Y pese a todo...

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Reseña de la novela de Juan de Dios Garduño publicada por Dolmen

El nuevo boom del subgénero zombi no termina de convencerme, tengo que reconocerlo. Siempre me gustaron los zombis, sobre todo en el cine, pero no terminaba de ver este salto a la literatura, ni me parecía que el tema diese tanto de sí como para el aluvión de títulos que nos llegan.

Disfruté mucho con la adaptación a novela de La noche de los muertos vivientes, y hay un puñado de obras realmente magníficas, de entre las que destacaría Mi vida entre los muertos, de Serge Brussolo (suele pasar desapercibida, pero es mi favorita sin duda), o Descansa en paz, de John Ajvide Lindqvist. Muchos se me echarán a la yugular por lo que voy a decir, pero la incursión del autor sueco en el tema zombi me parece que ha dado como resultado una novela mucho más completa que su aclamada Déjame entrar. Y que conste que también me parece una joya.

Con esto, lo único que quiero ilustrar es que tenía ciertos prejuicios a la hora de encarar la novela de Juan de Dios Garduño. Y pese a todo... me gustó mucho (era inevitable que pusiera esto).

En primer lugar, no me parece una novela de zombis. Sí, Juande ha creado una nueva raza de muertos vivientes, una especie innovadora, en lugar de tirar de los clichés del género. Pero más que una historia de personajes sitiados por una plaga de muertos vivientes, estamos ante un libro humano, muy humano.

El peso argumental recae sobre los protagonistas de la novela, sin ninguna duda, y he aquí donde encontramos el punto fuerte del autor. Esos dos vecinos enfrentados por viejas rencillas, que ni tan siquiera un holocausto puede volver a unir, están trazados con maestría, con muchos matices que consiguen que a lo largo de la lectura te debatas entre uno u otro, amándolos y odiándolos a partes iguales, y pese a todo, con la esperanza de que los valores humanos puedan más que el rencor. ¿Será eso posible? El ser humano es un enigma, nuestras reacciones imprevisibles, y Juande Garduño lo sabe, así que, lectores, eso toca que lo descubráis por vosotros mismos.

En el punto negativo, diría que tanto guiño (reconocido por el autor) al maestro Stephen King sobrecarga un poco la lectura en la primera mitad del libro. Los que estamos familiarizados con la obra de King captamos la mayor parte de las alusiones (no todas, seguro), y llega un momento que te arranca de la lectura, que no permite que te concentres en lo que te está contando. Las referencias son algo que me gusta casi siempre, pero reconozco que me resultaron algo cansinas en esta ocasión.

Pero, como digo, esto puede distraer en la primera mitad. El conjunto de la obra resulta una novela muy entretenida, con pasajes de acción muy bien resueltos, y sobre todo con una historia de valores humanos, de personajes al límite que deberán hacer frente a sus propios demonios, que resultan mucho más peligrosos que esa nueva especie de zombis albinos que los acechan.

Una lectura muy recomendable, que no debe dejar pasar ningún aficionado al género terrorífico, aunque no comulgue con el subgénero zombi.

 

Darío Vilas

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