Dobble

Imagen de Destripacuentos

Reseña del juego de cartas para todas las edades de Asmodee

Dobble es un juego de observación y rapidez que no depende del idioma, sino que reposa sobre imágenes muy sencillas que desde muy pequeño puedes identificar —de hecho, aunque se recomienda a partir de seis años, supongo que por una cuestión de vocabulario, he visto jugar sin problemas a niños de tres—.

El juego se compone de 55 cartas de diseño circular que vienen salpicadas de diferentes símbolos e ilustraciones de distintos tamaños —lo que ayuda a "despistar" al jugador—. La clave es que todas las cartas comparten un símbolo. El juego, de hecho, va de encontrar cuál, aunque en distintas modalidades.


 

Por ejemplo, en una partida de Dobble se puede jugar a encontrar el símbolo compartido en el mayor número de cartas a lo largo de un minuto. Cada vez que se encuentra uno, se recoge la carta y, al final del minuto, se cuentan. Después de que cada jugador haya tentado a su suerte, el que más cartas haya acumulado, gana.

También se puede jugar con todo el mundo a la vez: así, cada jugador tiene una carta en su mano y tiene que encontrar qué símbolo de esta se encuentra también en la carta que se sitúa en el centro de la mesa. Si la encuentra antes que los demás, la roba y se pone otra carta en el centro. Quien más acumula al final, gana.

Todas las permutaciones del modo de juego funcionan con esta mecánica. Así, los jugadores pueden optar por la que más les guste a todos, o alternarlas en modo "olimpiadas", como si fueran distintas pruebas, lo que da variedad.

En cualquiera de los casos, las partidas son muy breves: nunca duran más de un cuarto de hora —aunque depende de la edad y el estado de los participantes— y, a medida que los participantes ganan experiencia, se hacen más y más rápidas.

Por sus características, Dobble es un juego que reposa en la agudeza visual, la memoria y la velocidad de reacción. Por esto mismo, es un juego que tiende al jolgorio general y el ruido que esto comporta. Recuerda en cierta medida a juegos como el Ligretto, aunque, por su mecánica, no requiere siquiera saber contar.

El diseño es simpático y está muy bien pensado: la diferencia de tamaño de los símbolos y la forma circular de las cartas ponen a prueba la memoria y los reflejos de los jugadores. Las cartas son finas pero lo bastante resistentes y grandes, lo que las hace adecuadas para los modos de competición en los que hay que robar de en medio de la mesa.

En definitiva, el Dobble es un juego sencillo, que no requiere ningún tipo de aprendizaje, con pocas exigencias estratégicas y adecuado para cuando se quiere desfogarse con un poco de jaleo. A los que se ponen nerviosos jugando, sin embargo, los cansa pronto.


 

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