El guerrero número 13

Imagen de Jack Culebra

Vikingos, profecías, monstruos, héroes y escenarios exóticos del norte de Europa... ¿qué más se puede pedir a una película de aventuras?

Nuna olvidaré la huella que me dejó esta película cuando la vi por primera vez, de casualidad, una tarde de cine. Me impresionó y sedujo tanto que no tardé en hacerme con un ejemplar de Devoradores de cadáveres, la novela de Michael Crichton (sí, el de Parque Jurásico) en la que se basa el filme. Y es una historia que todavía resuena con fuerza en mi memoria. Para este artículo, me centraré en la adaptación de John McTiernan y William Wisher Jr.

Los vikingos son un pueblo al que se recurre con frecuencia pero muchas veces sin tomar la perspectiva adecuada. Recordemos, por ejemplo, el comentario de cierto responsable de Marvel que dijo que no querían que Conan el bárbaro fuera "una historia de vikingos varados en tierra". Aunque lo olvidemos, este pueblo es mucho más que un grupo de fieros guerreros con barbas rubias. Se trata de una civilización que llegó muy al sur, hasta el punto de formar la guardia Varega de Constantinopla, y que viajó hasta América. Por eso, es un magnífico punto de partida el situar el arranque en Oriente, donde el personaje clave, que no protagonista, se incorporará al grupo: el poeta árabe interpretado por Antonio Banderas.

El rol de éste es primordial para la película, porque permite mostrar esta visión de extraño que se sume en la intimidad de un pueblo de un modo muy hábil y aparentemente natural. Gracias a su perspectiva, que hacemos nuestra, rituales cotidianos (como mostrarse como vivos cuando se llega a las costas o la jerarquía de los guerreros) y extraordinarios (como escuchar una profecía o la muerte de un noble) adquieren una profundidad mayor.

Este juego está muy bien conducido a lo largo de la película, en la que se hacen gala de recursos muy ingeniosos para que, en el corto espacio del filme, encaje una historia de largo calado. Personalmente, me parece remarcable la escena en la que el susodicho poeta va aprendiendo el idioma de sus anfitriones vikingos. Todos aquellos que hemos aprendido un idioma por inmersión sabemos que no es una mala aproximación al fenómeno.

La película, en cualquier caso, no parece dar demasiada importancia a estas herramientas y se centra, para regocijo del espectador, en el lado acción: combates y aventuras no faltan, y todos ellos tienen un desarrollo que no disfrutaba tanto desde Conan el bárbaro. Tormentas en el mar, incursiones en grutas infestadas de monstruos, combates entre campeones... Las coreografías y la fotografía son muy buenas, y de las que envejecen bien.

Finalmente, me gustaría destacar el papel del verdadero protagonista de la historia (recordemos de dónde bebió Crichton para escribir la historia): Buliwif, interpretado magistralmente por Vladimir Kulich. Es un personaje muy curioso, pues se gana al espectador a pesar de su posición distante, y rezuma épica a pesar de su actitud hierática. Pocos momentos tan emotivos se han conseguido en el cine de género como aquel en el que pone a prueba la declarada capacidad de escribir del poeta. Una escena sencilla y a la vez llena de significado.

En resumen, una película de aventuras a caballo entre el fantástico y el histórico (el terreno que pisa es claramente legendario) que se cierra con un épico final que, sin duda, dejará un buen sabor de boca a los amantes del género. Muy recomendable.

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Andronicus
Desconectado
Poblador desde: 30/01/2009
Puntos: 1472

Una película de aventuras como pocas. A mi parecer, es su aparente simplicidad y lo bien tratado que está el tema lo que hace que algo tan trillado como un grupo de aventureros que van a salvar un pueblo atacado por un dragón se vuelva una película trepidante, con ritmo y que no hace perder el interés en ella, cosa poco vista hoy día.

Aunque hubiese preferido que se tratase a los escandinavos de un modo más histórico (la armadura de placas de Bulwyf no existiría hasta el siglo XV, y se nota la falta de presupuesto en la ausencia de cotas de malla, la armadura vikinga por excelencia, etc), la propia esencia de la aventura basta para sacarme de la cabeza mis habituales quejas al respecto.

Una de las cosas que más me gustaron de esta película la primera vez que la vi fue el "héroe", Antonio Banderas en uno de sus mejores papeles, que no es realmente el héroe, aunque sí es el protagonista; un protagonista blandengue, poca cosa y que se muestra poco apto para el combate (al principio), aunque no falto de habilidad con la espada (la educación en la corte califal de Bagdad es lo que tiene), y que irá mejorando poco a poco su actitud, hasta que se contagie del coraje de los guerreros varegos.

Mención también al casi cameo de Omar Sharif y al papel del vikingo amigote rubio, que habla latín y se entiende con Omar Sharif.

En fin, una enorme película de aventuras como ya no se hacen (excepción a J.J. Abrams y su Star Trek)

Andronicus dixit

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