Bueno, hace mucho que escribo cuentos en Internet. Algunos incluso se han llegado a publicar: en la revista Redes para la ciencia he publicado dos cuentos de ciencia ficción, y en enero saldrá otro titulado 'Paradoja'.
Mientras, en mi blog, tengo varias series abiertas. Los SinDios, relatos en menos de 250 palabras; Sociópata Vintage, que recupera textos de mi antiguo blog; Sociópata Viajero, relatos inspirados en lugares donde he viajado; Bocados de realidad, pequeñas piezas de cotidianía delirante.
Éste es mi último post en Letras de un sociópata:
Viena - La fuente de Donnerbrunnen
En la mayoría de las fuentes bonitas y accesibles del mundo, el turista ocasional pide un deseo y lanza alguna moneda a su lecho, pues considera que no ha tirado suficiente dinero durante el viaje. Y según la importancia o urgencia de la aspiración que se le ocurra en el momento, tantas monedas lanza o tanto es su valor.
Por norma general, las monedas permanecen en el fondo mucho tiempo: hay cierta reverencia hacia su valor simbólico, sea éste respeto, agradecimiento o un deseo. Pero en la fuente de Donnerbrunnen, Viena, las monedas no aguantan más de un par de días. Las piezas son recogidas con celeridad por Albert, un mendigo que nadie ve hasta la madrugada. Las guarda en los bolsillos, sale corriendo a su guarida y chapotea por el camino hasta quedarse seco.
Las monedas, una vez rescatadas, van a ser usadas de nuevo, piensa Albert, y eso le parece inaceptable. No es un individuo religioso, no le confundamos: pero sí tiene fe en lo que las monedas pueden hacer por quienes fueron sus dueños. Los deseos podrían no cumplirse de inmediato, sino varios años después, ¿y cómo iba a ser eso posible, si alguien ha utilizado esa misma moneda para desayunar un café con bollos? ¿Cómo iba a obrar un milagro el dinero, si la magia imbuida por el monumento se diluye en una transacción comercial?
Albert se conforma con saber que, en el interior de un par de maletas de piel en las afueras de la ciudad, se encuentran a salvo los sueños de miles de personas. Y aunque se muriera de hambre, nunca se atrevería a usar dichas monedas, razón por la que mendiga durante horas para pagarse el sustento.
Sólo hay una cosa que reconcome a Albert, y es el no saber qué preparar para cuando no esté. Se imagina que encontrarán su cadáver y se preguntarán por qué no gastó ni un céntimo de aquellas maletas; por qué pedía dinero en el centro de la ciudad. Y hasta que encuentre una solución, reza todas las noches:
- Por favor Dios, haz feliz a toda esa gente antes de que yo ya no esté.
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Un saludo a todos y ya os iré leyendo.
Veo que hay poco movimiento en este foro, así que me voy a animar a leer alguna PDA. Empiezo con esta porque está encima de la mía y tampoco tiene comentarios
No está mal el mini relato, no se puede pedir mucho más en tan pocas palabras. La única sugerencia que me atrevo a hacer es cambiar la frase "... pide un deseo y lanza alguna moneda a su lecho, pues considera que no ha tirado suficiente dinero durante el viaje". Yo creo que tiene más gracia cambiar el "pues considera" por un "como si considerara que no ha tirado" o simplemente "como si no hubiera tirado". Creo que tiene más gracia y el toque crítico queda más claro.
¡Un saludo!