Ola Temporal (CF)

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Yandros
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-¿De que se trata, Hopkins?
 El gobernador Pritter era un tipo enorme y orondo. Retrepado en su butaca de levitación magnética, su imponente aspecto disuadía a cualquiera de molestarle con nimiedades del día a día. Unas espesas cejas contrastaban con aquel desierto infinito que conformaba su cabeza. Mirarle a los ojos era todo un ejercicio de adivinación, ocultos entre pliegues a caballo entre la vejez y la obesidad. Una respiración pesada e intensa le asemejaba a un gigante dormido a punto de entrar en erupción en cualquier momento. Hopkins tragó saliva inconscientemente, aún a sabiendas que la retransmisión holográfica le salvaba de que aquel poderoso tipo se levantara y le aplastara de un manotazo como a un vulgar mosquito.
-Señor gobernador…es difícil de explicar… hemos conseguido…esto…
-Al grano, Hopkins, no tengo todo el día para sus tartamudeos científicos.
-Señor gobernador, hemos podido realizar una traslación temporal…
-¿Está usted loco?- vociferó Pritter incorporándose- ¿Sabe la cantidad de asuntos que tengo que resolver para que me hable usted de algo que se ha conseguido hace más de un siglo? Por Einstein, Hopkins, la traslación temporal es algo superado y científicamente estancado por  el gran riesgo que se corre en su manipulación.
-Señor gobernador, no me ha dejado terminar…hemos conseguido realizar una traslación temporal… de setecientos años.
El gobernador parpadeó imperceptiblemente y durante unos segundos su furia se tornó asombro. Tras sentarse de nuevo en la magnebutaca, suspiró profundamente y mirando al científico con curiosidad claudicó:
-Explíquese.
-Señor, perdone que le haga una pequeña introducción. Aunque sé que es usted conocedor de la teoría básica de la traslación temporal, me será más fácil explicarle el experimento si partimos de una base común.- Hopkins carraspeó ligeramente.- Verá, como usted bien sabe, hace aproximadamente unos doscientos años se dieron los primeros pasos para los viajes en el tiempo. La teoría einsteniana nos tenía francamente limitados debido a los límites impuestos por la velocidad de la luz y la interdependencia entre masa y energía. Esto implicaba que, a mayor masa, mayor energía era necesaria para mover dicha masa a mayor velocidad. Cuando la velocidad era próxima a la de la luz, la energía necesaria tendía a infinito aunque la masa fuera minúscula.
-Abrevie, Hopkins, aún recuerdo los años de instrucción, no soy tan viejo…
-Perdón señor, es necesario. Tuvieron que pasar siglos para que las teorías cuánticas penetraran en nuestra sociedad científica y las leyes del electromagnetismo pudieran encontrar cabida entre los misterios de la física cuántica. Era posible el desplazamiento en el tiempo, pero debía de ser algo inmaterial. No fue hasta que se dio el espaldarazo definitivo a la neuronética, y a su relación con las leyes cuánticas y electromagnéticas cuando se pudo aventurar una hipótesis algo arriesgada: el viaje de la mente a través del tiempo mediante un impulso electromagnético concentrado. Pero ello tenía un hándicap; la mente debía encontrar una misma pauta cerebral para volver a filtrarse en un cuerpo conocido. Es decir, sólo podía viajar a su mismo cuerpo en el pasado o en el futuro. Hacerlo en el futuro tenía consecuencias catastróficas, ya que el individuo podría no existir en el futuro y quedar atrapado para siempre en un limbo atemporal. El pasado tenía un riesgo añadido ya que el individuo se desorientaba fácilmente y la mente no podía asimilar el cambio de coordenadas espacio temporales. Pocos regresaban sanos.
-Lo sé, Hopkins, por eso le dije que la traslación temporal era una rama muerta, pensé que dedicaba mejor los fondos del gobierno mundial…
- Señor, hace poco descubrimos que si encontrábamos otra mente con una pauta electromagnética en resonancia con la mente viajera, era posible acoplarlos mediante la ecuación de ondas ajustando las pautas cerebrales mediante impulsos neuronales artificiales a una frecuencia igual a la frecuencia natural de las ondas cerebrales de la mente huésped. En principio era pura teoría, pero como usted sabe hace poco se estableció la Ley de Absolución Científica…
-Si, Hopkins, la ley que permite que los presos por terrorismo científico puedan ser absueltos si se prestan a determinados experimentos científicos. Siempre me pareció una aberración soltar a esos tipos pero el Parlamento Mundial no quiso escuchar nuestra visión de las cosas…Esta maldita sociedad científica está empezando a tomar decisiones demasiado arriesgadas…
-Exacto señor. Uno de esos individuos se prestó al experimento. Y ha encontrado una mente huésped. De hecho, sigue allí y ..ejem…tenemos un problema.
El gobernador se puso alerta. No le gustaban los problemas.
-¿Problema? De que me está hablando maldita sea?
- Verá señor. Hemos corroborado que el viaje ha sido completado. El individuo parece hablar una lengua nativa de un país de la antigua Europa Central. Al estar interconectadas las mentes, no le cuesta trabajo hablar el mundial estándar, por lo que suponemos que igual le pasará a nuestro sujeto y podrá hablar sin dificultad esta lengua extinguida. Según el individuo, estaba jugando con unos amigos cuando se golpeó la cabeza y se encontró aquí. Está desorientado y lo hemos sedado, pero parece que ya vuelve en sí…
- ¿Y porque hay un problema Hopkins?
-Señor, parece que nuestro hombre no quiere volver, aun a riesgo de que su mente no pueda soportar la presión temporal…
-Pues que se quede allí maldita sea, es un maldito terrorista científico…
-No es tan sencillo señor. Cuanto más tiempo pase en ese pasado, más probable es que realice alguna acción que pueda dañar el curso de nuestra historia de forma irreversible. Cualquier pequeña acción puede desembocar en un accidente de proporciones catastróficas…
-Vamos Hopkins no sea pesimista. Si hubiera cambiado la historia ya no estaríamos aquí hablando de esto ¿verdad?
-Pues no lo sabemos señor, porque el ajuste histórico temporal no se produce de forma instantánea, es como una ola que parte de un punto y tarda en llegar a la costa. Cuando un tsunami va a producirse, primero se retiran las aguas hacia adentro mucho más de lo habitual, así que es posible que no se produzca de golpe sino que acusemos pequeños desajustes temporales que no concuerdan con nuestro tiempo hasta el desenlace final…
-Maldita sea, me está dando dolor de cabeza, veamos a quien hemos traído, pregúntele su nombre al menos…
-Ya lo hemos hecho y hemos buscado en la base de datos global. Al parecer se trató de un soldado raso con escasa relevancia en el plano social, por lo que es probable que…
El científico cesó su disertación al ver como el gobernador, que en ese momento consultaba la Globonet, abría sus escondidos ojos de par en par y balbuceaba frases inconexas…
-Hopkins…como…dios mio… como se…como se llama ese tipo, que edad tiene…?
-Nos asegura que tiene sólo doce años, y que es el año 1900…
El gobernador se levantó de un salto.
-Hopkins maldita sea, consulte la Globonet de nuevo y dígame si usted recuerda que hubiera dos guerras mundiales en el siglo XX!!- Tronó Pritter.- ¡¡Como se llama el individuo!!!
- Señor…se llama Adolf. Adolf Hitler…
 

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jane eyre
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 Bienvenido/a, Yandros

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Andromaca
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He de reconocer que me ha gustado bastante. Es un poco cortito, pero bueno, el final es muy interesante y abierto =)

Divagaciones de una filóloga zombie

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