Deulianos en el planeta oscuro (CF)

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javmase
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DEULIANOS EN EL PLANETA OSCURO

 

 

 

La voz metálica sonó con fuerza pero 0001 no podía distinguir el volumen puesto que el sonido impactó en su mente sin variaciones de tono. Estaba desorientado, pero había recuperado la razón como tantas otras veces. Eso le hizo sentir triste, o al menos eso creyó, porque en aquella situación los sentimientos parecían más una ilusión que cualquier otra cosa.

             Poco importaba ya cómo había llegado allí, estaba a punto de ser conectado a la a los concienciadores. Éstos asimilarían en su colectivo la mente de 0001 a base de impulsos magnéticos y le dotarían de una conciencia afín a la que podrían arrebatar su esencia.

             En su estado, 0001 casi no podía recordar cómo era Deulon —su hogar— pero en un esfuerzo mental consiguió visualizar Ue, la ciudad donde había pasado la mayor parte de su vida. Por un momento percibió las formas acristaladas de sus edificios, observó la vegetación exuberante y sintió el aroma de las flores de Sazca; pero todo estaba a punto de acabar. Sabía que jamás volvería a su planeta natal, ningún tripulante podría huir de aquella oscuridad. Hacía una eternidad que él y los suyos se encontraban atrapados en aquel maldito planeta oscuro.

 

             Ir a parar a aquel destino y seguir con vida fue el peor castigo para todos los supervivientes. Los concienciadores, les estaban despojando de sus cuerpos, sus mentes, y lo que es peor, incluso de sus almas. El lugar estaba lejos de cualquier estrella conocida, en la zona más remota de la galaxia. Posiblemente, siglos atrás, allí había habido un sol, pero ahora todo era oscuridad. Los astronautas se encontraban en un mundo donde la vida orgánica era imposible.

 

Aquella historia se remontaba a años atrás y se inició el día en que una nave deuliana pasó cerca de la zona del sector oscuro. Los tripulantes habían tenido un accidente con el impulsor de luz y tuvieron que hacer un aterrizaje de emergencia en aquel mundo opaco. El destino quiso que los concienciadores —hasta entonces formados de energía pura— asimilaran los sistemas de control del artefacto de vuelo y adquirieran conciencia en la dimensión de los deulianos. Los moradores del lugar eran una forma de vida insólita que no se conocía en ningún otro lugar del universo, de hecho era la primera vez que adquirían conciencia en la tercera dimensión. Los atacantes se introdujeron en los controles de las maquinarias del cohete como si de un virus se tratase y a través de los sistemas artificiales de la nave aprendieron todo cuanto necesitaban saber sobre los deulianos. Cuando tuvieron el control de la nave apresaron a todos sus ocupantes y desde entonces nada volvió a ser como antes. Los sistemas artificiales fueron manipulados por aquellos invasores de una procedencia incierta, con el único propósito de mantener con vida a los orgánicos, por los cuales había despertado en ellos una curiosidad insaciable.

             Para aquellos seres los deulianos eran como un nuevo juguete que les podía entretener en su soledad del pequeño rincón del universo que habitaban y del que no habían conocido otra cosa que oscuridad.

Lo que más les fascinaba de sus nuevos juguetes era algo de lo que ellos carecían: sus sentimientos. Envidiaron ser como ellos y desearon conocer los secretos de sus cuerpos de carne y hueso y de sus mentes. Los conscienciadores tenían la capacidad de dominar cualquier máquina, o inteligencia artificial, pero durante mucho tiempo no habían podido asimilar a aquellos cuerpos frágiles y sonrosados en su conciencia colectiva, ni extraer la esencia de estos.

             Lejos de destruir a los astronautas, y en su afán de poseer sus secretos, convirtieron la nave en un complejo tecnológico donde pudieron mantener sus cuerpos con vida y en un estado próximo a la latencia, con la esperanza remota de que en algún momento desentrañarían sus misterios. No podían entender las emociones que emanaban de los orgánicos, pero comprobaron que se resistían a sus sondeos mentales.

 

Ese momento llegó, los concienciadores crearon una máquina que, si bien no podía asimilar la conciencia individual, podía preparar a esta para tener una comunicación a nivel superior con sus propias mentes colectivas. No podían prever todas las variables, pero al fin conseguirían su propósito: saber que pensaban las extrañas criaturas orgánicas, venidas de un lugar de luz.  

             0001 tenía poco tiempo antes de ser reconvertido, iba a ser el primero que sería asimilado por esta nueva raza. Sus pensamientos se desdoblaron buscado recuerdos recónditos. Era consciente de que se encontraba en el interior de una vaina metálica, cubierto de un líquido vaporoso. Estaba conectado a más de un centenar de máquinas a través de sus terminaciones nerviosas, pero no sentía dolor, ya no. Añoró a su compañera y pensó en la distancia infinita que les separaba. Tenía que seguir recordando su rostro, sus gestos, sus ojos…

 

<Conciencia 0001 insertada. El ensamblaje permitió el 98% de la reconstrucción >

 

 Las sensaciones que recorrieron su mente fueron muy extrañas, de pronto podía entender a aquellas mentes adimensionales. Le horrorizó el contacto frío de su percepción con la de ellos, pero de algún modo pudo intercambiar sus sentimientos. Por primera vez —y de alguna forma incomprensible— observó aquel planeta oscuro desde ninguna parte y sintió compasión por la soledad de los que se hacían llamar concienciadores. Desde aquel momento, supo a ciencia cierta lo poco que conocían del universo. Pudo percibir cómo pensaban y compartir con ellos el control de las máquinas. Sintió cómo sus captores creían haber desentrañado el misterio de las emociones y que el experimento había funcionado, pero…

 

Los moradores del planeta oscuro tardaron demasiado tiempo en percibir que 0001 les había engañado. No se dieron cuenta de que durante una fracción de segundo, los sentimientos con que les eclipsaba el sujeto ocultaban otros más profundos. Su odio por aquellos seres que le habían recluido en aquellas vainas durante más tiempo del que recordaba, era el mismo resentimiento que todos los deulianos cautivos llevaban en sus corazones.

             Cuando las máquinas de la nave reconvertida empezaron a explotar por voluntad de su mente, los concienciadores conocieron su primer y último sentimiento: el temor a la inexistencia.

Antes de morir, 0001 pudo sentir el agradecimiento de sus camaradas por la liberación a aquella tortura. Hacía años que sabían que jamás regresarían a Deulon, y aquella forma de acabar fue una bendición para sus atormentados espíritus.

 

Después de una explosión de la materia oscura del carburante de la nave, una candela se encendió por un momento en el sector oscuro de la galaxia, para desaparecer en el olvido en un abrir y cerrar de ojos.   

 

 

F. J. Masegosa

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F. J. Masegosa

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