El Imperio contra Dios

Imagen de solharis

Reseña de la excelente novela de ciencia ficción de Andrés Díaz publicada por Equipo Sirius

 

Habiendo tenido la suerte de asistir a la presentación de esta novela, no dejé de pensar en que el autor era tremendamente ambicioso. Cambiar la fantasía por la ciencia ficción es una decisión importante, aunque se trate de la space opera, ese subgénero que viene a tender un puente entre ambos mundos. Más ambicioso aún es crear un universo enteramente nuevo y vencer nuestro natural antropocentrismo poblándolo de alienígenas. Una tarea imposible sin una gran capacidad tan creativa como descriptiva. Las especies alienígenas son fascinantes, no sólo por su originalidad anatómica sino porque cada una tiene su forma de entender la vida y se trasciende así el fantasioso pero superficial bestiario de Star Wars. Pacíficos o belicistas, abiertos o fanáticos, cada especie de ese universo refleja algún aspecto de los seres humanos y se consigue que nos sintamos tan fascinados por las diferencias como por las semejanzas entre ellos y nosotros. Uracsanos y dauares -las especies más poderosas- defienden dos modos de vida opuestos: el Imperio, individualista y abierto, frente a la autocracia y fanatismo del Enjambre.

 

Esta genial ambientación es el gran punto a favor de la novela, pero también los combates -espaciales o cuerpo a cuerpo- merecen un comentario por lo vívidas que resultan las descripciones. El autor se siente igualmente a gusto con las ráfagas de láser como con las luchas a espada.

 

Con este escenario tan atractivo y tantas posibilidades para entretener y también conmover al lector, quizás sea la propia estructura del libro el aspecto menos afortunado. La novela se encuentra estructurada en tres partes tan diferentes que casi puede hablarse de tres novelas cortas alrededor de una trama común. La primera parte es, ante todo, una novela de acción. Al principio el lector se siente algo aturdido, directamente arrojado a aventuras trepidantes. No hay presentaciones y eso hace difícil identificarse con unos protagonistas que apenas son nombres. Por fortuna el dominio del autor de la acción del que he hablado antes impide que el lector se aburra en ningún momento. Pero se echa en falta profundizar un poco más en los personajes y entonces llega una segunda parte muy distinta donde, con la guerra como eje central, se profundiza en los dramas y conflictos de quienes la rodean. Finalmente tenemos una tercera parte donde penetramos en los secretos del Enjambre... Sin duda es la parte más sobresaliente del libro.

 

El problema es que el libro queda algo "compartimentado". Hubiera ganado mucho entretejiendo las historias de ambos protagonistas, Ocram y Lupar, pues al fin y al cabo son personajes paralelos no sólo en lo cronológico sino también en su alto sentido moral.

 

¿Hubiera sido una gran novela coral? Yo creo que sí, pero también creo que estamos ante una gran novela, entretenida y fascinante, con un universo tan bien creado que deja abiertas muchas posibilidades. No decepcionará a aquellos que disfrutamos sus novelas anteriores como tampoco a los que busquen una buena novela de acción de fantasía y ciencia ficción.

 

Autor

 

Nacido en Madrid en 1973, Andrés Díaz Sánchez ha escrito numerosas historias de género fantástico para diferentes publicaciones. Es coeditor de la revista Sangre y Acero y editor del volumen de relatos Mercenarios del Infierno. También participó como guionista en el cómic El Espartano (2004, aleta Ediciones). En 2003 publicó Los guerreros sin rostro, su primera novela protagonizada por el mercenario y aventurero Skarrion Gunthar, a la que siguió la novela, también protagonizada por Skarrion, La maza sagrada en 2006. En 2007 publica El camino del acero y su, de momento, última novela El Imperio contra Dios.

 

Edición

 

Equipo Sirius

Colección Transversal

Rústica con solapas

22€ aprox.

 

Sinopsis

 

Dauares y uracsanos se disputan algo más que el dominio del sistema: dos modelos antagónicos de concebir el mundo (la teocracia contra el imperio) que no pueden coexistir.

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