Incógnito: Malas Influencias

Imagen de Kaplan

Reseña de la obra creada por Ed Brubaker y Sean Phillips y publicado por Panini

A pesar de ser reconocido últimamente por su labor al frente de Capitán América, lo que de verdad le gusta a Ed Brubaker es escribir serie negra. Hay ejemplos sobrados de lo bien que conoce el género en títulos como La escena del crimen o Criminal (que ya comentamos aquí y aquí). Pero, además, le gusta mezclar las temáticas del noir y lo superheroico, y ahí están Gotham Central, Point Blank y Sleeper, su pseudosecuela y uno sus mejores guiones, para demostrar que sabe encajar a la perfección ambos mundos.

Incógnito, que tiene como protagonista a Zack Overkill (un villano reformado que se acogió al programa de protección de testigos), entra de forma obvia dentro de este último apartado temático. Es más, este segundo tomo, Malas Influencias, funciona como historia paralela a Sleeper. Si esta narraba los problemas de un topo infiltrado en una trama criminal y que no tiene ayuda externa al quedar su enlace en coma, en Malas Influencias es el protagonista quien tiene que rescatar a un topo que ha olvidado para quién trabaja. Una historia que remite sin disimulo a El corazón de las tinieblas y que se complica, además, por una peregrina trama de venganza en la que Zack se ve envuelto de forma accidental.

Como en Sleeper, el acercamiento a la serie negra de Incógnito no es estructural, sino temático. La trama no es tan enrevesada como la que pudiéramos encontrar en Batman: Ciudad Rota, por citar un ejemplo reciente, pero los ambientes y las situaciones sí son propios del género. La estética de los personajes carece del glamour y la solemnidad de los títulos puramente superheroicos y resulta, por el contrario, ridícula en medio de esas tramas tan mundanas. A esto ayuda la labor de Sean Phillips y el colorista Val Staples. Phillips ha trabajado con Brubaker en la mayor parte de su obra detectivesca y aporta justo lo que piden los guiones de este. Nunca será uno de los artistas favoritos del aficionado medio, pero su estilo tosco en lo estético y fluido en lo narrativo se ajusta siempre a la perfección a los cómics en los que trabaja. Mención especial para sus portadas, todas ellas, impresionantes (os aconsejo que visitéis su blog, en el que detalla paso a paso su trabajo, incluso con vídeos tan alucinantes como este). Staples, por otro lado, interpreta el mundo de Incognito con tonos ocres y apagados que casan con la atmósfera opresiva y deprimente que pretende transmitir Brubaker.

En conclusión, Incógnito puede interpretarse como un nuevo acercamiento de sus autores a los felices hallazgos de Sleeper mientras descansan entre tomo y tomo de Criminal. Quizás no llegue a las altas cotas de calidad de ninguno de estos dos títulos, pero sí supone una lectura muy recomendable para todo aquel lector de cómics de superhéroes que quiera algo más ambicioso o, simplemente, un enfoque diferente sobre esa misma temática.

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