Bajo tierra

Imagen de Patapalo

Reseña de la novela de Sebastian Coh, galardonada con el II Premio Internacional de Terror Villa de Maracena y publicada por la editorial Almuzara

Bajo tierra es una novela que se ahoga en su propia prosa. Ésta, ampulosa e imprecisa, distrae al lector constantemente de la trama, como si el autor hubiera dado prioridad a sus malabarismos lingüísticos frente a la historia que quiere -o no quiere- narrar. En principio, esta elección estilística podría haber sido un elemento interesante en los tiempos que corren, donde prima la narración sobre los recursos literarios, pero termina por convertirse en un lastre fatal para el libro a causa de una serie de fallos: a parte de algunos gazapos, que pueden minar la confianza de un lector, sobre todo si está ante la primera novela de un autor, sobre todo encontramos adjetivos abracadabrantes, o incluso impertinentes, que terminan por crear la desconcertante impresión de que los personajes sobreactúan.

 

Éste es el principal motivo por el que resulta complicado, o al menos así ha sido en mi caso, adentrarse en la trama de la novela, y es una lástima porque ésta apuntaba muy bien: la idea de una joven enterrada en vida en su propia casa, atrapada en una trama de engaños y traiciones y llevando la carga de algunos secretos, resulta muy sugerente.

 

Curiosamente, en vez de explotar estos elementos, el autor ha optado por dejar este telón de fondo como una mera presencia fantasmal. No se concreta el escenario ni temporalmente -lo mismo aparecen quinqués y carruajes que automóviles y autores contemporáneos- ni espacialmente -viendo las lenguas de las cuales traduce la protagonista, uno se pregunta cuál es la suya propia-, y se percibe claramente que es algo deliberado: Coh invierte muchos esfuerzos en puntualizar detalles irrelevantes de muebles, por ejemplo, y pocos en que entendamos el porqué de la mezcla de peculiares nombres y apellidos del vecindario.

 

El cierre de la historia es, asimismo, bastante incierto, brumoso, lo cual dota de una particular consistencia a la novela. De hecho, se podría decir que ésa es la mayor virtud de la obra, su coherencia consigo misma a pesar de las astillas por pulir que dificultan el establecimiento de una complicidad con el lector.

 

Autor

 

Sebastian Coh nace en 1981 en el noroeste peninsular. La temprana fascinación que despierta en él la lectura de Edgar Allan Poe y Jonathan Swift y el sustrato de su educación lenguas clásicas y filosofía lo animarán a la creación de sus primeros textos literarios en la adolescencia, inclinándolo a la posterior elección de una carrera universitaria humanística. Su pasión por los autores clásicos desemboca en una labor académica que versa en torno a la estética literaria. Bajo tierra es su primera publicación en el ámbito editorial, tras haber sido galardonada con el II Premio de Literatura de Terror Villa de Maracena.

 

Sinopsis

 

En las entrañas de una vetusta casa aguarda una muchacha traicionada que clama venganza.

 

Edición

 

Bajo tierra

Sebastian Coh

Almuzara, 2008

Cartoné con sobrecubierta

 

Conclusión

 

Bajo tierra es una apuesta arriesgada. El tono, el estilo y el concepto de la novela buscaban marcar una diferencia. A mi parecer, no obstante, creo que la novela naufraga en su desarrollo, perdida quizás en sus propios resortes. Algo más de moderación y revisión del vocabulario y la gramática hubieran apuntalado por más fuerza el conjunto.

 

En cierta medida, se percibe que es un proyecto que está algo inmaduro. Las digresiones que se permite el autor, que amordazan a la propia novela al no dejarle hablar por sí misma, y algunos leves patinazos gramaticales en mitad de las exaltadas loas a la lengua apuntan a mi parecer, en este sentido. Desde luego, no es una novela para quien busque una lectura fluida.

Espacio patrocinado por

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