Cuba, mi revolución

Imagen de Anne Bonny

Reseña de la obra de Inverna Lockpez y Dean Haspiel publicada por Panini Cómics

 

Es muy difícil entrar a valorar una obra como esta, donde el componente autobiográfico no solo está muy presente, sino que resulta vital para todo su desarrollo. Creo que lo más adecuado sería empezar por decir que Cuba, mi revolución es un relato que conmociona, que te agarra las entrañas con fuerza y te conmueve.

La acción arranca en 1959, justo antes de la entrada triunfal de Fidel Castro en La Habana. La narradora la asimilamos con Inverna Lockpez, la guionista, aunque no tengan el mismo nombre. No nos planteamos si es un recuerdo de su juventud, una imagen idealizada del pasado, una metáfora... En la trama que se nos presenta no tienen cabida estos planteamientos dada su visceralidad.

La protagonista es una devota castrista. Ve en la llegada del ejército revolucionario los vientos del cambio que permitirán al país escapar de la presión norteamericana, de la gestión corrupta de Batista y de todos los males que lo asolan. Los ideales socialistas (el término no es baladí, como se descubre a lo largo de la lectura), cree, van a anidar en su tierra.

A partir de este punto asistiremos al proceso a través del cual esta narradora se va sumergiendo en su sueño de revolución mientras este deviene una pesadilla asfixiante. Los conflictos son numerosos, incesantes, van jalonando su existencia y sacando a colación cuestiones profundas, vitales, muy relacionadas con su condición de artista, su condición de técnica (se forma como enfermera), su condición de idealista que llega incluso a formar parte de la milicia y, como no, con su condición de ser humano. Porque, ante todo, es una mujer de carne y hueso, con sus particularidades y su anhelos.

Es un cóctel intenso, amargo aunque tenga sus notas de dulzura, terrible a pesar de momentos que resultan tragicómicos, doloroso y, al mismo tiempo, vital. La gran virtud de esta obra es, por paradójico que resulte, su subjetividad: no es un análisis sobre la revolución cubana. Como el título indica, Cuba, mi revolución, es la visión de una persona que ha vivido dicha revolución y de un modo muy intenso, personal. Es en esa realidad única e intransferible donde el lector se sumerge con todas las consecuencias.

El trabajo gráfico realizado por Dean Haspiel se pone al servicio de esta perspectiva. Por lo general, pone el acento en la expresividad de los personajes, en la particularidad de los escenarios que visita. Cuando las situaciones se vuelven extremas para la narradora, el mismo dibujo se radicaliza. La escena de la mutación en la celda es de las secuencias más estremecedoras que haya visto en un cómic. Las composiciones que narran la entrada de Fidel en la Habana muestran esa plasticidad con la que el dibujo se amolda a los sentimientos de la protagonista – narradora. Colores, perspectivas, trazos... todo al servicio de transmitir las vivencias de esta.

El resultado es un cómic estremecedor, muy humano y, al mismo tiempo, ominoso. ¿Es posible que los sueños se conviertan en pesadillas? Inverna Lockpez, al final, ha conseguido encontrar su respuesta a la pregunta.

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