La Herencia (CF)

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Dalltro
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 La Herencia.

 

En un galaxia lejana a la nuestra en donde la humanidad viaja a través de las estrellas en naves y convive con seres mágicos en mundos llenos de aventura y misterio. Ahí encontramos a Pat, un pequeño y muy especial niño, cuya vida y los sucesos que tendrá que enfrentar a bordo de la nave Herencia dejarán una huella profunda en la historia del Universo.

 

Amanecía y el sol rojo parecía arder lentamente en aquel gigantesco desierto, mientras Pat caminaba pesadamente arrastrando aquel enorme madero, junto a él caminaba también cansado su mascota Gickly; aquel pequeño reptil alado que recordaba a uno de esos enormes dragones que Pat alguna vez había visto en los libros de historia; que más que una mascota era su compañero, su hermano, ya que juntos había vivido tantas increíbles aventuras que nadie creería que a su corta edad de 12 años hubiera conocido tantos lugares y hecho tales proezas.

 

Llevaban caminado mucho rato, habían salido temprano de la nave aprovechando el frío de la mañana pero ya el sol comenzaba a calentar la áridas arenas de aquel lugar, tuvieron que andar muchas horas para encontrar el madero correcto y aunque tuvo la oportunidad de llevarse otros que pudieran satisfacer las necesidades de la nave y los caprichos del Capitán Warg; él quería el mejor para ganarse el reconocimiento de aquel hombre que había sido “tan bueno de haberlo dejado entrar en la tripulación”, eran las palabras que siempre le decían los demás al niño para que siempre fuera fiel al Capitán.

 

Ya se pintaba a lo lejos la nave y se podía ver a los hombres limpiándola y preparándola para el largo viaje que les esperaba, mientras halaba el pesado madero, Pat, se imaginaba las aventuras que tendría que vivir en este nuevo viaje, tal vez estarían en una batalla o tendrían que rescatar un tesoro, o tal vez enfrentarse a alguna extraña y enorme criatura que obstruya su paso o a una “lluvia de estrellas”, así le llamaban los tripulantes pero no era tan encantadora como su nombre, más de una nave, incluso las de la armada que eran las más grandes de ese sector galáctico no soportaban el choque de las miles de partículas de polvo que la formaban.

 

Con cada paso que daba, su pequeño corazón bombeaba chorros de adrenalina y sentía que el madero ya no pesaba y caminó más ligero por aquel empolvado camino. La nave era hermosa para sus ojos, la Herencia aunque ya tenía sus años bogando por los campos galácticos y se había enfrentado a muchas batallas y conquistas, y ya tenía varios dueños a su haber se conservaba en muy buenas condiciones, el Capitán Warg era un hombre muy cuidadoso y le prestaba el debido mantenimiento. Precisamente el pesado madero que trasportaba era para reparar parte de la proa que había sido volada por una penosa explosión reciente, ya que no había sido hecha durante una batalla o un choque con otra nave, sino que el difunto doctor de abordo Tirzo estaba experimentando con sustancias nuevas, él siempre andaba en busca de elementos nuevos de investigación, en los diversos viajes y aventuras, siempre salía en una pequeña nave a recolectarlos, en varias ocasiones Pat le había acompañado y asistido tomando notas, él había aprendido muchas cosas nuevas con el viejo doctor, fue un gran amigo para el niño. Pero una mañana en la que la nave estaba en un puerto espacial cercano muy poblado, el doctor mezcló por error varios elementos desconocidos y produjo una gran explosión en su cabina, por suerte ésta se encontraba en el exterior de la nave, ya que si hubiera estado más al interior no sólo hubiera muerto sólo él sino que habría matado a toda la tripulación.

 

Lo curioso fue que no murió por la explosión sino que por la misma salió volando varios metros hasta que cayó en un pozo de desecho, estaba tan contaminado que hubo que ponerlo en cuarentena y murió por múltiples enfermedades que contrajo ahí, a pesar de que se le dieron bastantes atenciones médicas y que el Capitán no escatimó en gastos para su recuperación, su salud fue empeorando con los días. El Capitán que era muy amigo suyo no era el mismo desde el día en que lanzaron su cuerpo al sol.

 

El Capitán Warg era un gran hombre, muy adinerado, había amasado una gran fortuna en los bastos viajes estelares que había hecho, sin embargo, nunca se le veía feliz y ahora menos desde que murió su amigo el doctor. Por eso Pat siempre trataba de complacerlo y de agradarle en todas sus tareas dentro de la nave. Por eso ese día había tardado tanto en encontrar el madero. Por eso al llegar los navegantes ya estaban preparados para partir y sólo estaban esperando al niño.

 

Pat llegó al costado de la nave, y miró hacia arriba en donde se encontraban todos los piratas viéndolo con apuro, entre ellos estaba el Capitán. Su porte era el de un noble y en su cara poblaba una barba mediana bien recortada, su mirada penetrante se fijó en él y le provocaba a Pat la sensación de culpa. El pirata, al ver el madero se volteó y con una mirada le indicó a dos hombres que bajaran y lo subieran. Al instante bajaron un andamio atado a dos cabos de cuerda, el niño ayudó a subir el madero mientras Gickly se posaba en su hombro. Los dos hombres y el niño subieron a bordo. El Capitán corrió a topar al niño y lo llevó cerca del timón, lo tomó y lo sentó junto al timón sobre unos aparejos mientras que los dos hombres acomodaban el madero en la bodega.

 

Pat esperaba algún signo de agrado por parte del Capitán pero éste, de un grito, le indicó al resto de la tripulación que ya era hora de irse y todos se pusieron en sus puestos de trabajo corriendo. La nave empezó a elevarse alejándose poco a poco del árido suelo de aquel planeta y de nuevo el corazón del niño latió de emoción. El Capitán pudo notar en los ojos de Pat dicho sentimiento y sonrió.

 

Pat le miró y como queriendo detener una avalancha de palabras le preguntó al Capitán cual era el rumbo, cual era la misión y si iban a vivir alguna gran aventura. El Capitán Warg sonrió con más ganas y mientras echaba una carcajada le decía:

 

_ ¡Claro Pat, vamos a tener grandes aventuras, batallas, pillajes, asaltos, rescates y vos vas a ser el héroe, nos vas a salvar a todos!

 

 

Pat sonrió con fuerza mientras veía como se pintaban las estrellas en el cielo conforme la nave abandonaba la atmósfera. Las palabras del Capitán le había echo sentirse tan importante y realmente fuerte. Aunque el quería creerlas de todo corazón él sabía que siempre trataban de alejarlo del peligro ya que era el único niño abordo, lo que no sabía es que este pirata nunca antes había hablado con más verdad ya que Pat encerraba en su interior un gran poder, una fuerza que había sido implantada en él desde el día en que nació y que un día sería la salvación de la humanidad a lo largo del Universo.

 

Por eso el niño era resguardado en aquella nave, por eso el doctor había muerto tratando de aislar dicha fuerza de la sangre de Pat. Por eso el Capitán no descansaba en un puerto por más de una noche. Ya que si el niño llegase a caer en manos enemigas sería un gran desastre.

 

Entonces, Pat le volvió a preguntar con aquellos grandes ojos llenos de ilusión imaginándose cómo resolvía la aventura que vendrá:

 

_ ¿De verdad Capitán, yo les salvaré?

 

Y él le contesto con una vos solemne:

_ ¡Si muchacho, sólo tú nos salvarás!

 

La nave se adentraba en el espacio pasando por nubes de polvo brillante, buscando un nuevo puerto en donde descansar mientras sus hombres sólo podían imaginarse, igual que Pat, un futuro lleno de aventuras.

 

 

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jane eyre
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