Verano indio
Reseña de la obra de Hugo Pratt y Milo Manara publicada por Norma Editorial
Verano indio es una obra dionisiaca, que habla de las pulsiones humanas llevadas al extremo, que desbordan sobre todo cuando los corsés sociales las constriñen hasta el absurdo. Es la obra más violenta y terrible de cuantas he leído de Hugo Pratt, aunque no esté exenta de cierto lirismo. Y, al mismo tiempo, no entra dentro del erotismo habitual de Milo Manara, aunque el elemento sexual esté muy presente.
El escenario nos sitúa en una Nueva Inglaterra que nos trae ecos irremediables de El crisol. El arranque, igualmente, es desbocado, aunque mucho más duro: la violación de una joven va a ser el detonante de una sangrienta confrontación entre una tribu india y la colonia de puritanos con la que conviven con sus altibajos. Es la llegada del tiempo cálido, del apareo de los animales, y algo hay en el aire, eléctrico como una tempestad, que los va a arrastrar a todos a un final tan catárquico como desolador.
La trama que nos presenta Hugo Pratt es compleja y se va desvelando por capas. Al principio funciona con elementos básicos de juventud, precipitación, violencia, sobre los que se van apilando otros más oscuros, como los secretos de familia, la organización de la colonia, la relación con los nativos... El cóctel es explosivo y se va oscureciendo a medida que avanza la historia, como las nubes cada vez más negras de una tormenta de verano que va a arramblar con todo.
El guionista no duda en recurrir a símbolos y a un imaginario que bebe de la novela gótica y de la de aventuras y aprovecha para hacer una dura crítica social. Las acusaciones de brujería para ocultar crímenes, el ambiente sórdido y claustrofóbico de la sociedad de la época se han convertido ya en clásicos que están representados a la perfección.
Por su parte, Milo Manara opta por viñetas amplias, encuadres solemnes, que dan una enorme fuerza a los paisajes y los escenarios, que generan un curioso contraste entre la belleza de la naturaleza y el horror del ser humano, uno de los motores de la historia. La expresividad de los personajes permite realzar la tragedia y el drama, por momentos apoyándose en un humor tragicómico, y resolver con gran acierto las numerosas escenas de acción que nos remiten a clásicos como El último mohicano.
Los textos son someros, en muchos pasajes directamente inexistentes. Lejos de lastrar la narración o dejar huecos en la misma, le otorgan todavía más fuerza, un carácter inevitable como las fuerzas eternas de la naturaleza. Lo que nos presenta Verano indio es una tragedia que nadie va a conseguir detener.
El resultado es un cómic duro, de una gran intensidad, atípico y digno de una colaboración entre dos grandes artistas que se muestra capaces de crear algo nuevo y distinto.
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