Espadas, garras y cuentas pendientes (F)

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FAGLAND
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Contaban ya cuatro días de asedio al castillo. Durante este tiempo habían experimentado todas las sensaciones propias del combate y otras que habían sido olvidadas en el mundo del hombre, sólo intuidas en leyendas que unos pocos tomaban como reales. El imposible ejército que se encontraba a las puertas parecía salido de los albores del tiempo, cuando la civilización no había comenzado y unos pocos humanos luchaban desesperadamente con bestias sin nombre.

Cuando vieron la cantidad de engendros antropomorfos de piel escamosa y fauces goteantes se frotaron los ojos con incredulidad, para ser poseídos por un terror supersticioso. Estaban convencidos de que el mismo infierno había abierto sus puertas para dominar a la humanidad e instalar un reino de tormento y muerte.

Como no eran unos cobardes y no había alternativa posible, organizaron sus defensas y lucharon con la fiereza propia de la desesperación. El primer día dieron muerte a numerosos enemigos y se sintieron esperanzados al ver que eran de carne y hueso, podían sangrar y morir. La segunda intentona fue más organizada, los atacantes trataron de derribar la puerta con un ariete y se mostraron mucho más hábiles con las escalas, que se contaban por centenas.

Cuando llegó el tercer día los muertos se agolpaban en las murallas; tuvieron que lanzarlos al exterior para despejar el camino, que era de unos tres metros de ancho por todo el perímetro. Durante las horas centrales del día se producía una tregua no pactada, de modo que las bestias se retiraban y los soldados podían descansar, comer y curar sus heridas. En esos escasos momentos de inactividad el rey observó las hordas enemigas y distinguió por primera vez una mujer entre las tropas. Desde la distancia parecía completamente humana y una mirada más atenta hizo que palideciera como si hubiera visto un fantasma.

Conocía a aquella mujer, aunque su recuerdo era de mucho tiempo atrás. Sin embargo, no había equivocación posible, sus facciones eran características y se mantenían intactas pese a los años pasados. Su nariz pronunciada y sus profundos ojos verdes le habían atraído en su tiempo, ahora estaban velados por una capa de locura. Quedaba claro que ella también le había reconocido, ¿cómo no hacerlo?

Inmediatamente comprendió el porqué de la batalla, no quiso compartirlo con ninguno de sus generales, quienes no se dieron cuenta de la situación o prefirieron guardar silencio. Serían fieles hasta el final, de eso no tenía ninguna duda. Las perspectivas no eran buenas pero mantenía la fe, aún era posible evitar el desastre.

La lucha del cuarto día fue más encarnizada que las anteriores. La fortaleza era antigua, sus muros habían resistido otros asedios y estaban construidos con la habilidad de los mejores artesanos y con una piedra oscura muy resistente cuyo origen era un enigma. Los puntos débiles eran la puerta, que pese a que estaba reforzada comenzaba a combarse hacia dentro por los terribles golpes, y la escasa altura de la muralla, en la que no cesaba el goteo de los salvajes invasores.

El rey luchó en primera fila, rodeado de sus mejores hombres. El aliento nauseabundo de las bestias impregnaba sus fosas nasales y sus uñas negras habían desgarrado su cota de malla y herido sus brazos. Sólo la terquedad de su naturaleza le permitía seguir repartiendo mandobles con su espada mellada y manchada de sangre hasta la empuñadura.

Los invasores, tras un gran número de bajas y fallidas intentonas, lograron hacerse un sitio en la muralla. Formaban una línea casi continua, lo que permitía que las escalas se mantuvieran sin oposición y nuevas bestias sustituyeran a las caídas sin dar respiro alguno a los soldados. Estaban agotados físicamente, apenas oían los gritos de aliento de los encargados de dirigir la defensa.

El Sol brillaba rojo incendiando los cielos de forma armonizada con el carmesí que empapaba los suelos y las armaduras, los cuerpos de los caídos y los rostros de los combatientes. Para desconsuelo de los soldados, aún quedaban unas horas para el mediodía. La mayoría no pensaban en ello, a excepción de los que esperaban su turno en las escaleras. Éstos veían la futilidad de su esfuerzo y creían que no volverían a ver las estrellas.

Viendo caer uno tras otro a sus escuderos, el rey se vio abrumado por la situación. Entonces se dedicó a luchar de una forma mecánica, sin que sus ojos distinguieran nada más que figuras que se movían tras un velo escarlata. Era un milagro que se mantuviera en pie, si bien el sacrificio de los más diestros  soldados le salvó de situaciones fatales. Providenciales espadas habían bloqueado golpes dirigidos a su corazón, en varias ocasiones tuvieron que sacarle de entre un grupo de atacantes, cuando por descuido había sido rodeado.

Mientras, el ariete golpeaba las puertas a placer, otros intentaban debilitarla a base de hachazos. Afortunadamente, la mayoría de las bestias iban desarmadas. Su peligro se debía a sus garras y sus mandíbulas, además de su inusual fuerza bruta y envergadura. Los remaches de metal aguantaban precariamente en su sitio, abollados y medio sueltos. Era admirable la oposición que ofrecía la madera reforzada, incondicionalmente aferrada a los goznes.

Llegó un punto crítico en el que la voluntad de los soldados pendía de un hilo, su moral quebrada por tanta matanza. Entonces las mujeres y los niños comenzaron un cántico muy antiguo. Se decía que unos poderosos hechiceros lo habían compuesto como una suerte de invocación que infundía energía a las tropas. Su carácter esotérico se había perdido hacía mucho, pero todavía se usaba como oda bélica, era un canto a la unión  y hasta los niños más pequeños la conocían de antaño, a pesar de que hacía tiempo que no era necesaria, había reinado la paz.

Los defensores unieron sus voces, los pocos que quedaban inactivos e incluso algunos que luchaban, con voz entrecortada. Funcionó como acicate y equilibró de nuevo la balanza, las espadas volvieron a ganar cierto espacio. Las bestias eran más peligrosas en el cuerpo a cuerpo, podía desmembrar a sus víctimas con sus vigorosos brazos.

Llegó el mediodía, el Sol cayó con fuerza y deslumbró a los invasores, que eran criaturas de las sombras, más acostumbradas a la penumbra que al cielo claro y despejado. Así que abandonaron la muralla que tanto les había costado tomar, ya tendrían tiempo de culminar la matanza.

El rey reunió a sus generales y tuvieron que aceptar que no aguantarían otro combate. Así que el monarca, no sin cierto miedo, decidió entregarse. No dio detalles, pero estaba convencido de que su sacrificio salvaría a su gente.

Gritó desde la muralla intentando mantener un tono firme, a pesar de que todos sus instintos naturales le decían que estaba cometiendo una locura. La división entre su razón y sus impulsos era absoluta, hacía tiempo que había aprendido a convivir con ello, no era la primera vez que le sucedía.

-    ¡Lorna! ¡Acércate a parlamentar!
La mujer le oyó y respondió a una treintena de pasos, lejos del alcance de las flechas.
-    ¿Parlamentar? ¿Qué puedes ofrecer?
-    A mí. Si haces que tus criaturas abandonen el asedio, me entregaré y podrás hacer conmigo lo que te plazca.
-    ¿Crees que vales, tanto? ¿Tu vida a cambio de la de miles? – sonrió- ¡Qué bien me conoces! Tienes una hora para presentarte aquí, solo y desarmado.
-    Antes dame tu palabra de que cumplirás el pacto.
-    ¿Mi palabra? ¿Ahora confías en ella? Está bien, la tienes.

Después de una emotiva despedida de los suyos, en medio de lágrimas y muestras de afecto, el monarca afrontó su destino con las manos temblorosas y el rostro ceniciento. Había tenido una buena vida, pero se consideraba joven. Uno siempre espera un poco más de tiempo cuando lleva una vida confortable.

Las maltrechas puertas se abrieron y el rey camino lentamente, acercándose más y más al monstruoso ejército. Manos escamosas lo registraron bruscamente hiriéndole con sus uñas afiladas. Indefenso entre las criaturas fue dominado por la repugnancia y una sensación de indefensión abrumadora.

Después la mujer se acercó con una sonrisa malévola en sus rojos labios. En la distancia no había apreciado los detalles de su rostro demacrado y apergaminado como el de una momia. Hacía mucho tiempo que no la veía, pero no tanto como para que su rostro estuviera tan deteriorado, su gesto mostraba una degeneración y malignidad impropias de una persona cuerda.

Sus arrugas y su cuerpo lánguido hablaban de tristeza y numerosas penalidades, pese a que se carcajeó como si estuviera exultante.

-    No puedes imaginar cuanto tiempo he esperado este momento, mi odio era tan intenso que quemaba mis entrañas, tu rostro me ha acompañado en cada una de las noches, ¡qué largo ha sido el camino que me ha llevado hasta aquí!

“Resulta paradójico que lo nuestro empezara como una historia de amor. Aún me acuerdo del día en que nos conocimos, ambos éramos jóvenes. Tú un rey y yo una chica de buena familia. En muy poco tiempo cambiaste mi vida al llevarme a la corte y hacerme la favorita de tu harén. Pronto me acostumbre a los lujos, el roce de las sábanas de seda, los más exquisitos manjares, los jardines de palacio con sus fuentes argentinas. Creí que aquello sería para siempre, ¡qué ingenua! Enseguida te cansaste de mí y no dudaste de la palabra de un cerdo cortesano podrido de envidia. Yo no te había traicionado, ni se me pasó por la cabeza.

Me desterraste, mandaste a tus perros que me llevaran al pantano y se aseguraran de que no volvía. ¡Qué desesperada estaba, perdida en medio del terreno descompuesto, infestado de moscas y de serpientes! Opte por adentrarme en la ciénaga, sin siquiera pensar en las consecuencias.

Entonces me encontré con estas horribles criaturas, hacía mucho tiempo que no veían un ser humano. Palparon mi cuerpo y unieron sus viscosos labios con los míos, me vejaron de tal forma que ninguna mujer habría resistido. Día tras día siguió mi tormento hasta que la misma noción del tiempo desapareció de mi vida.
Estuve muy cerca de la muerte, incluso pensé en abrazarla gustosa, pero una sola idea me mantenía en pie. ¡La venganza! Tu maldito rostro me acosó cual fantasma recurrente, el odio y la rabia son sentimientos poderosos, fueron mi única razón de existencia.

Con el tiempo aprendí su idioma, que es similar al nuestro aunque sibilante como el de una serpiente. En otro tiempo debieron ser humanos, o así llegué a pensar. Con gran esfuerzo y persistencia les convencí de que había tierras por conquistar, que los humanos de la región eran pocos y débiles. Cuando se cansaron de centrar toda la infamia y la tortura en una sola persona, decidieron emprender esta ofensiva.

Lo que nos ha llevado al presente. Tu muerte será lenta, te arrodillarás y suplicarás, pero antes acabaré con tu estúpido castillo. No morirás como un héroe, con la conciencia tranquila. ¿Qué clase de rey te crees que eres? Tomamos la mitad de tus tierras antes siquiera de que te dieses cuenta. Te abrasaré con hierros candentes y…”

En un fugaz instante el rey sacó una daga que llevaba escondida en la bota y se cortó la garganta sin que nadie pudiera impedírselo. Lorna gritó con una mezcolanza de satisfacción y disgusto.

Después la embargó una inmensa sensación de futilidad. Había soñado tantas veces con ese momento… ¿qué le quedaba por hacer? La suerte estaba echada, no podría detener a los engendros aunque quisiera. Quizá podría empezar de cero, tener una nueva vida. Acto seguido pensó en la cantidad de víctimas que cargaba en la conciencia, había traicionado a su propia especie. No le importaba, ¿por qué iba a hacerlo? En realidad ya nada tenía importancia.
 

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Bienvenido/a, Fagland

Participas en la categoría de Fantasía

Recuerda que si quieres optar al premio del público o a su selección debes votar al menos una vez (punto 9 de las bases).

En este hilo te pueden dejar comentarios todos los pobladores. Te animamos a que comentes los demás relatos presentados.

Si tienes alguna duda o sugerencia, acude al hilo de FAQ´S y en caso de que no encuentres respuesta puedes señalarla en el post correspondiente.

 

 

 

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Un relato bien escrito en el que me ha gustado especialmente el desenlace, esa sensación de venganza interrumpida por parte de Lorna (¿homenaje al personaje de Azpiri?).

https://www.facebook.com/La-Logia-del-Gato-304717446537583

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En realidad está inspirado en un relato de Robert E. Howard en el que un hombre es apresado y convertido en remero en una galera, cosa que aguanta durante años para llegar a cobrarse su venganza. Por lo que he visto Azpiri es un guionista y dibujante de comics, ¿no? Leo muchos pero no le conocía, quizá tenga que hacerlo.

Muchas gracias por el comentario :)

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Pues si puedes echa un vistazo a alguno de los cómics de Azpiri (los de Mot no defraudan), tiene una saga de una heroína espacial llamada Lorna, de ahí el comentario que te hice.

Y enhorabuena por el relato!

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Bueno, pues aquí estoy en respuesta a tu propuesta. Espero que no te quede la sensación de haber metido a la raposa en el gallinero... El comentario, por crudo que parezca, espero que te resulte de utilidad (creo que para eso me has convocado).

Primero, como visión general decir que me parece que el relato encierra una buena idea pero que está mal ejecutada. Esto es particularmente "grave" si, como dices, te inspiraste en una historia de Robert E. Howard, porque entonces la ejecución tendría que tener un interés particular.

A mi parecer, el problema radica en que expones la historia en vez de narrarla. Estamos ante un texto épico, pero no transmites la tensión necesaria porque no lo estructuras bien. Voy a incidir en algunos pasajes que me han suscitado esta sensación.

 

Sin embargo, no había equivocación posible, sus facciones eran características y se mantenían intactas pese a los años pasados.

Como te comentaba en el otro relato, no estableces relaciones entre los sintagmas. Es como si para ti tuviera todo el mismo peso, y, por lo tanto, no conduces al lector en la lectura. Sería mejor:

"Sin embargo, no había equivocación posible: sus facciones eran características y se mantenían intactas pese a los años pasados."

De este modo, le indicas al lector cómo puede saber el rey que no hay error y fijas su atención en que se conocían. Hay un énfasis causal.

 

Inmediatamente comprendió el porqué de la batalla, no quiso compartirlo con ninguno de sus generales, quienes no se dieron cuenta de la situación o prefirieron guardar silencio.

De nuevo, un telegrama. Un punto y coma en vez de la primera como o una partícula que una los sintagmas, como un "no obstante" darían cadencia a la prosa.

 

La lucha del cuarto día fue más encarnizada que las anteriores. La fortaleza era antigua, sus muros habían resistido otros asedios y estaban construidos con la habilidad de los mejores artesanos y con una piedra oscura muy resistente cuyo origen era un enigma.

En el relato no has parado de hablar del asedio, pero este dato tan peculiar e importante lo metes de rondón ahora. Da la impresión de que es relleno, o una improvisación.

 

El Sol brillaba rojo incendiando los cielos de forma armonizada con el carmesí que empapaba los suelos y las armaduras, los cuerpos de los caídos y los rostros de los combatientes.

 

Estamos en una narración épica. No enumeres las cosas como si fueran todas de igual interés. ¿Qué tal algo más visceral, que estamos en medio de la batalla?

"El Sol brillaba rojo, y los cielos se incendiaban y encontraban su macabro reflejo en la sangre derramada que empapaba suelos y armaduras, caídos y combatientes por igual."

Quizás no haga falta meterse en algo tan poético, pero mínimamente debe estar a la altura de lo que describe. Huye de la enumeración. El lector no necesita saber datos, sino palpar lo que está ocurriendo.

 

Providenciales espadas habían bloqueado golpes dirigidos a su corazón, en varias ocasiones tuvieron que sacarle de entre un grupo de atacantes, cuando por descuido había sido rodeado.

Aquí no sólo hay un desaguisado con el sujeto (¿las providenciales espadas tuvieron que sacarle de entre grupos de atacantes?), sino, sobre todo, un apelotonamiento que ahoga la fuerza del pasaje. Estamos hablando de una lucha épica en la que los mejores hombres del rey dan su vida por él. Puedes dedicarle más espacio que a otras cosas más banales, sobre todo si piensas meter imágenes tan típicas. No dejes que el lector tenga la sensación de encontrarse con un relato de relleno. Aunque hayamos visto la muerte de mil guerreros, tienes que hacer que la de los tuyos sea especial. Te recomiendo que leas el relato "Horda", de Nachob, como ejemplo de escena tópicas que, aun así, te estremecen hasta la médula.

 

Mientras, el ariete golpeaba las puertas a placer, otros intentaban debilitarla a base de hachazos. Afortunadamente, la mayoría de las bestias iban desarmadas. Su peligro se debía a sus garras y sus mandíbulas, además de su inusual fuerza bruta y envergadura. Los remaches de metal aguantaban precariamente en su sitio, abollados y medio sueltos. Era admirable la oposición que ofrecía la madera reforzada, incondicionalmente aferrada a los goznes.

La información llega fragmentada y desordenada (y sobre la coma detrás de "Mientras"). ¿Qué hay de afortunado en que vayan desarmadas las bestias? En apariencia, hay suficientes con hachas como para que la puerta se esté combando (porque ya nos has dicho que se está combando). ¿Y por qué las bestias no cogen las armas de los caídos? A esta altura de la masacre es un poco extraño, a no ser que por su naturaleza no puedan empuñarlas. Si este fuera el caso, ¿qué nos importa y qué hay de afortunado en ello?

Luego, ¿qué quieres transmitir con este párrafo? ¿Que la puerta resiste bien, que resiste a duras penas o que las bestias son tenaces? A mí me da la impresión de que cuentas cosas sin haberlas ordenado para que creen un efecto en el lector. Deberías pensar en al menos uno: horror, confusión, desesperación, alivio...

 

Su carácter esotérico se había perdido hacía mucho, pero todavía se usaba como oda bélica, era un canto a la unión  y hasta los niños más pequeños la conocían de antaño, a pesar de que hacía tiempo que no era necesaria, había reinado la paz.

La frase se pierde en sí misma. Ten cuidado con esto, porque es uno de tus puntos más flacos. Piensa lo que quieres decir y plantéaselo al lector lo más claro posible, de modo que realces los sentimientos y la información que quieras transmitir. El párrafo entero se digiere con dificultad, y es una pena porque, a todas luces, tenía que ser un momento emotivo. El lector se puede abstraer y montarse él solo la película de los niños cantando en los muros, pero entonces no habrá sido tu texto el responsable de la emoción, sino el imaginario colectivo.

 

Los defensores unieron sus voces, los pocos que quedaban inactivos e incluso algunos que luchaban, con voz entrecortada. Funcionó como acicate y equilibró de nuevo la balanza, las espadas volvieron a ganar cierto espacio. Las bestias eran más peligrosas en el cuerpo a cuerpo, podía desmembrar a sus víctimas con sus vigorosos brazos.

¿Qué quiere decir la última frase aquí? Ya habíamos entendido que llevan pocas armas y que los arcos brillan por su ausencia. ¿Realmente pinta algo una explicación sobre la distancia a la que son más peligrosas las criaturas?

El rey reunió a sus generales y tuvieron que aceptar que no aguantarían otro combate. Así que el monarca, no sin cierto miedo, decidió entregarse. No dio detalles, pero estaba convencido de que su sacrificio salvaría a su gente.

Tú tampoco has dado muchos detalles, ¿eh? Fuera bromas, la decisión llega tan de improviso que he tenido que releerla. ¿No hubiera sido mejor apuntalar el encuentro de miradas con la mujera para conducir al lector hasta este momento? Si no... hop, conejo que sacamos de la chistera.

La división entre su razón y sus impulsos era absoluta, hacía tiempo que había aprendido a convivir con ello, no era la primera vez que le sucedía.

Un dato interesante sobre el rey que conocemos ahora. Podrías haberlo aprovechado para explicar qué hace en primera línea de batalla siendo un pasota (característica que descubriremos hacia el final del relato). Es bueno que el lector tenga la sensación de conocer a los personajes antes de que les pasen muchas cosas. Así entra en la historia porque las ideas preconcebidas que pudiera tener de ellos (y hay muchas en fantasía épica) se atenúan.

 

-    ¡Lorna! ¡Acércate a parlamentar!
La mujer le oyó y respondió a una treintena de pasos, lejos del alcance de las flechas.
-    ¿Parlamentar? ¿Qué puedes ofrecer?
-    A mí. Si haces que tus criaturas abandonen el asedio, me entregaré y podrás hacer conmigo lo que te plazca.
-    ¿Crees que vales, tanto? ¿Tu vida a cambio de la de miles? – sonrió- ¡Qué bien me conoces! Tienes una hora para presentarte aquí, solo y desarmado.
-    Antes dame tu palabra de que cumplirás el pacto.
-    ¿Mi palabra? ¿Ahora confías en ella? Está bien, la tienes.

Este diálogo me ha gustado mucho más que los del otro relato. En él hay más información que en todos los párrafos precedentes.

 

-    No puedes imaginar cuanto tiempo he esperado este momento [...]

Creo que les pasa a todos los malos - malos. Es por eso que se explayan con el discurso malévolo. Sin embargo, hay que tener cuidado con él, porque suscita la desconfianza inmediata del lector. De hecho, en la lista de cosas que los malos malosos no tienen que hacer jamás está incluido el no dar explicaciones al héroe. Es un tiempo perdido que permite, por ejemplo, que este se corte el cuello con una daga que los ineptos siervos no han encontrado (al menos, y esto es muy original, la ha usado para suicidarse).

Coñas aparte, y de vuelta a este monólogo, si te empeñas en hacer uso del mismo por lo menos tiene que cubrir unos mínimos de coherencia. ¿Por qué demonios la condenada le cuenta la historia que ha vivido el rey al rey? Si ya lo sabe todo. No es el modo de pasarle la información al lector. Rompe toda credibilidad, y en el peor momento.

Es importante incluir la información de un modo menos obvio. Sí, el lector se tiene que enterar, pero siempre le resultará menos hiriente no haber entendido algo que verse con que le han dado el pastel demasiado masticado.

 

El final, en sí, por el contrario, me gusta. Le da un aire nuevo y funciona. Ahora el reto es que nos conduzcas hasta él en una espiral de tensión creciente. De nuevo, te recomiendo la lectura de "Horda".

 

Como conclusión, decir que el texto me ha parecido que venía bastante limpio (sólo he visto un par de erratas), con un planteamiento muy clásico dentro del género y con un cierre original. Creo que donde deberías incidir es en la estructura, tanto de los pasajes concretos como del conjunto. Intenta darle una cadencia más marcada.

Sé que a alguno mi comentario le parecerá una sobrada, y encima habré metido gazapos porque lo he escrito de tirón con un bebé en brazos, pero hay que puntualizar que su objetivo no es decir si el relato es mejor o peor que la media de lo que se lee por un foro, o en las librerías, sino encontrarle aspectos que yo (subjetivo) encuentro susceptibles de mejora. Juro que no va con mala leche, ni siquiera las bromas.

 

Ahora, FAGLAND, si estás de humor me gustaría pedirte yo algo. Simplemente que me respondas a la siguiente pregunta con la mano en el corazón: ¿pagarías para que alguien te hiciera un análisis de este estilo, pero completo?

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Sinceramente, he leído tu análisis y me parece fantástico. Seguiré cada punto con atención cuando tenga más tiempo, de verdad que agradezco el trabajo. Como ya sospechaba, tienes mucho más conocimiento que yo sobre la escritura, no me importa reconocerlo.

Yo he aprendido a escribir (de aquella manera) de una forma autodidacta, puede que de ahí vengan todos esos fallos. No es la primera cosa que escribo (he hecho dos novelas y una colección de relatos), pero está claro que me falta mucho para llegar a algo.

Tendría que haber releído más veces los relatos, ahora parece evidente. Qué se la va a hacer, si no es este año el que viene tendré una nueva oportunidad.

Respecto a inspirarme en Howard, sólo recuerdo la sensación que me dio la venganza del remero. Algo bastante vago, así que concédeme lo de la buena idea, anda  :).

Me leeré el relato Horda que comentas, si es que lo encuentro. Respecto a tú último comentario: pues sí, pagaría (aunque no sé cuánto). Si decides comentar "el terreno del Lobo" (mí último relato), lo leeré con el mismo ánimo que éste, auque me dolerá un poco más porque es de un personaje mío que me encanta.

 

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Pues igual es mejor que lo deje tranquilo

De verdad, no creo que te falte mucho (hay libros publicados que saldrían peor parados de un análisis similar), pero es que siempre hay cosas que pulir. Lo importante es tener ganas de hacerlo, creo yo. Tampoco te creas que tus relatos no están a la altura del concurso. Para nada, en serio. Si el relato no tuviera ya una buena base, no serviría de nada ponerse a señalar cosas concretas a mejorar.

Y, bueno, yo también soy autodidacta, aunque me parece que llevo más cosas escritas, que siempre es una buena formación. A mí lo que más me ha ayudado es el contacto con otros autores (especialmente algunos que han tenido confianza para decirme cuatro cosas) y la web de la RAE (www.rae.es). Y, por supuesto, leer.

Saludos, y muchas gracias por haberme contestado a la pregunta.

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Respecto a inspirarme en Howard, sólo recuerdo la sensación que me dio la venganza del remero. Algo bastante vago, así que concédeme lo de la buena idea, anda  :)

Ah, y por supuesto que te lo concedo En realidad lo decía por forzar el argumento de la importancia de contar las historias de un modo único. No he leído el relato de Howard al que haces referencia (creo), así que hablaba basándome en tus propios comentarios.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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No creas nada del viejo pirata cuando recomienda un relato mío, que solo lo hace para que le pague unas pintas en la taberna sevillana.

Horda hoy por hoy no está accesible tras el cierre de Ociojoven, aunque puede que se edite por escrito.

Hay un relato basado en él en la página, se llama Oso (pica sobre el título si tienes curiosidad), lo que me lleva a recordar a todos los presentes que aparte del concurso esta página se dedica habitualmente a publicar relatos y comentarlos como buenos colegas, y que esa es una estupenda escuela.

PD.: He leido el relato, y, despues del exhaustivo comentario que te ha hecho Pata, poco queda por decir. Es un buen relato, algo clásico, y tal vez su problema, siempre en mi opinión, es que su estilo es algo afectado, imitando en exceso los tópicos de ese tipo de relatos, y no mantiene el ritmo adecuadamente, extendiendose demasiado en algunas ideas, sobre todo al principio, y poco al final. Un relato no cuenta cosas dispersas aquí y allá, por muy interesantes que sean, no tiene espacio. Un relato te conduce a un lugar, te lleva sin distracciones, aunque con más o menos adornos.

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¡Buf! Qué calidad tiene tu relato Oso, Nachob. A mí que me gustan las historias épicas, lo he disfrutado. No creo que se pueda sacar más partido a una idea en principio sencilla, menos mal que no se presenta al concurso :)

Veo que has presentado un relato de ciencia ficción, a ver si lo leo y comento, que como es literatura y no cirujía todo el mundo puede opinar con los conocimientos que tenga.

Muy interesante lo de subir relatos y comentarlos al margen del concurso, creo que haré uso de esa posibilidad.

Patapalo, intentaré mirar algunas normas sobre puntuación y algo sobre cómo estructurar las frases. Igual en la página de la rae viene algo. Saludos.

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Patapalo, intentaré mirar algunas normas sobre puntuación y algo sobre cómo estructurar las frases. Igual en la página de la rae viene algo.

En la web de la RAE viene de todo. Tienes por un lado el diccionario, que para vocabulario y ortografía viene de lujo (se pueden consultar las conjugaciones también) y por otro el diccionario de dudas, donde se pueden consultar cosas de gramática y puntuación.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Me alegro que te haya gustado oso, y naturalmente te agradezco que tengas intención de pasarte por mi relato, uno es mal juez de uno mismo.

Yo me he fogueado en páginas como esta (sobre todo en esta y su referente anterior OcioJoven), y en ella he aprendido lo poco que sé, así que lo recomiendo a todos. No hay como compartir para aprender.

Suerte

 

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