Megazoria: Britania

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Trasfondo del último reducto de las tribus britonas independientes

Atrapadas entre los Altos Muros del norte, los invasores anglos, los sombríos cumbrios y los orgullosos icenos, las tribus britanas se encuentran como el metal batido por el martillo contra el yunque. Y, al igual que este, están al rojo vivo.

 

Aspectos geográficos

El territorio denominado Britania, con el que a veces se designa toda la isla, está dividido en dos grandes zonas: las planicies del este y las montañas bajas del oeste. Ambas están salpicadas por bosques más o menos densos, pero predominan los espacios abiertos. El clima está atemperado por la acción del mar, pero sigue siendo frío y húmedo en líneas generales. Las brumas no son raras.

Un gran río, el Yore, atraviesa las llanuras del sureste y sirve de frontera natural contra los invasores anglos. Sus aguas son rápidas y sus crecidas repentinas, y las tierras regadas por él, fértiles y ricas, lo que le ha valido desde tiempos inmemoriales la adoración de los britanos.


 

Fauna

La espina vertebral de los ecosistemas salvajes de Britania son los cérvidos, desde el impresionante megacero a especies más pequeñas. Sus manadas dominan los distintos territorios y a su sombra viven otras manadas de herbívoros; son raras las especies de gran tamaño a causa de la presión demográfica humana.

Los depredadores a la cabeza de la pirámide alimenticia son los homoterios, felinos de grandes colmillos que llegan a alcanzar 1,10 metros hasta la cruz y los 200 kilos de peso. Especializados en la caza de grandes herbívoros, están dejando paso a otros depredadores, como los leones cavernarios o los mismos lobos, pero todavía tienen una posición preeminente. Los carroñeros y otros depredadores han de adaptarse al ritmo de las manadas de homoterios, e incluso los propios britanos han de vigilar sus territorios. No en vano, estos félidos de largas patas son capaces de alcanzar casi 100 km/h a la carrera.

 

Habitantes

Los britanos son un pueblo celta. Entre sus miembros priman las pieles pálidas y hay una amplia variedad de tonalidades de cabello.

Tanto hombres como mujeres llevan por lo general los cabellos largos. Visten con ropas de lana, tanto pantalones como túnicas, teñidos con colores vivos y adornados con motivos geométricos y ciñen sus capas con broches de bronce. Los accesorios, bien en hueso o cuerno, bien en metal, son comunes: broches, diademas, torques, brazaletes, etc.

Lengua: Gaélico

Escritura: Ogam

Algunos nombres de ejemplo: Calpornio, Caractaco. Cocolitano, Cogidubno, Togodumno, Rhydderch. De mujeres, Cartimandua, Eponia, Aibhilin o Mavourna.

Sociedad y gobierno

Britania no es un territorio unificado, ni siquiera una confederación de tribus: es un mosaico en el que las alianzas y las declaraciones de guerra se suceden. La presión de los invasores anglos solo ha acentuado el problema, y estos lo están aprovechando para expandir su influencia.

Tradicionalmente, Britania ha estado dividida en innumerables tribus, unidas o separadas por vínculos familiares, gobernadas por una aristocracia de príncipes guerreros que ejercen de terratenientes. Estas se refugian en aldeas que ejercen su autoridad sobre un territorio limitado a su alrededor. Protegidas por empalizadas o auténticas murallas de madera, agrupan en su interior varias docenas de cabañas de piedra o madera circulares de techumbres de paja o madera.

Aunque cada tribu tiene sus particularidades, la pirámide social suele ser común: en la base, los esclavos obtenidos en incursiones, sobre ellos, los siervos bajo la autoridad de la aristocracia y, entre ambos estamentos, los hombres libres.

 

Religión

Provenientes del continente, numerosos druidas, en ocasiones poco más que curanderos o charlatanes, han empezado a hacerse con el control del culto a las deidades del panteón celta y a ejercer cierto poder político. Originalmente, la dirección de estos rituales, relacionados con las estaciones y las fuerzas de la naturaleza, recaía sobre la propia aristocracia. Actualmente, esta está volcada en la guerra y son los nuevos druidas, en ocasiones, errantes, quienes se encargan de todo lo que tiene que ver con los dioses.

Los vates o adivinos, que suelen estar vinculados a las familias o a los territorios desde tiempos inmemoriales, no ven con buenos ojos esta intromisión en el precario equilibrio de Britania y numerosas luchas intestinas sacuden la ya de por sí convulsa sociedad.

Morrigu o Morrigan, reina fantasma y diosa de la guerra, es la deidad más popular.

Actividades económicas y lúdicas

La agricultura y la ganadería son los pilares de la economía en Britania. La aristocracia se encarga de proteger los territorios y los animales y de organizar partidas de guerra para arrebatar, a su vez, los de los vecinos. En las distintas aldeas existe una industria artesanal suficiente para asegurar la independencia de cada tribu y también hay algo de comercio entre pueblos aliados, pero este se ve dificultado por el continuo estado de guerra.

La caza y en la costa oeste la pesca son actividades complementarias.

La vida de los britanos gira en torno a las cosechas y a las batallas y tanto sus festividades como sus expresiones artísticas (baladas, recitales, etc.) las tienen como ejes centrales.

 

En la guerra

Los britanos no han desarrollado un arte de la guerra complejo, pero sí relativamente eficaz. Los hombres se organizan en partidas de guerra, cuyos integrantes, por lo general, tienen vínculos familiares. Estas, tras arrojar una lluvia de jabalinas, piedras y otros objetos letales contra el enemigo, avanzan tras una línea de escudos. Sus integrantes suelen combatir con lanzas y espadas.

Los nobles britanos acuden al combate sobre carros de guerra, poco más que plataformas de madera sobre las que se sitúa un auriga, quien controla un tiro de dos caballos, y un guerrero con una buena provisión de jabalinas que irá arrojando sobre sus enemigos. Estos ingenios bélicos resultan tan aterradores como inestables, pero aunque tengan tendencia a volcar por culpa de los accidentes del terreno, no hay que subestimarlos: su mero ruido extiende el terror, las cuchillas acopladas a sus ejes son letales, los proyectiles que se arrojan desde sus plataformas tienen toda la potencia del movimiento y una carga frontal puede desbaratar un muro de escudos.

Los britanos también entrenan mastines para la guerra, a los que cubren con pieles endurecidas de jabalíes, en particular para neutralizar carros enemigos o enviarlos contra los hostigadores (jóvenes armados con hondas o jabalinas; los arcos rara vez se utilizan en la guerra). Finalmente, hay que señalar que la cultura bélica hace que abunden los guerreros que intentan lucirse en solitario y se lanzan al campo de batalla prácticamente desnudos, cubiertos de tatuajes y empuñando tan solo escudo y espada. Algunos cultos druídicos fomentan esta figura del héroe guerrero.

 

En el mar

En el oeste todavía quedan tribus que tienen un pie en el mar. Estas botan curraghs para sus actividades de pesca, comercio y piratería. Se trata de botes sin quilla, de unos quince metros de eslora y unos cinco de manga, de casco alto, que se mueven impulsados por el viento a través de una vela cuadrada o redondeada sujeta a un único mástil.

 

Posibilidades de aventura

A pesar de que hay algunos monumentos megalíticos interesantes en la zona y que los animales salvajes todavía son relativamente abundantes, será la guerra la que brinde la mayor parte de los ganchos para aventuras en Britania.

El punto primordial es averiguar de parte de quién estarán los aventureros; quizás, de su propia parte. A partir de ahí, no debería ser difícil organizar campañas basadas en las incursiones de los anglos más allá del Yore, en intentos de invasión a los caledonios como huida hacia delante por parte de las tribus del norte, en coaliciones y alianzas frágiles que pueden terminar en traiciones, en conflictos entre recién llegados druidas y antiguos sacerdotes de los cultos celtas, en conspiraciones orquestadas por adivinos dispuestos a augurar un gran futuro a un prometedor guerrero con tal de inclinar la balanza a su favor o en matrimonios de conveniencia que terminan con la fuga de la esposa y varias tribus en pie de guerra.

Es importante tener en cuenta que Caledonia, al norte, mantiene sus fronteras cerradas a cal y canto, pero que tanto Cumbria como los icenos no pueden resistirse a intervenir en el equilibrio de fuerzas de Britania, bien contratando partidas de guerra mercenarias, bien sobornando a los príncipes locales para mediatizar sus alianzas. Después de todo, son los primeros interesados en frenar el avance de los pueblos germanos, de los que los anglos son la punta de lanza.

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