Un escarabajo de siete patas rotas

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Reseña de la antología de Santiago Eximeno publicada por Amargord Ediciones

 

Amargord Ediciones inaugura su colección Cana negra de microrrelato con una antología de uno de los maestros nacionales del género: Santiago Eximeno. Un escarabajo de siete patas rotas es un recopilatorio de obras que van desde las pocas líneas a un par de páginas, aunque prima la ficción realmente mínima, los nanorrelatos.

En sus páginas podemos encontrar textos ya publicados, algunos que han cosechado premios incluso, y trabajos que, juraría tras haber leído todos sus recopilatorios, son nuevos. Todos ellos están unidos por el tono y forman un conjunto tan coherente e intenso que parecen reinventarse a sí mismos, realzarse unos a otros. Prima la melancolía, cierta tristeza elegante y hermosa que, al mismo tiempo, encoge el alma. No son meras historias ingeniosas que sorprenden al lector con sus giros, aunque sin duda van sobradas de este ingenio, sino textos que transmiten, que resultan muy humanos, cercanos e implacables.

Los entornos familiares son recurrentes. Las relaciones personales, aun dentro de un estilo oscuro muy propio del autor, ganan protagonismo frente al terror propiamente dicho. Sí, hay cierto horror en las páginas de Un escarabajo de siete patas rotas, pero se trata de un horror existencial en muchos casos. A veces deriva de la destrucción del equilibrio cotidiano, del espejismo de seguridad de la rutina, pero en la mayor parte de las ocasiones va incluso más allá: es un horror fascinante ligado a la propia existencia.

No es casual que los ancianos tomen un protagonismo particular dentro de estas historias, como tampoco que lo hagan los niños, sobre todo contemplados desde el prisma de la paternidad —no entendida esta como un simple estatus, sino como el descubrimiento de un nuevo orden en la existencia de uno mismo—. El ciclo vital es, de hecho, quizás el hilo de Ariadna enterrado en las tripas de la obra.

Un ciclo vital en el que nos vemos devorados por el tiempo, por la rutina, por nosotros mismos. Un ciclo vital en el que somos náufragos. El entorno cotidiano se convierte en Un escarabajo de siete patas rotas en algo fascinante e inquietante al mismo tiempo. Lo banal no se transmuta en extraordinario, pero sí en algo que capta nuestra atención y nos sacude, en algo que no podremos volver a mirar con la misma mirada vacía.

La prosa de Santiago Eximeno es la principal responsable: te conduce con habilidad hasta donde quiere y, entonces, te interpela. Es como un cuchillo afilado en manos de los argumentos. A través de ella, incluso los caminos que nos parecían transitados descubren nuevas sombras. No hay nada evidente y, al mismo tiempo, parece que todo siempre ha estado ahí.

En definitiva, Un escarabajo de siete patas rotas es una obra madura, tanto en contenido como en continente. Una oportunidad para descubrir la ficción mínima o para disfrutarla, sin más. La edición de Amargord Ediciones está, además, muy conseguida: papel de calidad, un diseño muy cuidado y un formato muy adecuado para la extensión de los textos. Un debut formidable para Cana Negra.

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