Speed Racer

Imagen de linton

Carreras epilépticas de manos de los hermanos Wachowski

Speed Racer supone una experiencia diferente al espectador porque realmente es una película que no se puede comparar a ninguna otra en algunos sentidos. Aunque con el paso del tiempo la cosa siempre se enfría, después del visionado y en caliente es un producto que puede dar lugar a muchas interpretaciones, y bien podríamos tirar del clásico “o la amas o la odias”. Vamos a intentar desgranar un poco lo que da de sí la película para ver en qué lado se coloca cada uno.

 

Lo primero que hay que decir es que es una apuesta totalmente original, y eso es totalmente innegable. Lo que más llama la atención desde el principio (con el tráiler mismo ya se aprecia) es la estética, enormemente colorista y llamativa. En este sentido es completamente innovadora, dando un paso más allá de la burtoniana Charlie y la fábrica de chocolate o de los excesos de Luc Besson en El quinto elemento, por ejemplo. Aquí los hermanos Wachowski crean un mundo casi de animación tremendamente imaginativo, entroncado directamente en el pop art. Un mundo donde nunca hay nubes negras y todo es de colores vivos, muy futurista y que da todo como una sensación de buenrollismo general. También ayuda a crear este ambientillo el cachondeo presente a lo largo de toda la sesión. Desde los primeros minutos el sentido del humor está presente y no decae en todo el metraje. Hay que prestar especial atención al hermano pequeño Spritle y sobre todo al mono Chim-Chim, que tiene un montón de apariciones estelares (esos títulos de crédito finales), y bastante desternillantes. Aunque ya se sabe que el humor es como los culos, que todos tienen uno. Pero hasta en el peor de los casos alguna sonrisa ya se saca y en general queda todo bastante simpático.

 

Aunque el plato fuerte de la película y lo más llamativo a priori son las carreras. Éstas están rodadas de manera espectacular, son entretenidas y vertiginosas, sí… pero no se ve nada. Éste es un mal endémico que inunda las superproducciones en los últimos tiempos, y quizá haya que resignarse, pero es que buscando esa espectacularidad va todo tan rápido y es tan aparatoso que en ocasiones uno no sabe ni lo que está viendo. Como en las escenas de acción de Transformers, sin ir más lejos, que uno tampoco sabía si estaba viendo a un Decepticon o a Mazinger Z. Pero lo cierto es que también tiene momentos conseguidos (a destacar la carrera de “Casa Cristo”) y los circuitos son realmente espectaculares y deja un poco la sensación, imaginamos que pretendida, de montaña rusa. Aunque para terminar de lograr este objetivo y aumentar la sensación para el espectador, tampoco hubiera estado de más alguna toma más en primera persona.

 

Por otro lado las escenas están rodadas de manera bastante fresca, haciendo pequeños montajes, jugando con las imágenes y dando un poco la sensación por momentos de estar ante un cómic o unos dibujos animados. Al final queda todo como un conjunto muy caricaturesco, en ocasiones acompañado perfectamente en este sentido por la música. Como se basa en la serie setentera de animación Meteoro, basta echarle un vistazo a esta serie para ver que se ha conseguido ser bastante fiel a la misma, en la medida de los posible, y modernizando el asunto para los espectadores de hoy en día, claro. Aunque también tiene cierto parecido en ocasiones a otra serie del estilo, Los Autos locos.

 

En definitiva, se trata de una propuesta tremendamente original, con una estética con identidad propia y muy conseguida. Y si nos abstraemos un poco de lo atropellado de algunos momentos, y que quizá le puedan sobrar algo de metraje y algún que otro diálogo paternalista, lo que nos queda es un buen entretenimiento, ideal para ver en 3D, bastante gracioso y que merece la pena ver, aunque sea sólo por contemplar semejante propuesta tan caricaturesca y puesta en escena tan original.

 OcioZero · Condiciones de uso