Cuando la vida pudo morir

Imagen de Luc Hamill

La mayor extinción que tuvo lugar en nuestro planeta no fue con los dinosaurios, fue antes.

 

 

En la actualidad se habla mucho de las especies protegidas, como los osos panda, y de las que han sido extintas, como el pájaro dodo. También se habla del cambio climático, el deshielo y otros desastres naturales. Si anteriormente os hablé sobre el futuro con el asteoride Apophis (riesgo de colisión prácticamente nulo, no se alarmen), ahora os llevaré al pasado, a la lejana época donde se vivió la mayor devastación de todos los tiempos (redoble): la Extinción Masiva del Pérmico-Triásico (fin de redoble, platillos).

 

La Extinción Masiva, uf, vaya nombrecito. ¿Y por qué ése? Pues para empezar Extinción Masiva porque se cargó al 90% de las especies, y del Pérmico-Triásico porque ocurrió entre ambos períodos, hace unos 251 millones de años o, lo que es lo mismo, a las puertas de la llegada de los dinosaurios.

 

No sorprende en la hermosa Paleontología hablar de extinciones en las eras primarias, pues eran el pan de cada día por aquel entonces, aunque para el amplio público sólo sea conocida la de los dinosaurios. No obstante, los científicos no esperaban que lo que en un principio parecían dos extinciones independientes acabasen formando una sola. Se creía que la Catástrofe Pérmica fue poquito a poco, como quien no quiere la cosa, eliminando a todo bicho viviente, pero en el reciente 2006 (y casi por casualidad, con ayuda de los satélites GRACE) se encontró el llamado Cráter de la Tierra de Wilkes, en la Antártida. Dicho toscamente, este cráter es un hoyo de unos 500 km que ridiculiza al Cráter de Chicxulub, ese que se cree acabó con los dinos, y que sólo mide 180 km.

 

Pero la resistencia de la vida en la Tierra es muy fuerte, así que con cayese un pedrusco no estaba justificada la desapareción del 96% de las especies marinas y del 70% de los vertebrados terrestres. Y me paro en seco para mantener la intriga: ¿qué diantres pasó en la Tierra? Ah, la respuesta después de la publicidad.

 

Nos remontamos 300 millones de años atrás, justo antes de que empiece el Pérmico para llegar al final del Carbonífero, llamado así por la cantidad de plantas fósiles (y con ello yacimientos de carbón) hallada en este período. Estamos en un clima cálido que poco a poco ha ido refrescando, mientras vemos cómo los bosques han quedando sepultados con las actividades sísmicas, volcánicas y demás. Los peces (la última extinción nos los ha dejado con escamas) van ocupando los mares y los anfibios (semejantes a caimanes de unos seis metros, como debe ser) dominan la tierra. Con estos últimos hay otros amiguitos: los reptiles, que tímidamente hacen su aparición en nuestro planeta.

 

A pesar de todo, lo que abunda más son los insectos, pero no las migajas que tenemos hoy, sino insectos en condiciones. Señores insectos, para que nos entendamos. Me refiero a arañas del tamaño de perros, que si vivieran hoy atacarían a los gatos, escorpiones que les hacen la competencia, libélulas como águilas y ciempieses como coches que, al ponerse erguidos, sobrepasaban los dos metros.

 

Rayos, ¿más de dos metros? ¡Pero si ahora no pasan de 30 centímetros! ¿Pero qué les hemos dado de comer a esos bichos? Muy fácil, estando en el Carbonífero, lo que han “tomado” de más es carbono (recordad, los bosques están en decadencia), un ingrediente que en su metabolismo los ha petado como si hicieran culturismo. Si ahora los insectos no son tan grandes, es porque el Carbonífero pasó a mejor vida y la concentración en la atmósfera es muchísima menor. A todo esto, no nos olvidemos de otro habitante de las selvas: las omnipresentes cucarachas.

 

¿Y cómo va a seguir esto? Pues como veo que os estáis durmiendo, la cosa sigue así. Ahora yo os voy a nombrar cinco especies del Pérmico y os daré algunos detalles de sus características y constitución. Luego os diré, al fin, qué pasó en la Tierra para que se produjese esta hecatombe. Con todo ello, debéis intentar deducir de las cinco especies cuáles sobreviven y cuáles nos abandonan. Luego os suelto la solución, un brindis, aplausos, y si no hay pleno al 15 lo importante es participar. ¿Que no queréis? Ningún problema, también vale con sólo leer (pero no me negaréis que el artículo pierde originalidad).

 

Se abre la cortina y ante nosotros tenemos un extraño caracol, una cucaracha rara, dos curiosos reptiles y un anfibio. Vamos a conocerlos.

 

El extraño caracol se llama amonite, y es un molusco marino llegado del Devónico. Este ejemplar, como todos los demás, es muy semejante a los actuales nautilos, y luce una serie de tentáculos en la cabeza que asoma por la abertura de la concha.

 

Si pasamos a la siguiente caja veremos un trilobite. Es como una cucaracha (al menos a mí me lo recuerda, aunque no tengan nada que ver) perteneciente a una especie que se dejó ver por primera vez en el Cámbrico, hace unos 542 millones de años, y cuyos fósiles son los más conocidos de esta época. El cuerpo que presentan es más o menos ovalado y aplanado, con dos surcos longitudinales que lo dividen en tres lóbulos (de ahí su nombre de trilobite). Aunque este ejemplar es de unos pocos centímetros, los había de más de medio metro.

 

El primero de los dos reptiles que tenemos es un mesosaurus, un pequeño bichejo de cuerpo esbelto y escamoso. En el alargado cráneo se le ven numerosos dientes, mientras que las patas terminan con cinco dedos ideales para nadar, lo mismo que la larga cola.

 

El segundo reptil os sonará, es un dimetrodon, visto en pelis como Viaje al Centro de la Tierra. Era un depredador que podía alcanzar los tres metros de longitud. Caminaba a cuatro patas y poseía una cola muy larga, aunque su característica más notable es la espectacular vela (léase aleta, que de niño en los libros la confundía con las de los barcos) en el dorso que seguramente usaba para controlar su temperatura corporal. Que ya se sabe, los reptiles lo primero que hacen por la mañanita es tomar el Sol (y calentar así su sangre).

 

Y nuestro último concursante es el eryops. Cuidado con las manos que este anfibio es carnívoro y tiene unos dientes afilados. Su estructura es fuerte y pesada, muy parecido al aligátor en todos los sentidos, rondando su tamaño los dos metros.

 

Ahora toca decir cómo se desencadenó la catástrofe. Aquí también se admiten apuestas. Si os dijese que pudo ser el movimiento tectónico, el impacto de un meteorito, un vulcanismo extremo, una explosión estelar cercana o un cruel efecto invernadero, ¿qué diríais? Cualquiera puede ser, pero os dejo pensarla. A ver, a ver, algo que acabe con el 90% de las especies... Y antes dije que con la caída de un meteorito todo no quedaba explicado. ¿Significa eso que hubo algo más... o bien que pasó otra cosa totalmente distinta? La respuesta en el siguiente párrafo.

 

Ya sí: la solución no es ninguna de ellas... ninguna de ellas por sí sola sino (redoble) ¡todo a la vez! (fin de redoble, platillos). En efecto, es la llamada teoría del Asesinato en el Orient Express. Esto es, de perdidos al río: el movimiento de las placas terrestres desestabilizó el ambiente mientras desde el espacio exterior una supernova debilitaba la capa de ozono. Al poquito (5 millones de años después) se produjo en el entonces novedoso supercontinente Gondwana el enorme impacto de un meteorito que hizo entrar en erupción las hoy conocidas como trampas de Siberia. Finalmente, el calentamiento global resultante creó un efecto invernadero que duraría otros 5 millones de años. Desde luego, no ganamos para disgustos.

 

Ahora ya sabéis la verdad de la buena, así que ¿tenéis vuestra quiniela? Bueno, por si aún estáis dudando u os habéis ido por la vía fácil del “a eso no sobrevive nadie”, os doy una nueva oportunidad. Es un nuevo dato por si queréis rehacerla, aunque podéis dejarlo todo como está y asumir las consecuencias con estoicismo socrático. El dato es que, de los cinco animalitos, dos sobreviven y tres desaparecen.

 

Recapitulamos. Eran amonite, trilobite, mesosaurus, dimetrodon y eryops. ¿Quienes serán los agraciados? ¿Quiénes la palmarán? Bueno, antes de desvelarlo, decir que el planeta quedó para los restos, y repoblarlo costó lo suyo. Durante millones de años la Tierra sólo fue desierto y mar con dos especies dominantes: los hongos y las bacterias. Irrisorio, y pensar que... vale, vale, no os hago esperar más. He aquí las soluciones.

 

El primero de la lista, el amonite, tendrá suerte en el amor y durará hasta el Cretácico, por lo tanto sobrevive. Gracias a su rápida evolución y a su gran distribución por el mundo sus fósiles son hoy unos excelentes fósiles guías para datar rocas.

 

No tuvieron tanta suerte los trilobites, que aunque en el Silúrico alcanzaran su apogeo, sería en el Devónico cuando empezase su debacle hasta llegar a la extinción en el evento que hoy repasamos.

 

Respecto al mesosaurus, el pobre tuvo la mala suerte de vivir en el Pérmico inferior, y nunca llegó al Triásico. Resultado: extinguido.

 

Nos quedan por saber un reptil y un anfibio. Uno sobrevivirá y el otro no. ¿Qué pasará? Emoción, intriga, dolor de barriga... Pues ahora no lo digo, ea. Vale, está bien, me debo a mi profesionalidad, ahí va. El dimetrodon, pese que a menudo es emparentado con los dinosaurios, nunca lo fue, aunque sea por escasos 40 millones de años. El amigo desapareció hace unos 260 millones de años, por lo que está claro que no lo consiguió.

 

Finalmente, y como se puede deducir ya, el otro afortunado es el eryops, que durará hasta el Cretácico (un periodo que también acabaría de forma terrible, y si no pregúntale a un dinosaurio). Pero el eryops es duro de pelar, y consiguió sobreponerse y hacer uno de los linajes de anfibios más exitosos evolutivamente hablando.

 

En este grupo de los que se salvaron hay otro al que le sonrió la vida. Fue un animal pequeñajo, de metro y poco de altura, y poco pesado (unos nueve kilos). Poseía extremidades más bien largas, acabadas en cinco dedos, y patas diseñadas para la velocidad. La cola mantenía su liviano cuerpo en equilibrio durante la carrera. Estamos hablando del eorráptor, uno de los padres de los dinosaurios, esos monstruitos que llaman a la puerta 20 millones de años después de esta Extinción Masiva. Muchos de estos dinosaurios (en concreto los carnívoros de menor tamaño) durante el Jurásico se cambiaron de traje y hoy siguen con nosotros: son las aves. Pero esa ya es otra historia. Otra historia dentro de la Prehistoria.

 

Imagen de Angus1976
Angus1976 (no verificado)

 me ha molado mucho el articulo. siempre me interesaron los temas sobre especies prehistoricas o ya extinguidas, y el porque de su desaparicion o exito en sobrevivir. muy buen trabajo

saludos

Imagen de HPLovecraft
HPLovecraft
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Un interesantísimo y riguroso artículo presentado con un estilo ameno que ayuda a su lectura. Desconocía muchos de los datos que nos ofrece Luc Hamill y son elementos que dan que pensar. Al igual que todos obviamos el hecho de que moriremos, más pronto o más tarde, con el fin de poder continuar nuestras vidas sin angustia, hacemos lo propio con nuestra especie. Damos por hecho que el ser humano permanecerá en este planeta por los siglos de los siglos y, en realidad, somos una especie joven, temeraria e inexperta en todo lo relativo a la supervivencia en el mundo real (ese que no se encuentra en las abominables ciudades y que nos recuerda que somos tan sólo animales con algo más de inteligencia que el resto)

Quizá alguna especie, dentro de muchos millones de años, estudie la forma tan ridícula que tuvo de desaparecer la raza humana: exterminada por su propia mano en un suicidio colectivo.

La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.

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