizo la aviación franquista más operativa y una de las claves de la victoria, pues sin predominio aéreo no es posible atacar en la guerra moderna. Y como ocurrió en el norte, a veces tampoco defenderse.

 

  1. H. Thomas, La guerra civil española 1936 - 1939, Vol. I., pág. 361.

  2. Y. Rybalkin, Stalin y España. La ayuda militar soviética a la República, pág. 47.

  3. J. Casanova, “República y guerra civil”, en J. Fontana y R. Villares (Dir.), Historia de España, Vol. VIII, pág. 300.

  4. Y. Rybalkin, Stalin y España… pág. 68

  5. Seguimos los datos de Salas Larrazábal, Los datos exactos de la guerra civil, pág. 308, a su vez basados en los de J. F. Coverale. Al estar las fuentes algo sesgadas los he adaptado a juicio personal.

  6. Y. Rybalkin, Ibídem, pág. 72.

  7. G. Howson, Armas para España. La historia no contada de la Guerra Civil española, págs. 382-419.

  8. J. M. Campo Rizo, La ayuda de Mussolini a Franco en la Guerra civil española, pág. 87.

  9. H. Graham, The Spanish Civil War. A very short introduction, págs. 87-88.

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Varagh
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Un artículo realmente interesante...no se se suele hablar mucho de la economia y producción en la guerra civil...cuando son dos aspectos determinantes en cualquier conflicto.

“Quien vence sin obstáculos vence sin gloria”

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