La cicatriz (T)

LA CICATRIZ

Despierto envuelto de sudor y con la sensación de haber estado cayendo por un pozo oscuro durante una eternidad. Elevo la mano hacia mi hombro desnudo y compruebo aterrado que la cicatriz no ha sido el recuerdo de un mal sueño. Puedo palpar con mis dedos cada una de las muescas de los colmillos que desgarraron mis carnes y mutilaron mi alma. Hace más de un mes que arrastro mi somnolencia  por terribles pesadillas fruto del encuentro con la bestia. Desde entonces me es imposible mirar hacia la oscuridad sin sentir un temor ancestral.

Llevo varios días ocultándome en una nueva pensión. Soy consciente de que es inútil ir a la policía o denunciar que un ser monstruoso me atacó y que me persigue: me tomarían por loco. El casero, un tipo gordo y de frente continuada, aporrea con insistencia la puerta dos veces al día para ofrecerme una bazofia a la que pretende llamar sopa y algún mendrugo de pan duro con carne desecada de dudosa procedencia. A mí ya me parece bien. Nunca le dejo entrar en el cuchitril, ni siquiera permito que su esposa —una vieja bruja a la que escucho mascullar durante todo el día y maldecir a los clientes— limpie la habitación o cambie las sabanas. A pesar de estar maldito, dinero no me falta y eso acalla cualquier pregunta indiscreta.

Me horroriza mirarme en el espejo. Allí está esa enorme mordedura, cubriendo la parte superior de mi omoplato. Todo es tan confuso desde que me atacó. Siento el dolor y la desesperación de saberme perdido y una pregunta aturde mi cabeza: « ¿por qué no acabó conmigo cuando me tenía a su merced?» Desde entonces huyo sin rumbo. Escapo a sus garras como un maldito acechado por la guadaña de la muerte en cada instante. .

Es extraño, no viene la vieja doncella a traer las sabanas, sino una joven con aspecto angelical. El corazón me palpita con fuerza y la sangre me hierve con solo mirarla. En estado casi hipnótico, la dejo pasar y acaricia mi mano. Espontáneamente, una sucesión de imágenes se agolpa en mi mente. Es la misma desconocida con la que pasé la noche antes de ser atacado.

            Me agarra del brazo y  siento como si flotáramos por la madera roída de los pasillos. Observo con terror cómo el posadero gordo y su esposa decrépita yacen destripados en la recepción. La joven, se acerca a ellos y me ofrece la sangre tibia del hombre recogiéndola con sus propias manos. Siento un impulso que no puedo rechazar y bebo de sus palmas con un ansía desconocida hasta ahora.

Se transforma ante mis ojos en aquel ser de aspecto infernal que ha dominado mis sueños los últimos tiempos. Sus formas suaves y femeninas dan paso a una grotesca criatura enfundada en una piel gruesa y amarillenta. Sus colmillos desafiantes se alzan con  ímpetu y sus garras nacen de lo que antes eran delicadas uñas. Cierro los ojos y espero para sentir el abrazo de la muerte. Pero no sucede nada de eso. El calor de mi cuerpo es cada vez más insoportable. Noto que mis músculos se ensanchan y que me transformo hasta convertirme en una espeluznante criatura aún mayor que la propia doncella. 

Ahora lo comprendo todo, no me perseguía para matarme, si no para buscar un compañero y la cicatriz es la marca del pacto.

El ser demoníaco abre la puerta de una habitación y me ofrece a sus jugosos inquilinos. ¡Dios mío! ¡Noooo…, !