Los grandes símbolos

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Los grandes símbolos han caído, y aquí me encuentro, entre las ruinas del bien, después de qué sé yo cuántas batallas libradas. Si tan sólo hubiera podido acompañarla…

Pero debía hacerlo sola. Ahora sé por qué los padres de este nuestro mundo, cuando sus hijos deciden marcharse, se muerden las uñas. ¿Cómo asumir que la persona a la que juraste amar y proteger debe librar su propia batalla? ¿Cómo, simplemente, aceptar que la persona que has visto llorar, que has sentido temblar en tus brazos, que has cuidado, y cuya vida has antepuesto la tuya, va a luchar sola? Dioses misericordiosos, si de verdad existís, si de verdad estáis haciendo algo más que llorar por el mal que hemos causado, por favor… devolvédmela sana y salva.

 

Han pasado ya dos soles, con sus correspondientes lunas, y todavía no sé nada de ella. No puedo hacer más que quedarme aquí acampado a que salga del maldito templo. ¿Por qué no entré con ella? ¿Por qué no entré por ella? Hemos venido hasta aquí guiados simplemente por un cuento de hadas. ¿Y si ya no hay esperanza? ¿Y si estamos perdiendo el tiempo? Qué cosas más absurdas pienso. La profecía era explícita, y todo hasta ahora se ha cumplido… todo depende de ella. Y además, ¿quién soy yo para negarle entrar? ¿Acaso puede un padre negar a su hijo que se independice? ¿Acaso puede un guerrero dedicarse a la vida contemplativa? La respuesta es no. No podemos negar la naturaleza de las personas. Ni su destino, si éste existe. Aunque me duela más que un puñal en el corazón. Aunque esta espera me esté quitando la vida más rápidamente que diez mil batallas… tenía que darle libertad. Además, jaja, haberme negado… ¿Habría servido de algo? Su tozudez no tiene límites. Cuando acepté escoltarla pensé “he aquí la dama más mimada del mundo”, pero desde entonces no dejó de sorprenderme. Es valiente, tozuda e inteligente. Por todos los Santos, es maravillosa. Esta dama ha cogido mi corazón y lo ha guardado en un cofre de su propiedad… me tiene atrapado. Yo, que siempre he sido un alma libre, me he convertido en su esclavo sin apenas darme cuenta. Y doy gracias por ello. Por fin tengo una bandera por la que luchar. Por fin un motivo para vivir… algo más que no el simple instinto de supervivencia.

 

Cuando la encontré, yo era poco más que un animal. Me movía por instintos. Pero algo vi en ella para socorrerla aquel día en el bosque mientras vagaba sin rumbo, cuando la encontré asediada por esos hijos de perra. Al principio pensé que había sido simplemente casualidad, pero cada vez estoy más seguro que fue el destino. Siempre he pensado que el camino de un hombre se forja mientras lo andas. Nunca creí en el sino, ya que eso me restaba, de alguna forma, capacidad de decisión, y de ser dueño de mis pasos, puesto que éstos ya estarían marcados de antemano. Pero hace tres noches, cuando la abracé, cuando sentí su cálido aliento en mi cuello, sus labios sobre los míos… cuando más tarde velé su sueño, me di cuenta de que era ella. Que siempre, siempre, siempre fue ella. Incluso antes de conocerla, ya había visto su rostro en mis sueños. La amo, claro que la amo. ¿Por qué no se lo diría antes? Estaba asustado. Yo, que me he enfrentado a seres salidos de las peores pesadillas y he sobrevivido, asustado de un sentimiento, de mi propia debilidad. Si anoche mis antiguos compañeros (vuestro sacrificio no será en balde, amigos míos) me hubiesen visto llorar… probablemente reventarían en carcajadas para vergüenza mía. Pero así fue, anoche estallé en un torrente de lágrimas. Y ahora pienso, ¿es realmente una vergüenza que un caballero llore? ¿No es, al fin y al cabo, una reacción humana más? ¿Es realmente síntoma de debilidad? Es probable, pero no soy más débil que aquél que cuando sufre se hunde en las sombras y no se levanta. No, realmente llorar no es síntoma de debilidad, sino de valor. Cuando derramas lágrimas, es porque asumes las cosas, porque no te encierras en una mentira, ni te dejas llevar por una ira descontrolada.

 

Por favor, amor mío, sal ya. El tercer día está a punto llegar. ¿Cuánto tiempo te queda ahí dentro? ¿Por qué la profecía no es más explicita? Y… ¿Por qué tenías que ser tú la elegida? ¿Por qué tuve que enamorarme? Doy gracias y a la vez maldigo este sentimiento, y más que eso maldigo la espera. Y aun así, esperaré aquí diez veces diez años si es necesario. Me enfrentaré de nuevo a todos los enemigos que nos han salido al paso hasta ahora, a la vez si es menester. Venderé mi alma inmortal al mejor postor si con ello te ayudo. El hecho de no poder prestarte mi espada me está quemando por dentro. Ahora, sólo me queda tener paciencia, virtud que siempre me ha faltado.

 

Date prisa. Te espero.

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Patapalo
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Un relato muy intenso. Me gusta como con pocos elementos entreteje la trama y muestra los sentimientos del caballero. No necesitas ni una mera descripción del escenario o de la dama para que podamos conmiserar la suerte del guerrero. Muy conseguida la historia.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Odin
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Muchas gracias, Akhul, pero... ponme pegas!!!!! :p

Aun aprendo...

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Victor Mancha
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Muy buen relato. Tiene mucha fuerza y transmite muy bien todos los sentimientos, la angustia y el anhelo de su protagonista. No le puedo encontrar grandes faltas, si acaso yo quitaría (vuestro sacrificio no será en balde, amigos míos) , que lo encuentro innecesario y que me ha sacado ligeramente del relato. Por lo demás muy bien. 

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