One Day - Siempre el mismo día

Imagen de ladiseccionadoradelibros

Reseña de la novela de David Nicholls publicada por Maeva

 

“No quiero que pienses que me importa algo lo de anoche, no quiero tu teléfono ni cartas, ni postales, no quiero casarme contigo, pase lo que pase mañana habremos tenido hoy, y si volvemos a encontrarnos alguna vez en el futuro pues ¡muy bien, seremos amigos!”

La rutina provoca que nuestros días transcurran en una lenta letanía, sin grandes diferencias entre ellos que los convierten en una larga sucesión de jornadas exactamente iguales a la anterior. Apenas veinticuatro horas, insuficientes para el actual ritmo de vida y de las que intentamos obtener el máximo provecho, aunque no siempre lo consigamos y nos vayamos a la cama con la sensación de que podríamos haber hecho mucho más. Sin embargo, ocurre que determinados acontecimientos (o personas) irrumpen en ella para cambiarla por completo. En ocasiones, un día marca la diferencia y, desde entonces, adquiere un significado especial.

Esto es lo que les ocurre a Emma y Dexter, dos personas de personalidades completamente antagonistas que acaban encontrándose y establecen una peculiar relación de amistad capaz de sobrevivir a la distancia y el tiempo. Durante este período, seremos testigos de los cambios que se suceden en sus vidas, de sus decisiones y las consecuencias que implican, de sus éxitos y fracasos, de sus sueños y sus miedos… Al contrario que en otras novelas, David Nicholls concibe una historia caracterizada por el realismo de sus personajes, alejándose de los tópicos propios del género y optando por la sencillez y la cercanía para captar al lector.

En este aspecto, resulta significativa la imperfección que caracteriza a los dos protagonistas. Por ejemplo, la falta de confianza de Emma o la incapacidad de Dexter para asumir responsabilidades.

“Emmm escucha, si pudiera hacerte un regalo, un único regalo para toda la vida, ¿sabes lo que te daría? Confianza. Eso o una vela perfumada.”

 

One Day no nos ofrece la clásica transformación de patito feo a cisne. Desde el principio, observamos las dificultades que ambos deben atravesar en sus respectivas vidas. En el caso de Emma, la incapacidad para ignorar lo que realmente siento por Dexter la conduce a una serie de relaciones tormentosas en las que se exhibe un comportamiento egoísta, pues las utiliza para olvidar a la persona que realmente quiere y la obsesiona. Por su lado, Dexter tiende a negar la realidad, se muestra incapaz de enfrentarse a los problemas por las facilidades que siempre ha tenido y opta por el alcohol, las drogas o el sexo esporádico para evadirse. No obstante, el lector simpatiza con ambos, en lugar de rechazarlos, pues se siente identificado con sus conflictos. ¿Quién no ha sufrido alguna vez por un amor no correspondido? ¿Quién no se ha sentido frustrado al comprobar que sus esfuerzos no dan resultado y las cosas siguen sin mejorar? ¿Quién no ha sentido la tentación de tirar la toalla?

De esta forma, David Nicholls consigue conectar con el lector al describir una serie de situaciones que todos hemos protagonizado en algún momento. Es más, el autor no hace referencia a una etapa concreta de sus vidas, sino veinte años que abarcan desde sus primeros años como adultos tras abandonar el mundo onírico de la juventud hasta sus obligaciones paternales o el deseo de maternidad frustrado. Por tanto, el espectro de edad que permite abarcar es mucho más amplio del que tendrían otras historias. De igual modo, no omite algunos aspectos que pueden resultar desagradables como enfermedades degenerativas, alcoholismo o adulterio, aunque narrado de forma sutil, sin necesidad de recrearse demasiado en aquellos detalles que pudiesen inducir rechazo. No obstante, la necesidad de edulcorar algunos aspectos o describirlos superficialmente, provoca que la escena más importante de todo el libro se vea reducida a unas pocas líneas; resulta incomprensible que uno de los principales puntos de transición de la novela no merezca mayor espacio y cabe preguntarse si fue elección del autor o la editorial encargada de la publicación.

Si hubiese que recalcar otro aspecto negativo es el constante tira y afloja entre sus dos protagonistas. La historia está concebida en tres sub-tramas: Emma, Dexter y los dos juntos, siendo precisamente en esta tercera donde el lector experimenta la sensación de que sus personajes han permanecido estáticos y la relación entre ambos no ha evolucionado. Estas escenas son demasiado similares entre sí y la narración tiende a estancarse. Resulta poco convincente (e incoherente) que dos adultos sigan comportándose como adolescentes encaprichados después de tanto tiempo, y más sin consideramos algunas de sus experiencias durante este período.

“Oye, ¿puedes llamarme cuando escuches esto? Es que necesito hablar con alguien; no, ¡con alguien, no: contigo!”

No obstante, David Nicholls realiza una narración mucho más madura y compleja que otros compañeros de su profesión por los aspectos anteriormente recalcados, sin olvidar el inteligente humor inglés que exhibe a lo largo de sus páginas.

 

“-Mira, solo digo que necesitamos reglas.

-¿Reglas?

-Sí, no quiero poner en riesgo nuestra amistad, ¿entendido?

-Vale, ¿cómo qué?

-Habitaciones separadas, estemos donde estemos no compartimos cama... regla número dos, nada de picar, ¡nada de tomarse unas copas y ponerse juguetón ni conmigo ni con nadie más!

-Si yo nunca bebo.

-¡Hablo en serio! Lo cual me lleva a la regla tres, cláusula de desnudez, no quiero verte en la ducha, ni haciendo pis, ¡ni haciendo pis en la ducha!

-Ehh, bueno, no te prometo nada.

-¡Tienes que hacerlo, son las reglas! Ahh, por supuesto ¡no bañarse en pelotas!

-Muy bien, pues ¡regla número cuatro!

-¿Cuál?

-Nada de Scrabble.

-¡Me encanta el Scrabble!

-Precisamente por eso pongo esa regla, ¡aún no estamos muertos!”

 

De esta forma, consigue suplir parcialmente algunas de las carencias que sus propios personajes exhiben, pero que habrían podido solucionarse por completo si hubiese desarrollado aspectos infravalorados, pese a su importancia en la trama común, frente a otros más anecdóticos.

Para resumir One Day en una única frase, que el propio David Nicholls nos la proporciona: Significa la unión perfecta de los opuestos. Y es que el amor es un sentimiento tan complejo que veinte años siguen siendo insuficientes para abarcarlo por completo, así como todas sus implicaciones en la vida de quienes sufren por un sentimiento no correspondido durante tanto tiempo y, sin embargo, un único día puede cambiarlo todo, dando por concluida tan larga espera, aunque el final no sea siempre el deseado.

“Ella te hacía mejor. Y tú en cambio la hacías feliz.”

 

Título: One Day (Siempre el mismo día); 432 págs.

Autor: David Nicholls

Editorial: Maeva, 2010

ISBN: 9788492695782

 OcioZero · Condiciones de uso