Bartleby el escribiente

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Reseña de la novela corta de Herman Melville

 

¿Puede interesar a un lector actual la vida de un escribiente de mediados del siglo XIX? La respuesta, y esta es la gran magia de la literatura, es depende de cómo te la cuenten. Como adivinaréis, en este caso, conmigo ha funcionado el estilo de Herman Melville: la he devorado en poco rato, y no solo por su extensión.

Bartleby el escribiente es una obra peculiar en muchos aspectos. Su base es costumbrista: el retrato social de la época es el telón indiscutible de la novela. Melville nos pinta, con gran lujo de detalles y un tono de conversación banal, a una serie de personajes de la época. Son pintorescos, sí, pero no más que nuestro vecino de al lado. Resultan palpables con sus excentricidades de chupatintas, y al tiempo encarnan bien el espíritu de la época y lo dejan traslucir en sus relaciones y sus diálogos. Solo por ello, la novela ya tendría cierto interés documental, sobre todo en una época en la que escribimos mucho sobre el siglo XIX sin empaparnos realmente del mismo.

Pero esta obra encierra algo más, algo extraordinario que viene de la mano del propio Bartleby. Este, a pesar de los epítetos, como “cadavérico”, que le brinda el narrador, no deja de ser un tipo corriente, incluso anodino en su poco brioso modo de relacionarse, lo que llamaríamos un oficinista gris. Sin embargo, en seguida se adivina en el modo en el que expone sus preferencias que, a pesar de su carácter, va a dar mucho que hablar.

El modo en el que perturba su entorno, de hecho, hace que una novela en apariencia realista (y realista realmente en su planteamiento y su resolución) llegue a juguetear con un cierto surrealismo que oscila entre el patetismo y el humor, pero sin olvidar el elemento humano. De hecho, Bartleby el escribiente termina por plantear muchas cuestiones al lector, por hacer que este mire de otra forma lo que lo rodea. Porque, en realidad, el mundo no ha cambiado tanto en estos 150 años. Al menos, no en lo que a la relación de los hombres con la sociedad refiere.

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LCS
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Una novela inquietante, que no tiene nada que ver con el Melville de Moby Dick y que, para mí, anticipa la literatura de Kafka.

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Patapalo
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Yo la vi más cómica, aunque tiene un punto desasosegante. Totalmente de acuerdo en lo de Kafka.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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