La gente de Ankou

Imagen de Anne Bonny

Reseña del cómic de Edgar-Max publicado por Ediciones Tusitala

Tengo una particular debilidad por las historias de circos de los horrores y por las atmósferas sombrías. No es de extrañar, por lo tanto, que La gente de Ankou me haya seducido por completo. El trabajo de Edgar-Max nos acerca una drama romántico sobrenatural que es el espinazo que tortura y mantiene unido a un peculiar grupo de feriantes.

La gente de Ankou - Edgar-Max - TusitalaDiseccionar la trama de La gente de Ankou sería un error. Por un lado, porque privaría al lector del placer de adentrarse en sus oscuras aguas, donde, siguiendo un sedal afilado, nos zambullimos en una frontera difusa entre lo mágico y lo cotidiano, entre lo onírico y lo palpable. Este cómic gira en torno a un amor maldito, pero, atención, que no se trata de una condena cursi, sino de una tragedia que desgarra e inquieta a partes iguales.

Si tomamos las partes por separado, Edgar-Max ha bebido de fuentes clásicas. Hay reminiscencias shakespearianas y aquellos que conozcan la mitología céltica igual hasta han identificado quién ese esa gente de Ankou del título. Tampoco es necesario para disfrutar de la historia: su gracia no está en haber rescatado el folclore para deleitar al lector, sino en haber captado su melodía y haberlo hecho revivir. De esta manera, el escalofrío que deberían suscitar siempre las injerencias de ultratumba en nuestro mundo aquí está presente en todo su esplendor. También la angustia de la existencia.

El apartado estético es notable. Los personajes, todos ellos, resultan carismáticos, en particular los dos antagonistas, Bill el Largo y el siniestro violinista, y la puesta en escena del drama corta el aliento. Está llena de un lirismo macabro que hará las delicias de los amantes del género. Es teatral, como un espectáculo de guiñoles dislocado. En este sentido, hay que destacar la buena combinación del ritmo con la majestuosidad de las composiciones, que alternan viñetas breves con páginas completas.

Sí que hay que tener en cuenta que La gente de Ankou es más espectáculo que narrativa. Aunque está articulado como un relato más o menos convencional, no es tan importante lo que pasa como dónde pasa, como la manera en que lo hace, los porqués, los detalles y los protagonistas. En cierta manera está casi más cerca de un poema macabro que de un relato de terror, aunque tenga momentos de claro suspense o incluso de escalofrío.

El conjunto es una obra caprichosa y llena de belleza oscura, un regalo para los amantes del género que disfrutamos particularmente de sus expresiones más personales. Drama, horror y melodía es lo que hacen a La gente de Ankou un cómic memorable.

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