Sobre la prensa

Es el pan de cada día, la objetividad murió (si es que alguna vez estuvo viva) y de lo que se trata es de usar las palabras para influir en tal o cual sentido. Al final lo único que le queda a uno es influir hacia donde, honestamente, cea que deban ir las cosas.......

El año pasado me leí un libro que trataba bastante el tema de la manipulación lingüística. No te falta razón al decir que es en el periodismo donde más, hoy día sobre todo, se ve ese lenguaje tramposo, pero como bien han comentado es casi la misma retórica con la que juega el discurso del político. Esos lenguajes buscan unos propósitos, al igual que el publicista que dice "Colgate, limpia hasta el aliento", metáforas que intentan jugar con nosotros y cambiar a veces la propia realidad, exagerando productos, sus intenciones, etcétera. Pero también te diré que como proyecto de filólogo que soy, me doy cuenta de que el lenguaje lo manipula todo, no solo hace de su maldad la prensa escrita. El lenguaje es utilizado por el amante para sacar un propósito u otro a su pareja, de una forma u otra, etcétera, porque el lenguaje seduce o lapida y abre puertas o las cierra según cómo lo uses; todo esto se trataba en aquel librito y yo mismo escribí un artículo sobre este tema, que me encanta, y estuvo en OJ. Si os interesa lo puedo poner por aquí o decírselo a Akhul. Lo que quiero decir con todo esto, natxo, es que decir que el lenguaje sólo manipula en el sector de prensa es casi una obviedad: en uno está el dejarse arrastrar o no, al igual que con el publicista (que al parecer está menos mal visto y sin embargo ejerce algo todavía más "peligroso"). El lenguaje empieza manipulando la realidad, porque elige palabras y gramáticas arbitrarias que no mantienen ningún lazo con la esencia de las cosas, en principio, y luego cada oficio y cada voluntad humana: no sólo el periodista, sino el político, u otros oficios, como ya hemos hablado; también el amante, el héroe que da un discurso en su pueblo, el líder de un grupo; nosotros, los propios escritores manipulamos constantemente para crear ficciones verdaderas: es nuestra voz, nuestro objetivo, nuestra posterior alegría, igual que la del niño que ya comienza a mentir para conseguir un caramelo y sonríe, pero no lo ve algo inmoral.