Boques

Hombres cabra, bestias, cornudos, gors... poco importa cómo se los denomine. Al final, cabezas duras ¡y un magnífico juego de penetración!

Se rumorea que los boques solo se acercan a la Ciudadela a causa del Brutal Ball, que eso del comercio, la venta de pieles y los servicios como mercenarios son excusas. Sin lugar a dudas, estos cápridos no se sienten cómodos en la urbe: los adoquines no están hechos para sus pezuñas, se sienten constreñidos en las callejuelas, la paja de los techados —si es que la hay— está seca y rancia, el alcohol les sienta como un tiro y no hay peñascos propiamente dichos por los que ir triscando. Pero, eso sí, cuando saltan al terreno de juego están como en casa.

Los boques son particularmente apreciados por los aficionados por su capacidad de descongestionar el terreno de juego. Si hay una melé demasiado enconada ¡solo hace falta que un boque cargue contra ella! Sus cuernos junto con el impulso que brindan sus peñuzas son todo lo que necesitan para perforar la línea de defensas de cualquier adversario. Además, hay que reconocerles que, aunque no le den demasiada importancia, tampoco se les da mal el juego aéreo, e incluso se las apañan a la hora de esquivar, lo que los hace eficaces en el juego de velocidad.

Con estas características, los boques destacan como expertos en el juego de campo y, aunque muchos puedan llegar a sostener lo contrario, son capaces de desarrollar un buen juego táctico... si no pierden los estribos. Valor, o temeridad, no les falta.

Tamaño: Todos los jugadores boques son de tamaño medio, salvo algunas excepciones en los bloqueadores y defensas, como los hombres búfalo, que pueden ser considerados de tamaño tocho.

Punto flaco: Salvajes.

Juego sucio:

Dopaje: No se sabe a ciencia cierta qué tipo de bayas, raíces y pócimas rumian antes de algunos encuentros, ¡pero sí qué efectos pueden tener en sus músculos y su capacidad de sufrimiento!

Frenesí: Los boques no necesitan pociones ni rituales especiales para dejar salir a la bestia que anida en todo jugador de Brutal Ball. O, al menos, eso intentan hacer ver a los árbitros cuando se da el caso. Hay que reconocerles que son muy persuasivos al respecto, sobre todo si aún están babeando espuma y con los ojos inyectados en sangre.

Irracionales: Dejar de lado toda capacidad de raciocinio no tiene por qué ser siempre una desventaja. Al menos, no en Brutal Ball, donde desbaratar la táctica de los adversarios puede ser más útil que tener una propia.

Mutaciones: Quizás porque no están acostumbrados a la magia que circula por la Ciudadela, quizás a causa de esos extraños monolitos cubiertos de repugnantes glifos pulsantes que se encuentran en las profundidades de los bosques del norte, los boques se muestran particularmente sensibles a los cambios... eh, severos de su fisionomía. No es inusual que estos ocurran incluso a mitad de un encuentro.

Objeto contundente: Algunos destacados eruditos sostienen que para los boques es difícil disociar los rituales de guerra de los calentamientos previos a los partidos de Brutal Ball. Es un modo sutil de decir que no hay que extrañarse si un jugador boque esconde una cuchilla o cubre sus cuernos de bronce y púas...

¿Sabías que...

… el equipo boque de Los rompehierros de Kislavia se llevó tres temporadas consecutivas el Premio Cráneo Abierto —el controvertido galardón paralelo de la Gazeta d'os Gules— al equipo que más cabezas ha roto a pesar de no haber pasado en ninguna de ellas de la tercera ronda?

Hay que precisar, no obstante, que en el cómputo total se incluían las roturas causadas a adversarios ¡y también las autoinfligidas! y que ese año se cruzaron con varios gigantes y una multitud de trolls en las eliminatorias...

Algunas miniaturas de boques:

Equipo de boques de Games Workshop

Jugadores boques de Gaspez Arts

Jugadores boques de Impact!

Jugadores boques de Neomics

Equipo de boques proyectado por Willy Miniatures