Las amigas de ojos oscuros

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Reseña de la novela de Judith Lennox publicada por Maeva

 

Desde la constitución del Reino de Gran Bretaña a través de la unión política entre Inglaterra y Escocia —y posteriormente de Irlanda— el 1 de mayo de 1707, se convirtió en un precursor, así como referente del sistema parlamentario, la Revolución Industrial, la abolición de la esclavitud… Un país convertido en sinónimo del cambio, así como el principal escenario de algunos de los acontecimientos históricos recientes más importantes, tal y como les ocurre a Las amigas de ojos oscuros.

OliviaLas amigas de ojos oscuros (Liv), Rachel y Katherine son tres jóvenes que deberán afrontar los constantes cambios en sus respectivas vidas a lo largo de tres décadas (60’, 70’ y 80’) trascendentes para el Reino Unido, pero también para ellas. Judith Lennox las convierte en protagonistas de excepción para narrarnos en primera persona estos sucesos, permitiéndonos conocerlos desde una perspectiva mucho más subjetiva y cercana que aquella relatada por los libros de historia.

Las amigas de ojos oscuros es una novela retrospectiva en la que se entrelazan las vidas de sus personajes durante su búsqueda de la felicidad a través del amor y, sobre todo, la amistad. Y es que por muchos cambios acontecidos durante esta época, las tres amigas consiguen mantenerse siempre unidas por este sentimiento a pesar de que sus vidas acaben separándose durante algún tiempo.

De esta forma, Judith Lennox nos ofrece a través de sus respectivas experiencias un completo retrato, pues sus diametrales personalidades ilustran las consecuencias que tuvieron para las mujeres de aquellos convulsos años en base a factores sociales, económicos o culturales. A pesar de criarse juntas en Fernhill, asistir a la misma escuela, frecuentar los mismos lugares al terminar las clases, acudir todos los domingos a misa o las obligadas visitas de cortesía entre familias vecinas; enseguida advertimos las diferencias entre ellas. Por un lado, la ambiciosa e independiente Katherine, quien ansía una vida propia alejada de su familia tras comprobar durante toda su infancia y adolescencia las injusticias hacia la mujer, siempre limitada a las labores de madre y ama de casa. Además, siendo la única hija, debe competir para destacar sobre sus hermanos, quienes siempre han recibido un trato de favor y cierta condescendencia de sus progenitores, especialmente su gemelo. Por otro, la romántica Liv, que intenta suplir la ausencia de una figura paterna se entrega por completo a todos los hombres, aunque nunca sea recíproco. De hecho, ella demuestra ser capaz de renunciar a todo para conseguir mantener unida a su familia a fin de no fracasar en su matrimonio, tal y como piensa que ocurrió con sus padres. Finalmente, la favorable posición y la seguridad que le reportan el cargo político de su padre convierten a Rachel en una joven apática, carente de motivaciones y, aunque provoque los celos de sus amigas, demuestra ser una persona capaz de compartir.

Curiosamente, el entrelazamiento de historias resulta forzoso, pues los capítulos que deberían haberse dedicado al surgimiento de su amistad aquellos primeros años se dedican mayormente al pasado de Thea, la madre de Liv. Judith Lennox desaprovecha la narración en tercera persona, pues la intercalación es desequilibrada precisamente por la constante introducción de nuevos puntos de vista, en especial de personajes secundarios incorporados cuando la trama se encontraba demasiado avanzada. Esto provoca que la autora deba abarcar importantes márgenes temporales en unos pocos párrafos, desaprovechando el potencial que hubiesen tenido, por ejemplo, Rose y el sentimiento de culpabilidad por la muerte de su madre que intenta remediar, entre otros detalles, haciéndose vegetariana para no dañar a ningún otro ser vivo. O el proceso de adaptación de Hector a su reciente paternidad, que le obliga a renunciar por completo a la vida de soltero que llevaba hasta ese momento.

Por consiguiente, las vidas de Katherine y Liv resultan más atractivas de forma independiente. Adviértase que, en realidad, los períodos en los que están juntas son muy breves, Judith Lennox los desarrolla de forma más amplia, e incluso apreciamos que la prosa tiene un tratamiento mejor y el ritmo de la narración es más coherente, sin excesivos saltos temporales como ocurre en los otros.

No obstante, la autora sí sabe aprovechar el contexto en el que se desarrollan. Las amigas de ojos oscuros realiza un recorrido fidedigno de aquellos años, demostrando al lector que realmente pocos han sido los avances conseguidos en la lucha por la igualdad. De hecho, resulta sorprendente comprobar la vigencia de muchos prejuicios hacia la mujer, como el asombroso cambio de actitud de Katherine tras sufrir un intento de violación, culpabilizándose por vestir de forma demasiado provocativa aquella noche. O la negativa de Liv a aceptar que su matrimonio era insalvable y el fracaso no es consecuencia de que ella no cumpliese como esposa en sus tareas, sino por las inseguridades de su marido.

Al igual que los amigos, perdonamos las pequeñas faltas para disfrutar con una novela sincera que nos recuerda la importancia de conservar a nuestro lado aquellas personas con las que siempre nos sentimos alguien especial. Y es que, con independencia de las circunstancias, la verdadera amistad consigue prevalecer sobre ellas. Si no me creéis, preguntadle a Las amigas de ojos oscuros.

 

Título: Las amigas de ojos oscuros; 512 págs.

Autora: Judith Lennox

Editorial: Maeva, 2014

ISNB: 9788415532712

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