El sueño de la momia

Imagen de Destripacuentos

Módulo para “La llamada de Cthulhu” ambientada con uno de los elementos de terror más clásico: el que viene del misterioso Egipto. Es una aventura pensada para resolverse en una tarde y sin demasiadas complicaciones.

 

Soy de la opinión de que las historias de terror encajan muy bien con el ambiente victoriano. Es por ello que mis aventuras de “La llamada Cthulhu” las sitúo en la Inglaterra de 1850. Todos los datos y referencias que aparecerán en este módulo estarán, por lo tanto, dentro de este marco.

 

Sin embargo, adaptarlo a una ambientación totalmente distinta no debería plantear ningún problema, ya que ningún elemento de la original es relevante para la trama. Es cierto que la época dorada de los egiptólogos fue el siglo XIX, pero los secretos de las pirámides siguen fascinándonos en nuestros días.

 

Por otro lado, la aventura es eminentemente de atmósfera. Los aventureros no deberían correr muchos peligros reales, lo que no quita para que tengan que pasar miedo e investigar con ahínco para resolver el caso.

 

Introducción: una carta de un buen amigo

 

Henri Copperpot escribió hace unos días a uno de los PJ, viejo amigo suyo, contándole su gran excitación a causa de un envío muy especial de El Cairo que acababa de llegar a su despacho de Cambridge. Se trataba, nada más y nada menos, que de una momia perfectamente conservada perteneciente a la VI dinastía y cuya tumba se encontró por casualidad en un valle no muy lejano de Menfis pero bien apartado.

 

Este punto es el primer indicio de que algo no iba bien con la momia, puesto que, en cierto modo, había quedado exiliada de los lugares comunes de enterramiento.

 

Otras informaciones que se pueden obtener de la carta son el nombre de la momia, Snefru, y su ocupación, sacerdote de Bastet, la diosa del amor y la fertilidad con cabeza de gato.

 

Lo más importante de la carta, no obstante, es que pondrá en contacto a los PJs con la policía, pues Henri ha aparecido totalmente magullado y enloquecido en su despacho, varios días después del envío de la misma, y se ha abierto una investigación. Poco se ha sacado en claro: momia no hay (sólo un sarcófago vacío) y Henri sólo había escrito al PJ elegido fuera de su círculo habitual de conocidos. Éstos no saben nada nuevo.

 

La escena del crimen

 

Los PJs serán interrogados de un modo amistoso por la policía, pues no hay indicio de que tengan nada que ver con el asunto. Están más interesados en saber si él les había comentado algo en su misiva –saben de ella por el portero, que fue quien la llevó a correos- que pueda ayudar en el caso.

 

En el despacho de Henri Copperpot se encuentran todavía todos sus trabajos, revueltos y tirados por el suelo al lado de su mesa, y un gran sarcófago cuyo interior está revestido de plomo. Los PJs podrán trabajar en los jeroglíficos si lo desean, pero Henri ya los había descifrado –lo hizo antes de abrir el sarcófago- y se puede consultar la traducción en su diario. En ellos se habla de Snefru, sacerdote de Bastet que indagó demasiado en las artes oscuras y que fue enterrado, por su expreso deseo, con su cosa más querida.

 

En el diario de Copperpot podrán encontrar, además, una anotación de sorpresa al respecto, pues según el traficante de antigüedades no se encontró en la tumba nada más que el sarcófago. La dirección de este último en Londres también se encuentra en los albaranes.

 

Él único elemento que hace pensar a la policía en un crimen es que la puerta del despacho de Copperpot está totalmente destrozada, y éste no era un hombre robusto. Un PJ observador se dará cuenta que los trozos de la misma están en el pasillo, no en el interior del despacho, por lo que fue rota para salir, no para entrar. Si lo comentan a la policía, éstos pensarán que los agresores eran conocidos de la víctima y que ésta les dejo entrar.

 

De otro modo se podría pensar que se volvió loco al abrir el sarcófago, quizá porque éste contenía algún gas venenoso.

 

Otro hecho insólito que los policías contarán a los PJ si éstos son amables es que los perros de la policía tuvieron problemas en seguir el rastro de los asaltantes porque una caterva de gatos les atacaba continuamente. Algunos agentes todavía llevan marcas de arañazos.

 

Por otro lado, ni el portero ni el sereno del barrio vieron nada la noche en que ocurrieron los hechos. Era la noche en que Henri Copperpot se disponía a abrir el sarcófago.

 

La momia

 

Snefru, la momia del sacerdote de Bastet, está detrás de todo este extraño escenario. Gracias a una poderosa brujería ha sido capaz de alzarse desde el más allá para reunirse con la única cosa que aprecia: su hija. Ésta estaba enterrada con él en la misma tumba, pero el traficante que hacía de intermediario en Londres decidió revenderla por separado, junto con otros elementos del ajuar funerario, para aumentar sus beneficios. Copperpot no sabía nada.

 

La momia, por lo tanto, se desplazará hasta Londres a buscar a Alí Ibn Ismail para que le informe del lugar dónde puede encontrar a su hija.

 

Snefru, además de los poderes normales de una momia, tiene un gran control sobre los gatos, y los utiliza como guías, como vigías y como guardaespaldas. Cuando los aventureros tengan un encuentro con él, los usará para defenderse. Su único deseo es encontrarse con su hija y reducirse a polvo, pero no dejará que nadie se interponga.

 

Cuando se desplaza, nadie le ve gracias al servicio que le prestan sus gatos. Sí que se puede seguir su rastro fácilmente si se pregunta por comportamientos anormales en estos animales. Todos los lugareños desde Cambridge hasta Londres los han percibido.

 

El traficante de Londres

 

En un siniestro almacén a orillas del Támesis, Alí Ibn Ismail se encargaba de sus negocios hasta que una noche tuvo un encuentro que jamás hubiera imaginado (si los PJs llegan antes, puedes hacer que después se enteren de la noticia y vuelvan): uno de sus productos vino a reclamar a otro.

 

Cubierto de arañazos y magulladuras, Alí está totalmente enloquecido por su encuentro con la momia y, mientras los PJs lo interrogan, irá esparciendo aceite por todo su almacén. Al final, en un momento dado de la conversación, le prenderá fuego.

 

No debería ser difícil extraer la información del cliente al que Alí ha vendido la momia de la niña, pero un PJ despistado puede tener un mal día en su encuentro con el traficante, pues en su locura no dudará en asestar una puñalada a alguien sin venir a cuento.

 

Si se le maneja con precaución, no debería haber ningún problema. En la tienda de Alí, además, se pueden encontrar el resto de las piezas del ajuar funerario. Descifrando sus inscripciones, los PJs se enterarán de que la única obsesión de Snefru era proteger a su niña.

 

Si el DJ lo considera necesario, se puede incluir un breve encuentro con Snefru en las calles de Londres. Puede ser un incentivo. Otra alternativa es un encuentro con otra banda de traficantes.

 

Un barco anclado en Southend-on-Sea

 

Patrick O’Connell es un capitán mercante irlandés que no hace remilgos a ningún tipo de intercambio comercial. En el momento final de la aventura, la momia de la niña estará en la bodega de su barco. Los PJs y Snefru deberían llegar la misma noche, puestos sobre la pista por Alí, el traficante de Londres.

 

Patrick no es razonable en ningún aspecto, y el único modo de acercarse a la momia de la niña es para comprarla por un precio superior al que le espera en Edimburgo. Además, si la situación se lo pone bien, no dudará en deshacerse de los PJ y conservar su mercancía y el dinero ofrecido. En cierto modo, es el mayor peligro de la aventura.

 

Su embarcación es lo bastante grande para hacer travesías por mar abierto y lo suficientemente pequeña para arribar a los puertos de un modo discreto. Cuenta con media docena de marineros, todos ellos irlandeses y todos ellos de mala calaña.

 

Los PJs deberían llegar hasta Patrick poco antes de que lo haga la Snefru. En el transcurso de las negociaciones, o cuando el DJ estime que la tensión es máxima, la cubierta debería empezar a llenarse de gatos. A estas alturas de la aventura, los felinos deberían ser sinónimo de terror.

 

El encuentro final debería ser caótico y dantesco. Los hombres de Patrick son totalmente impredecibles. Su capitán no dudará en disparar a quien considere responsable de la situación. Queda en manos del DJ resolver el encuentro como considere, aunque los gatos deberían tener un papel importante.

 

Final ¿feliz?

 

El único sueño de Snefru es llegar hasta la bodega para encontrarse con su hija. Una vez estén juntos se fundirán en un abrazo y se desharán en cenizas. Si el encuentro tiene lugar gracias a los investigadores y éstos son conscientes de la historia, permíteles recuperar 1D8 puntos de cordura.

 

Es posible que este encuentro nunca tenga lugar. En tal caso, si la momia resulta destruida, aquéllos que sean responsables de la misma ganarán 1D6 puntos de cordura.

 

Hacer una investigación completa del ajuar funerario de Snefru y de las inscripciones del mismo permitirá aumentar 1d2% la Habilidad de Mitos de Cthulhu, aunque ésta será una labor compleja y puede llevar tiempo recuperar todos los fragmentos, en caso de que no hayan sido destruidos en el incendio.

 

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